A la mañana siguiente Mikasa bajó la escalera esperando ser bienvenida por su padre. Se había puesto el suéter gris paloma que él le había enviado el mes anterior. Diminutos botones de perla lo cerraban en un ribete justo por encima de sus pechos. Traía zapatos bajos a juego y perlas en el cuello. Confiada y segura de sí misma, Mikasa se sentía capaz de sortear las preguntas de su padre, su insistencia para que volviera a casa por un tiempo. En lugar de ello, cuando entró en el familiar cuarto débilmente iluminado, se encontró con Eren.
Ella se quedó de pie, inmóvil y silenciosa, mientras permanecía frente a él al otro lado de la habitación. Los ojos de él, de un brillante verde y llenos de malvados secretos, la observaron atentamente. Gruesas y negras pestañas enmarcaban las brillantes esferas, tal como su grueso y castaño pelo recogido enmarcaba los salvajes rasgos de su rostro. Sin pómulos prominentes, su nariz un arrogante tajo descendente en su cara. Sus labios eran finos, y podían estar llenos y sensuales después de una caliente ronda de besos o finos por la cólera. Ahora, él parecía simplemente curioso.
Sus brazos estaban cruzados sobre el pecho ancho y musculoso, sus tobillos cruzados mientras se apoyaba en el respaldo de un sofá a cuadros, de tal manera que estaba enfrentado pero lejos de ella.— ¿Dónde está Papá? — preguntó Mikasa, luchando contra su excitación y sus propios deseos irrefrenables.
— Tuvo una demora. Espera, quizás, estar en casa mañana – dijo él quedamente.
-— ¿Quizás? – ella acalló apenas el temblor en su voz.
— Quizás – él se irguió de su postura perezosa, observándola con una intensidad que le estrechaba los ojos, y que le hacía a ella tener los pechos y el coño latiendo. Maldito fuera él por el efecto que tenía en ella.
— ¿Y no me lo podría haber dicho él mismo? — cuestionó nerviosamente, mirándolo avanzar hacia ella, decidida a mantener su posición.
— Estoy seguro que él llamará, eventualmente – la voz de Eren era lenta, se arrastraba perezosamente, espesa por la tensión y la excitación. Mikasa hizo todo lo que pudo por mantener sus ojos en la cara de él, en lugar de permitirles descender para ver cuán grueso se había puesto el bulto en sus pantalones. Ella supo con toda certeza que el latido en su vagina se había intensificado.
— ¿Entonces te alistaste como voluntario para el comité de bienvenida? – ella estaba jadeante, y supo que él lo podría oír en su voz. Los ojos de Eren se oscurecieron con el conocimiento, haciendo que el latido de ella se intensificara aún más.
Él se acercó sin detenerse, hasta que sólo estuvo a unos centímetros de ella. Mikasa podía sentir el calor de su cuerpo, haciéndole sentir un hormigueo en sus terminaciones nerviosas. Era alto, mucho más ancho que ella. Ella se sintió a la vez amenazada y segura. Las alternantes emociones la atraparon, incapaz de moverse, sin voluntad para correr.
La sangre corría por sus venas mientras ella trataba de darle sentido a los poderosos sentimientos que estaban atravesando su cuerpo y su mente. Dos años había pensado en él, había luchado con la tentación que él representaba y el ardor que inspiraba.— Siempre estoy aquí para darte la bienvenida, Mikasa – él sonrió, esa lenta rareza de sus labios que hacía que los músculos del estómago de ella se tensara — Pero tengo que admitir, estaba más que ansioso después de hablar contigo ayer.
La cara de ella llameó, haciéndose eco de sus gemidos y su lucha por respirar a través del clímax susurrado directamente a su mente. La voz de Eren, ronca y profunda, áspera por su propia excitación y luego por su propio clímax, la incitaba. Mikasa tragó saliva mientras se mordía el labio en nerviosa indecisión. ¿Le extendería la mano? ¿O debería escaparse de él?
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Hingabe [EreMika] [Adaptación]
Fanfiction- Eren la desea en cuerpo y alma pero aún más su sumisión.