Capítulo 7

603 28 0
                                    


Mikasa observaba a Eren, intentando aquietar la difícil y áspera respiración que sacudía su cuerpo. Parecía no poder conseguir suficiente oxígeno, parecía no poder normalizar el fuerte estremecimiento de su palpitante corazón.

- Hay una línea delgada que divide el placer del dolor - le dijo él mientras sacaba el invasor anal de la bandeja, y el tubo de lubricante. - Es tan delgada, que si todo va como debiera ir, el dolor se suma al placer, de una manera erótica y oscura.

Él se corrió a los pies de la cama. Aflojó las cuerdas atadas al estribo, y tomó rápidamente sus piernas antes de que ella pudiera patearlo. Ignorando sus violentos esfuerzos y sus maldiciones acaloradas, en minutos él tenía su cuerpo entero dado vuelta, con las cuerdas sosteniéndola nuevamente en posición mientras él metía varias almohadas bajo sus caderas.

- Bastardo - Su voz estaba estrangulada mientras una excitación enloquecedora se disparaba por su cuerpo. Su trasero estaba arqueado hacia él. Ella estaba extendida, abierta para él, y los destellos de miedo y excitación que recorrían su cuerpo la tenían aterrorizada.

- Dios, Mikasa, eres tan hermosa - gruñó él desde atrás, su voz áspera, llena de lujuria. - Tu pequeño trasero tan rosado y bonito. Y me gusta como mantienes tu coño depilado, tan suave y liso. Pero hubiese preferido hacerlo yo mismo. De ahora en adelante, me ocuparé de eso por tí.

Mikasa tembló, gritando. Ella debería odiar esto. Debería estar gritando, pidiéndole que se detuviera, en cambio su cuerpo pulsaba de necesidad y deseo, anticipándose.

- No deberías haber esperado tanto para volver, Mikasa - susurró él mientras besaba la llena mejilla de su trasero. - No deberías haberme hecho esperar tanto, nena, porque no seré capaz de ser tan gentil como lo hubiera sido.

Su coño palpitó con sus palabras.

- Y tendré que castigarte - Ella gimoteó ante el creciente entusiasmo de su voz. - Pero de todos modos lo hubiera hecho, Mikasa. Porque necesito ver ese bonito trasero ponerse todo rojo y caliente por mi mano.

- No - A pesar del grito instintivo de ella, su mano cayó sobre la mejilla redondeada de su trasero.

El calor destelló a través de su carne, entonces ella gritó mientras un dedo se hundía en su coño un segundo más tarde. Ella se dobló, se retorció contra sus ataduras.

- Estás tan mojada - gimió él. - Tan apretada y caliente, Mikasa. Pero para cuando mi polla se hunda en tu lindo coño, vas a estar más apretada.

Su mano golpeó otra vez mientras su ancho dedo se retiraba de su temblorosa vagina. Mientras el calor aumentaba en la carne de sus nalgas, su dedo se hundió otra vez. Mikasa gritaba de miedo y de una oleada de entusiasmo oscuro, erótico. Los golpes no eran crueles, sino bastante agudos y picantes, construyendo un calor constante en su carne.

- Tan linda - Él golpeó el otro lado, entonces su dedo empujó dentro de ella otra vez. Ella estaba tan mojada que goteaba. Él alternaba los golpes suaves con los picantes, lo que la mantenía estremeciéndose de anticipación. Mantenido su carne acalorada, el dolor destellando por su cuerpo. Un dolor que ella odiaba, lo odiaba porque el placer que venía de él la estaba volviendo loca. Ella podía sentir sus jugos fluyendo de su sexo, oír sus gritos resonando con necesidades a las que ella no quería nombrar.
Para cuando él terminó, ella sentía su trasero encendido, sus caderas estaban rotando, su sexo palpitando. Ella se moría de necesidad. Si él no la follaba pronto, se volvería loca. Ella se quemaba, por dentro y por fuera, una ola de lujuria ardiente atormentaba sus entrañas mientras ella luchaba contra los placeres depravados de la azotaína.

Hingabe  [EreMika] [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora