Libertad

Mundo Causal

Cuando la ley Siproites encargada del trato de los perpetadores de crímenes sexuales fue puesta en vigor, el mundo no sabía cómo tratar con ella, era evidente la intención de pagar con la misma moneda a los criminales con sus actos, pero no se diferenciaba mucho a los ojos del escrutinio público con otras leyes expuestas que parecían ridículas. La propuesta era asentada en la misma mesa que la intención de cortar las manos a los ladrones y matar a los asesinos, propuestas que no se veían plausibles en un sistema que buscaba reformar a los perpetradores.

Fue una lucha grande en los juzgados por mucho tiempo, hasta que se pudo diferenciar con las otras propuestas ridiculizadas por medio del que no se perdería una vida ni una extremidad. También tenía fuerza de reforma personal, se sostenía mediante la premisa de que se crearía empatía entre su acto y su consecuencia, excusas para poder fomentar un mercado sexual completamente legal y controlado por el estado.

Este era su gran problema, los que estaban en contra entendieron la necesidad del estado en hacer un mercado sexual con sus prisioneros, es un mundo donde hay tanto prostitutas como gigolos, la prostitución era exponencialmente más rentable que nunca y la capacidad de blanquear leyes del estado fue especialmente acertada.

Después de un tiempo en paro, la ley Siproites fue aceptada para experimentar en gobiernos más pequeños y fáciles de manipular, después de ver la gran disminución de los crímenes y la rentabilidad del mercado, se acepto a nivel mundial y una nueva era de cambio llegó al mundo. Una era donde la libertad sexual se iba haciendo cada vez menos tabú y cada vez más normal.

Es en este contexto donde la historia de nuestro protagonista toma comienzo, Lavil, C. Era entonces un niño que no comprendía las repercusiones que está nueva normalidad iban a traer a su vida y el trágico desenlace de la misma.