Capítulo 3: Perros en el bosque

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—¡Ivet! ¡Despierta que vas a llegar tarde a la escuela!

El reloj dice que son las seis y cuarenta, me acosté ayer a las diez de la noche, debí haber dormido más de ocho horas, pero siento que no fue el caso... Déjà vu. No. Siento que dormí bastante, pero este dolor de cabeza ahora es el que me está matando. Lo último que recuerdo haber soñado... no, eso sí que fue un sueño loco. No creo que sea posible. Aunque, el campo de flores era hermoso, tanto que parecía ser real. ¿Es posible tener tres sueños consecutivos en una noche sin despertar? Que en uno te corten la garganta, en el otro te entierren en un bosque, y que en el último tu mejor amiga te vuele la cabeza con una escopeta por descubrir que sus padres estaban enterrados. Las posibilidades son pocas, lo puedo asegurar.

—Mamá... tienes algo para el dolor de cabeza.

—Si cariño, pero no creo que a tu edad sea normal que duela la cabeza, —me dijo ella, como si fuera la versión más original de mí, dicen que las hijas hembras sacan la apariencia de sus madres y el carácter del padre, aunque a mi papá no le conozco. También desistí de indagar sobre el tema.

Tomando las pastillas junto a un vaso de agua, marchó a la escuela por el mismo camino que siempre. Mi madre me despide con un, —Cuídate cariño y si tienes tiempo ve a ver al doctor—, pero no es que le haga mucho caso.

—Ivet, buenos días... Ivet, ¡Buenos días Ivet!

Oh, la voz de Meg. Si, es cierto, el autobús acababa de pasar, ella... iba en el autobús. Cargando con su mochila, ella, usualmente de mirada triste sonríe para seguir hablándome.

—¿Estás bien Ivet?

—No es nada, —dije— me duele la cabeza, parece que no dormí bien. ¿Estamos en temporada de higanbanas?

Porque pregunte semejante cosa. Bueno, aún tengo el aroma de mi sueño en la nariz.

—Si... ¿Cómo lo sabes?

—Por qué tienes el olor sobre ti, —fue lo que respondí y ella continuó.

—Yo tampoco dormí bien, los perros se pasan la noche rondando por mis campos. Mis padres están de viaje y es mi trabajo cuidar de ellas...

El corazón me dio un salto, no me cabía en el pecho, esto hace que me duela más la cabeza. —Estamos en el comienzo de otoño, tus Belladonas pasaron su temporada y los lirios están floreciendo. Y tenías que regar las flores antes de salir, porque son plantas bien delicadas y como todo, tienen lindos significados que debes preservar.

Mega guardó silencio y con una risa nerviosa me preguntó.

—¿Cómo supiste?

—Haa, ha-ha-ha, no me lo vas a creer, pero... tuve un sueño y teníamos esta misma conversación. Bueno, en el sueño... nos mandaban a la casa temprano porque el profesor había tenido una situación personal por la cual se vio obligado a renunciar... fue tan solo un sueño... fue tan solo un sueño.

Ella intentó tocarme el hombro, pero mi cuerpo reaccionó. Mi mejor amiga, sus padres estaban muertos y sin remordimiento me disparó a la cabeza. Pero fue un sueño, ¿quién va a creer algo que sucedió en un sueño? No puedo dejar de temblar, siento miedo.

Camino a la escuela se hizo un silencio incómodo. En mi interior rezo por estar equivocada. Irremediablemente, llegamos al aula de clase, tomamos asientos y sucede lo que no debía suceder. Entró el director sosteniendo sus papeles para pronunciar las exactas palabras que escuche en mi sueño. No puedo evitar llevarme las manos a la cabeza. Veo los patrones que se dibujan finalmente en la mesa. No me siento bien.

Sinabyss PitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora