9. 𝐸𝑙 𝑆𝑒𝑛̃𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑎𝑠𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎.

61.8K 379 10
                                    

Maduro x adolescente.

Nunca creí que hacer algo tan sano como repartir la correspondencia me llevaría a tal camino de la vida.

Vivo en un pueblo bastante normal y próspero, la gente de aquí ha nacido y muerto en este lugar por generaciones y casi ni hay problemas ya que la gente que llega son familias tranquilas que escapan de la capital.

En el centro del pueblo estan los comercios, las oficinas y la gente que es muy antaña en el lugar, pero la mayoría de la población estan divididas en villas o los dueños de haciendas, que están más hacia los potreros.

Eso si aún se conservan costumbres como la correspondencia y cosas así, sumado a eso tenemos una imprenta donde se ven noticias locales y noticias del gobierno, la capital, la sociedad, alguna que otra columna y asi bastante entretenido.

A finales de clases decidí pedirle permiso a mis padres para poder trabajar, queria tener algo de dinero propio para comprarme uno que otro capricho, aparte de ir ganando experiencia laboral ya que tengo diecisiete años y el próximo año al graduarme voy a tener que conseguir algo de tiempo completo y siempre piden experiencia laboral.

Cuando me dieron permiso no dude en ir a pedir trabajo estuve dos semanas trabajando en una cafetería, en la barra, pero me aburri tan pronto como paso la primera semana ya que algunos clientes eran verdaderamente un dolor de cabeza, a la segunda semana renuncié porque una tipa que ni topaba en el pueblo se me lanzo encima por que supuestamente yo le habia coqueteado a su novio y en realidad fue una de las meseras.

Ese mismo día para la cena llego mi tia por parte de mi madre, ella trabaja en la imprenta y me dijo que si de verdad queria trabajar que tomara el puesto de repartidor; el muchacho que se encargaba de eso se rompio el tobillo y estaba recuperándose. Lo comente con mis padres y ellos no vieron problema, asi que al día siguiente me presenté con la jefa y ella me dio el trabajó.

Las primeras tres semanas fueron algo complicadas, me confundia un poco con las direcciones por lo que me demoraba un poco y al ser nueva en el empleo, los vecinos se extrañaban al verme ya que el muchacho del correo llevaba haciendo este trabajo cerca de cuatro años. El sueldo no era para nada malo y no tenia que tener mucho contacto con las personas ya que solo debía entregarles sus cosas y largarme de hay a la siguiente parada. Lo único más complicado era cuando debía entregarles cosas a los señores que vivian en las haciendas ya que su entrada estaba a varios metros de su casa, asi que debía pedir autorización para poder entrar y luego entregárselos, algunos eran interesantes, como el señor de la dirección 125.

Era un hombre solitario tenia uno que otro empleado, en el tiempo que llevaba trabajando me habia atendido la señora que se encargaba de la casa y el. Había visto cerca de tres hombres más aparte de ellos dos, lo cuales siempre lo estaban acompañando o trabajando en algo, además de que el no era un hombre viejo a lo mucho tenia treinta y cinco, era grande y tosco, andaba por el lugar sin camisa, solo con sus vaqueros y botas cafés, una que otra vez lo habia visto con polera sin mangas o con camisa pero esta traia el pecho destapado dejando ver sus pectorales y el vello abundante. Siempre parecia sudado y enojado, porque su expresión siempre tenia el entrecejo junto y la cara seria como una estatua. Pero no por eso debia ser mal educado, siempre me daba los buenos dias y me agradecia por la entrega.

Al mes trabajando cada vez tenía que ir más seguido a su dirección, algunas veces era correspondencia y otras veces paquetes que parecian vacios por lo poco que pesaban. No lo tome en cuenta por lo que segui haciendo mi trabajo aun me quedaban un mes y medio de vacaciones y eso me daba un poco mas de tranquilidad ya que los dias libres normalmente hiba a un parque o me hiba a la playa con mi mejor amiga.

𝑅𝑒𝑙𝑎𝑡𝑜𝑠 𝐸𝑟𝑜́𝑡𝑖𝑐𝑜𝑠♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora