Capítulo 1: Cielo gris nublado y lloviznoso

27 1 0
                                    

 Mi nombre es Ivet y hace tiempo vengo sufriendo de pesadillas. Dime, ¿cómo se siente el filo de un cuchillo cortando tu garganta? ¿Que sin poder gritar o decir nada te resignes a morir en la misma cama de siempre? Te cuento que no es muy placentero el sabor de la sangre en tu boca, bañando tu cara, saltando por el lugar mientras tratas de respirar. No es que sea experiencia propia, sino, que este es el tipo de sueño que tengo.

Como siempre, una vez despierto ya no puedo cerrar los ojos y seguir durmiendo placenteramente. Aquí, tumbada, aunque no muestre expresiones en mi cara, debo admitir que no sé como sentirme. Tampoco es que quiera seguir durmiendo, pero en qué pensar, o que hacer al respecto. Recuerdo que en ese momento mi corazón se me quería salir del pecho, tal vez por eso la sangre llegaba al techo. Todo estaba sucediendo rápido y de forma inesperada, tan propio como los sueño que he tenido con anterioridad y entre las sombras de este cierto me acechan. Fue tan vivo que si ahora no estuviera despierta, respirando y sintiendo las sábanas tocando mi cuerpo, lo hubiera confundido con la realidad. Que este yo mío fue una vida pasada y que ahora he regresado en el tiempo con una nueva oportunidad a vivir. Ya no sé ni de qué hablo. Aún mis recuerdos están claros y no creo poder entender qué fue lo que sucedió aunque pudiera recordarlo. Si me deja la impresión, que en ese momento me fui a la cama teniendo una vida tan normal y rutinaria, construyendo relaciones, trabajando duro para salir adelante, proteger el futuro que me esperaba. Cosas que todos hacemos sin siquiera darnos cuenta y, que de pronto, todo llegó a su conclusión.

Supongo que debo estar contenta de seguir con vida, aún falta mucho para que sean las siete de la mañana. Sin una pizca de cansancio, no creo que valga la pena seguir dando vueltas entre las sábanas cuando es mejor recibir la mañana afuera, en el tejado de la casa. Solo basta con abrir las ventanas y trepar entre las ramas del árbol para poder apreciar el cielo que me espera.

Pensé que haría más frío en este ambiente húmedo y lloviznoso. Como salí sin nada puesto esperaba que la brisa del viento pase y acaricie mi cuerpo, como lo hace en las noches de desvelo. La ropa muy ceñida nos es cómoda para dormir, mamá dice que da pesadillas, así como este pueblo anticuado, y la melancolía de mi corazón. Me he dado cuenta de que existen muchas cosas que no son buenas, aún así, vivimos de ellas, incluso diría que dependemos de ellas.

Ups, esta soy yo poniendo una boca triste, agachada, abrazando mis rodillas, mi alma grita por ser liberada y mis ojos no hacen más que llorar. Sí, cada vez que subo al techo de mi casa es para desahogar mi corazón, aunque sea sin querer. Este lugar es mi ataúd, en donde alguien como yo vive enterrada. No quiero, no me siento con deseos, no cuando me dominan las ganas de prender fuego a todo, romper mis principios y salir a la calle con una garrafa de gasolina y un mechero. Derribar el bosque y las casas, hasta que no quede nada... venganza. Sí, para vengarme. Esa es la única razón que encuentro. Pero vengarme de que, ¿de un sueño?

Es cuando entiendo que mis sentimientos, la mayor parte del tiempo, no tienen sentido ni fundamentos. Cambiar el ambiente o hacer otra actividad tan pronto como pueda es la solución en este punto, que otra tarea haga de sustituta a este problema, reemplace el atentado de un suicidio premeditado.

Limpiándose los ojos, Ivet se arroja sobre el árbol que había usado para subir al techo.

En silencio me meto por la ventana al interior de mi casa, como siempre, actuó como si nada sorprendente hubiera sucedido. Como si no se me hubieran pasado por la mente diferentes intentos genocidas contra este pueblo y contra mí misma. Antes no lo sabía, pero mi madre me dijo un día que todas las personas, en algún que otro momento de sus vidas, abrigan similares sentimientos asesinos con respecto al mundo que les rodea. Gracias a eso no me siento tan mal, que soy única, o que tengo un problema mental.

Sinabyss PitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora