01: El trato

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"¡Joder, una embarazada!" Pensó.
Víctor era un intercambiador, pero utilizaba sus poderes para ayudar a los demás y obtener ingresos. Intercambiaba cuerpos con personas durante días o semanas para ayudarles a superar cualquier cosa que estuvieran intentando cambiar, o darles un descanso de la vida cotidiana.
Camila estaba en su último mes de embarazo y estaba emocionalmente y físicamente agotada. Como madre primeriza, se sentía abrumada por la ansiedad y el estrés, y sabía que necesitaba un poco de ayuda. Había oído hablar de Víctor y su habilidad para intercambiar cuerpos, y decidió probarlo para obtener un merecido descanso antes de dar a luz.
"¡Hola!" saludó Camila mientras se acercaba, acariciando su gran barriga. "¡Estoy tan emocionada de que estés aquí! Estoy bastante abrumada últimamente y realmente necesito un respiro". Víctor sonrió comprensivamente y se preparó para el intercambio.
"¿Listos para empezar a trabajar?", dijo Víctor con una pequeña sonrisa mientras se adentraban en el proceso. "¡Vamos!", respondió Camila emocionada. En cuestión de segundos, Víctor estaba en el cuerpo de Camila, sintiendo el peso de su barriga y la incomodidad de moverse con dificultad.
Víctor se encontró inmediatamente ajustando su postura para soportar el peso adicional y experimentando el resplandor maternal que irradiaba de su nuevo cuerpo. Cada paso que daba era lento y cuidadoso, ya que se aseguraba de proteger al pequeño ser que llevaba dentro. Víctor podía sentir cómo su espalda se tensaba y cómo las patadas del bebé lo llenaban de una cálida sensación de amor incondicional.
"Wow, esto es todo un desafío", pensó Víctor mientras se aferraba a su vientre. A medida que pasaban los días, Víctor aprendió más sobre las preocupaciones y el amor inmenso que Camila sentía hacia su bebé. Cada movimiento que hacía se volvía más consciente y protector, y su conexión con el bebé crecía cada vez más fuerte.
Sin embargo, Víctor también experimentó las luchas físicas y emocionales de un embarazo avanzado. Las noches sin dormir, los antojos incontrolables y las incomodidades constantes comenzaron a agotarlo. Sentía cómo su espalda se arqueaba bajo el peso de la barriga y cómo sus pies se hinchaban al final del día.
Finalmente pasaron las dos semanas. Mientras Víctor se preparaba para regresar a su propio cuerpo, no pudo evitar sentir un profundo agradecimiento por la increíble oportunidad de caminar con los zapatos de Camila, o más bien, sus pies hinchados.

Sin embargo, ese día, Camila no se presentó en su casa para volver a su cuerpo original, dejando a Víctor preocupado y confundido

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Sin embargo, ese día, Camila no se presentó en su casa para volver a su cuerpo original, dejando a Víctor preocupado y confundido. El intentó contactarse con ella, pero no obtuvo respuesta.
Víctor estaba en pánico. No podía creer que Camila se hubiera ido. El miedo y el disgusto se apoderaron de él al darse cuenta de que, si las cosas seguían así, él tendría que dar a luz y experimentar ese horrible dolor en un cuerpo que no era el suyo.
Intentó contactar a Camila una y otra vez, pero seguía sin obtener respuesta. El disgusto y la repulsión de dar a luz se apoderaron de Víctor. No quería experimentar ese tipo de experiencia tan dolorosa y desagradable, especialmente sabiendo que no era su cuerpo, él era un hombre que ahora se encontraba atrapado en el cuerpo de una mujer embarazada. Se sentía traicionado por Camila y también por sí mismo por haberse metido en esta situación.
Las días pasaron y Víctor seguía sin noticias de Camila. El temor y la desesperación aumentaban cada vez más. Sabía que no podía esperar más, el bebé cada vez estaba más cerca de nacer y él no quería quedarse atrapado en ese cuerpo durante el parto.
Finalmente una tarde, el recibió una llamada desde un número desconocido, al instante el reconoció la voz de su antiguo cuerpo que ahora pertenecía a Camila. Ella se disculpo inmensamente por su ausencia y le dijo por teléfono: "Lo siento Víctor, no estoy preparada para dar a luz, tendrás que hacerlo en mi lugar" y luego ella cortó abruptamente la llamada.
Víctor estaba en estado de shock. No podía creer lo que acababa de escuchar. No solo se sentía traicionado y engañado, sino que ahora se encontraba en una situación en la que tendría que enfrentarse al dolor y la experiencia de dar a luz en un cuerpo que ni siquiera era el suyo.
La repulsión inundó todos sus sentidos mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. Se sentía atrapado y sin opciones. El intercambio de cuerpos no debía durar tanto tiempo, además, no había aceptado llevar a cabo el parto en lugar de Camila. Estaba furioso y asustado, sin saber qué hacer.
Víctor se encontró en una situación desesperada. A regañadientes, se vio obligado a ir al hospital para dar a luz al bebé que llevaba dentro de su cuerpo prestado. Cada paso que daba, cada contracción que sentía, recordaba con amargura la decisión que había tomado de ayudar a Camila y su bebé.
En el hospital, Víctor fue recibido por el personal médico, quienes la llevaron a la sala de partos junto a otras mujeres embarazadas.
La habitación estaba llena de mujeres en diferentes etapas de trabajo de parto. Víctor sintió cómo el miedo y la incomodidad se intensificaban en su interior. Nunca antes había experimentado algo tan abrumador.
A medida que las horas pasaban, las contracciones de Víctor se volvían cada vez más fuertes. El dolor se extendía por todo su cuerpo, y cada vez que miraba su barriga abultada, una mezcla de miedo y repulsión lo asaltaba.
El médico y las enfermeras intentaban tranquilizar a Víctor, pero sus palabras se perdían en medio del caos interno que sentía. Cada empujón era una tortura física y emocional. Víctor deseaba desesperadamente que esto terminara, que pudiera volver a su propio cuerpo y dejar atrás esta pesadilla.
A medida que el parto avanzaba, Víctor pudo sentir cómo las contracciones se intensificaban, pero algo no estaba bien. A pesar de todos los esfuerzos que hizo para empujar, la vagina de su nuevo cuerpo no se dilataba lo suficiente. El dolor se volvía insoportable y el miedo se apoderaba de él mientras se daba cuenta de que había un problema grave.
Enojado y frustrado, Víctor gritaba en su mente, sintiéndose impotente y traicionado. Sentía que Camila lo había engañado deliberadamente al dejarlo en esta situación tan dolorosa y traumática. ¿Cómo había llegado a este punto en el que tenía que enfrentarse a algo tan íntimo y aterrador como dar a luz en un cuerpo que no era el suyo?
A medida que las contracciones continuaban, Víctor se resistía a aceptar la realidad de su situación. Cada vez que sentía el dolor rasgando su cuerpo, el resentimiento crecía dentro de él. No podía evitar pensar en todas las razones por las que debía estar molesto: la falta de comunicación de Camila, la falta de preparación para enfrentar el parto y el hecho de que ahora él tenía que lidiar con todo esto en lugar de ella.
Mientras el personal médico movía la sala de partos a toda prisa, Víctor se sentía cada vez más aislado. No solo estaba lidiando con el dolor físico, sino también con la sensación de ser un extraño en medio de todas las mujeres que daban a luz. Sabía que no era como ellas, aunque estaba en el cuerpo de una, y que su presencia allí era anormal, lo cual solo exacerbaba su enfado.
A medida que las contracciones se volvían más intensas y el dolor se volvía insoportable, los médicos y las enfermeras le instaban a Víctor a optar por una cesárea, advirtiéndole sobre los riesgos de un parto natural en su situación. Pero Víctor, cegado por la ira y la sensación de traición, ignoró todas las recomendaciones y decidió seguir adelante con el parto natural.
Con cada empujón, el cuerpo de Camila resistía y se resistía. El dolor aumentaba y las lágrimas caían por su rostro. A medida que el proceso avanzaba, la vagina que ahora era de Víctor sufrió graves desgarros y daños en el proceso. El dolor se volvió aún más insoportable, su cuerpo temblaba y los gritos llenaban la sala de partos. Los médicos luchaban por controlar la situación y detener la hemorragia, mientras Víctor se retorcía de agonía.
Víctor sentía como si su cuerpo se fuera a romper y cada vez más desesperado por salir de esta pesadilla. Con todas sus fuerzas, empujó mientras el médico y las enfermeras lo alentaban. Fue un dolor inmenso y angustiante, pero finalmente, el llanto del bebé llenó la habitación.
Víctor se derrumbó en agotamiento y alivio. Miró al pequeño ser que yacía en sus brazos y sintió una oleada de amor irracional. Era increíble cómo algo tan bello podía surgir de algo tan doloroso y traumático, pero la alegría de ese momento se vio eclipsada por la devastación física y emocional que Víctor experimentaba. Las enfermeras llevaron al bebé a cuidados intensivos para asegurarse de que estuviera en perfectas condiciones. Mientras tanto, el médico cosió las heridas de Víctor, tratando de reparar los daños causados a su vagina por el parto.
Mientras el personal médico cuidaba tanto de él como del recién nacido, Víctor se sentía completamente destrozado. El dolor y las secuelas permanentes que quedaron en ese cuerpo eran un recordatorio constante de su terrible decisión y la traición de Camila.
En medio de este derrumbe emocional, Víctor se preguntaba cómo podría enfrentar a Camila después de todo esto. Estaba enojado y resentido por haber sido sacrificado de esta manera
Una vez que la placenta fue expulsada y el parto terminó, Víctor fue llevado a una habitación privada. Sus emociones estaban en un torbellino: rabia, miedo, tristeza y agotamiento se mezclaban en su interior. Había pagado un precio demasiado alto por su generosidad y ahora tenía que lidiar con las secuelas.
Después del parto, Víctor se recuperó lentamente, pero se encontraba en un lugar oscuro y lleno de resentimiento. Sentía que su vida nunca volvería a ser la misma y que siempre recordaría aquel desgarrador momento en el que tuvo que dar a luz en el cuerpo de Camila.
Y aunque las cicatrices físicas se quedarían en el cuerpo de ella, él siempre llevaría las cicatrices emocionales de ese traumático parto.

Sifonia de cuerpos (Relatos cortos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora