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El agua helada caía sobre mi cuerpo tumbado en el piso haciendo que temblará. Los golpes que había recibido esta vez habían sido más fuertes que la vez anterior.

Todo mi cuerpo estaba adolorido, mi rostro ardía y la sangre que goteaba de mi cabeza se combinaba con las gotas de lluvia que caían sobre mi rostro.

Los ojos me ardían de tanto llorar.

Debía sentir dolor. Debía sentir tristeza o miedo pero no era así, solo sentía ira, por mi sangre corría la ira pura, que para una niña no era normal, pero bueno, yo no soy normal después de todo.

¿Que me había sucedió? Pues lo mismo de todos los días en ese estúpido orfanato. Todos los días es lo mismo.

Desperté por un dolor en mi rostro, abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fueron ¿manos?

Me levante alterada y efectivamente, él me estaba golpeando nuevamente, me volvió a golpear.

Mi rostro ardía de tantos golpes que recibía cada segundo.

-¿Ya te despertaste, maldita? - me gritó Aron mientras se reía ruidosamente.

-¿Tu noviecito te volvió a dejar solo? Oh no, pobrecito - respondí sin una pizca de miedo, podría estarme golpeando pero jamás le tendría miedo y menos a un idiota como él.

-Cállate maldita estúpida.- me gritó para luego agarrar mi cabello fuertemente.

-¿Sabes cuál es la diferencia entre tu y yo? -pregunté- que mientras tu te crees superior golpeando a los demás yo no lo necesito porque sé que no soy tan imbécil como tu.- y con eso me basto para hacerlo enojar más.

Apretó con más fuerza mi cabello y hizo estrellar mi cabeza una, otra, otra, y otra vez contra el piso. Mi cabeza comenzó a sangrar, mi rostro tenía heridas profundas, mi boca estaba llena de sangre y mi nariz también, me veía horrible.

-¿Quieres repetir lo que dijiste?- preguntó apretando sus dientes.

-Ya me escuchaste.- Contesté.

Esta vez me cogió del cuello y con su puño comenzó a golpearme el abdomen.

-Contigo siempre me divierto, Lein. Nos vemos luego, cuídate bonita.-  y se fue.

Estaba lloviendo horrible, parecía que el cielo se caería, pero yo seguía tirada en el piso frío. El agua helada caía sobre mi cuerpo débil haciendo que temblará. Los golpes que había recibido esta vez habían sido más fuertes que la vez anterior.

Todo mi cuerpo estaba adolorido, mi rostro ardía y la sangre que goteaba de mi cabeza se combinaba con las gotas de lluvia que caían sobre mi rostro.

Mire al cielo gris, era hermoso a pesar de la lluvia y los rayos, cerré mis ojos para sentir la lluvia caer sobre mi rostro lleno de heridas.

Abrí mis ojos y volví a ver el cielo ahora más claro, ya estaba amaneciendo y yo seguía sentada en el borde de la terraza, recordando algunas cosas.

Escritos A La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora