Mikasa estaba dolorida. Su cuerpo entero palpitaba, protestando por su desvelo. Los músculos de sus piernas estaban tiesos y ardidos, sus brazos y hasta sus pechos estaban doloridos.
— Abre los ojos, Mikasa. Tenemos que quitar el invasor y necesitas un baño caliente. – La voz de Eren era firme, no tolerando ningún rechazo.
Sus ojos se abrieron, su cabeza giró hacia él, sus ojos enfocando los rasgos salvajes de su cara.
— ¿Dejaste esa cosa dentro de mí? – dijo ella entre dientes con incredulidad.
Él arqueó una sola ceja.— Tu trasero era estrecho, Mikasa. Necesita acostumbrarse a estirarse antes de que ser capaz de tomar mi polla ahí.
Su corazón latió ruidosamente contra sus costillas.
— Ve al cuarto de baño, luego regresa aquí. Si intentas quitarlo tu misma, te ataré otra vez y te dejaré allí el resto del día.
Él lo pensaba. Ella vio su determinación en las duras líneas de su cara.
— Sácalo primero – dijo ella en cambio.
Él sacudió su cabeza. — Haz como digo, Mikasa. Tengo una razón para mis demandas, nena.Mikasa frunció el ceño, pero ella sabía que no quería experimentar la tortura de estar atada y babeando de necesidad. Y ella sabía que él la haría babearse. La torturaría, luego la abandonaría para que sufriera en su excitación. Ella no estaba lista para correr ese riesgo aún, no después de anoche.
Entonces ella se levantó de la cama, y caminó con cautela hacia el cuarto de baño. Después de aliviar su necesidad más apremiante, cepilló sus dientes y lavó su cara, luego regresó al dormitorio. Su estómago era un nudo de nervios, preguntándose como planeaba Eren seguir con la sensual tortura que había comenzado la noche anterior.— Sobre tus rodillas. – Él cabeceó hacia la cama, estaba de pie al lado de ella, desnudo y luciendo una erección que parecía un arma. Su miembro era el más grande que ella alguna vez hubiera visto, casi tan grueso como su muñeca, con una hinchada y brillante cabeza que hacía su boca agua al verlo.
Mikasa fue a la cama, asumiendo la posición que ella sabía que él quería. Ella tembló mientras su mano acariciaba los cachetes de su trasero. Sus dedos recorrieron su ano hasta que él agarró el invasor anal, tirando despacio, con cuidado, liberándolo de su trasero.— Quédate quieta – le ordenó antes de que ella pudiera moverse. — Bajo tu gabinete hay algunas provisiones personales que compré para ti. De ahora en adelante las usarás siempre que yo te diga de hacerlo. ¿Entendido?
— Sí – susurró ella, sintiendo arder su vagina, humedeciéndose mientras él pasaba sus manos por su trasero.
— No voy a follarte ahora porque para ser honesto, no creo que pueda mantener mi polla fuera de tu trasero. Pero necesito el alivio, nena.
Él se movió alrededor de la cama entonces, girándola para quedar enfrentados, su polla apuntando hacia su boca. Mikasa se lamió los labios. Ella los abrió mientras la cabeza púrpura golpeaba contra ellos. Escuchó su fuerte gemido mientras ella cerraba los labios alrededor de su miembro, tomándolo, abriendo su garganta para esos últimos centímetros posibles.
Una de las manos de él agarró su polla, para asegurarse de no darle más de lo que ella podía tomar, la otra retorció su cabello. El agudo borde de dolor le hacía apretar su boca alrededor de su polla, su garganta trabajaba sobre la cabeza en tanto él gritaba de placer. Él no estaba dispuesto a prolongar su propio placer esta mañana. Empujó dentro y fuera de su boca con golpes profundos y duros, manteniéndola quieta mientras él gemía repetidamente ante el placer que ella le daba. Entonces, ella sintió su polla sacudirse, palpitar y luego su esperma llenando su boca mientras él gritaba su liberación. Eren respiraba con fuerza cuando se retiró de ella, su pene todavía estaba erecto, todavía listo para ella, pero él no hizo nada más.
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Hingabe [EreMika] [Adaptación]
Fanfiction- Eren la desea en cuerpo y alma pero aún más su sumisión.