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Sus manos tomaban con suavidad unas de las primeras cosechas de la primavera, las manzanas estaban rojas y gordas, brillantes y apetecibles. Una canasta de paja sobre el suelo era el lugar perfecto para depositar cada una de aquellas manzanas. Había sido un largo día, estaba algo cansada y aún así decidió preparar una rica tarta de manzana.
Amy entro a su pequeña cabaña en mitad del bosque, era un lugar agradable invadido de flores, naturaleza y árboles, a no muy lejos de allí había un río donde la eriza solía lavar su ropa.
Quisiera decir que la razón por la que estaba allí fue por mero amor a la naturaleza, pero no era así, lastimosamente la guerra la termino llevandola a tal lugar, no había quedado nada después de el último ataque de Eggman, la mayor parte de sus amigos habían muerto en batalla y aunque ya hubieran pasado años de aquella tragedia aún había dolor en su corazón. Perdió al amor de su vida, a sus hermanos, sus amigos, su familia, no quedó nada de lo que alguna vez fue su vida; pero después de varios años llegó a ver lo positivo de su vida actual.
Tranquilidad, estabilidad, un hermoso amor con quién compartía su vida. Después de la tormenta viene la calma y ella había sido la prueba viviente de eso.
Finalmente dejo de pensar en el pasado y volvió a su bello presente, una pequeña eriza de color lavanda pastel la tomo de su larga falda azul, jalando ligeramente está mientras le hablaba.
─── Mami, ¿A qué horas volverá papá? Lo extraño.
Amy sonrió y tomo a la pequeña en su brazo derecho para con su mano libre tomar la canasta:
─── Papi llegará pronto.─ sonrió con inocencia caminndo en dirección a la cocina, dónde prendió varias velas para iluminar el lugar y así poder comenzar con la cena.
L
astimosamente la comida ya estaba lista, las horas habían pasado y él aún no llegaba a casa. Mando a su pequeña a dormir y se quedó en su pequeña sala, observando en dirección a la puerta; esperando su amado. La eriza estaba a punto de dormirse allí mismo, cuando un ruido la alertó y rápidamente salio de su hogar para ver al causante de este y allí estaba, un erizo de largas púas plateadas malherido, sobre el pastizal verde, siendo iluminado por la poca luz lunar que había.
La preocupación en Amy se disparó al verlo con aquella herida.
─── ¡Silver, amor! ─ se inclino hacia el tomando entre sus manos aquel pálido rostro que poseía ─ ¿¡Que te paso!?
El soltó una risa ─── Fui a buscar algo para ti, por nuestro noveno aniversario, en el camino me encontré con algunas ojalá de el doctor...─ con su mano derecha acarició una mejilla de su amada ─ A pesar de a ver muerto sigue dando problemas... ¡Pero aún así logré traer algo perfecto para ti!