10.

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—Vamos, dime, dime

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—Vamos, dime, dime. Dime lo que quieres.

Sana aún no podía pensar con claridad, y con los brazos inmóviles solo quería tocarla. Pero logró decirlo con un poco de dificultad.

—Te quiero adentro. —y los masajes volvieron. —Por—¡Ah! Q-Quiero tod-da tu polla aden-ntro.

—Todo lo que mi chica quiera.

—Y quiero tocarte, por favor.

Jihyo fingió pensarlo un momento. Lo cierto es que iba a liberarla de igual forma, amaba cuando Sana la tocaba. Amaba que Sana enterrara sus uñas en su piel o que la acariciara con fuerza.

Pronto las manos de Sana estaban recorriendo su espalda, mientras que sentía esa conocida presión abajo.

No fue amable al momento de entrar, como normalmente era, sino que al estar tan mojada pudo meter toda su polla de un movimiento. Sana soltó un gemido que casi parecía un grito.

—¿Te dolió? —preguntó Jihyo preocupada. Le estaba gustando este juego, ser lo que Sana quería, pero no pudo evitar sacar a la luz su pequeña inseguridad de que quizás Sana no lo hiciera.

Sana negó mordiéndose el labio. —No, hazlo rápido. No te contengas.

Y en un segundo pudo sentir como su novia se movía. Al principio sí fue un poco lento pero solo porque Jihyo seguía insegura, hasta que Sana empezó a gemir y logró entender que estaba bien.

Luego de dos o tres estocadas, Jihyo comenzó a ser más rápida. Su polla perdiéndose dentro de Sana, quien cumplió al no dejar de mirarla ni un segundo.

Normalmente, en el sexo vainilla, Jihyo no quería que la viera, se sentía totalmente sucia. Pero eso era antes. Ahora su mirada la dejaba hecha un desastre, quería seguir con ese contacto y ver como de bien la hacía sentir.

Su vista era una Sana con el cabello alborotado, los labios rojos e hinchados, saliva cayendo de los bordes de su boca y una total expresión de placer. Se ponía cada vez más dura y juraría que podía acabar solo con eso.

Las piernas de Sana volvieron a atraparla. Sentía la presión de sus muslos cada vez que entraba y salía de ella. Se sentía en la gloria.

El choque de pieles era cada vez más fuerte, Jihyo comenzó a hacerlo más duro, escuchando felizmente como Sana casi que gritaba por el placer.

Su pene comenzaba a sentirse mejor, aunque no estuviera totalmente en contacto con Sana gracias al condón, Jihyo podía ver que ambas estaban cerca.

—¡Ah! V-Vamos, un poco m-más, ya c-casi. —Sana se lo confirmó con eso.

Sus músculos dolían, se comenzaba a sentir más cansada pero no se detuvo. Siguió moviéndose hasta que Sana buscó una de sus manos y las entrelazó.

Sana tenía esa costumbre, ella jamás se venía si no se conectaban de esa forma.

Y en varias estocadas más, los gritos de la habitación comenzaron a bajar.

Y en varias estocadas más, los gritos de la habitación comenzaron a bajar

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Dirty Talk Ꞝ SahyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora