Capítulo 22.

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Después del Gran Premio de Francia regresaron a Mónaco para pasar las vacaciones de verano, incluidos Toto y Christian que estaban de visita.

Aquellos días habían sido muy ajetreados para todos; Joelle y los niños se mudaron con Lewis, Babette había comenzado a trabajar para Susie y Kassandra ya que el médico le dio órdenes de cuidar su cuerpo y no viajar tanto, razón por la que los cuatro jóvenes habían hecho un esfuerzo extra al cuidar de los niños aquella semana y habían comenzado a buscar una nueva niñera, Charles había comenzado a salir con una otra mujer y todos estaban a la espera de que aquello saliera irremediablemente mal, no porque se lo desearán realmente, sino porque lo conocían.

Aquella mañana Sergio se encontraba solo por primera vez desde que se había mudado con Max. El neerlandés estaba visitando, junto con Joelle, el internado al que planeaban enviar a Duncan, el niño tenía que tener una educación fija y con el trabajo de ambos les era imposible, así que aquella era la mejor opción, Lewis estaba en New York, Carlos y Lando estaban en España, de visita con la familia Sainz y Charles estaba con su novia, el monegasco había organizado una cita doble para que la chica le presentara una amiga a George, ya era tiempo de que entretuvieran al británico con algo que no fuera chismes de ellos.

Sergio estaba disfrutando de aquel día de paz y tranquilidad, había olvidado lo que era no tener siempre a alguien a su lado, o detrás, o al frente... aquellos chicos siempre estaban en todos lados, revoloteando a los alrededores como molestas moscas.

Estaba a punto de sentarse en el cómodo sofá reclinable que había comprado para darle un toque masculino al lugar y ver alguna película, cuando el timbre de la puerta se escuchó por todo el departamento, él supo, con anticipación, que no podría ser ninguno de sus amigos, aquellos chicos no solían anunciarse, entraban sin más.

Cuando abrió la puerta Arthur Leclerc estaba parado en el umbral.

Sergio intento cerrar la puerta en cuanto vio al menor, pero este lo evitó.

—Quiero hablar... por favor, seré breve.

Sergio suspiro y lo medito unos segundos antes de abrir la puerta y dejarlo entrar.

Arthur tomó asiento y espero pacientemente a que Sergio volviera con una taza de té, el solo hecho de que aquel hombre fuera amable con el después de todo lo que había hecho le producía un fuerte dolor en el pecho.

—Dime ¿qué haces en mi casa? —Sergio enfatizó aquella pregunta, dejando en claro que ya no solo era el departamento de Max, sino de ambos.

—Lo siento, yo no sabía que estarías aquí —el chico se secó las palmas sudorosas en la tela de su pantalón.

Sergio dejo escapar una risa sarcástica.

—Claro, apuesto a que estabas buscando a Max.

—En realidad vine para hablar con Joelle.

Sergio tenso los músculos de la espalda, su mirada se endureció.

—Escúchame bien, si te acercas a ella, si la buscas de nuevo o si solo piensas en ella, te juro que no importará el cariño que le tengo a tu hermano, yo mismo te matare.

El menor paso saliva y volvió a limpiarse el sudor.

—Estoy seguro que de que tendrás la bendición de mi hermano para hacer eso, pero no es lo que piensas yo... vine a disculparme con ella, sé que no me perdonara jamás lo que hice, yo mismo no lo hago, pero estoy trabajando para que, algún día, pueda levantar la cara, verme al espejo y no sentir vergüenza de mí mismo.

—¿Esperas que te crea el numerito de arrepentimiento que estás montando aquí?

—También te debo una disculpa a ti, Sergio y a Max, no espero que me creas, he causo el daño suficiente para que no confíes en mí, yo no lo haría, pero estoy siendo sincero, lo que estoy haciendo aquí es rogar por otra oportunidad, no quiero seguir siendo la basura que era toda mi vida.

Crowns & Hummingbird. [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora