03: ACR Primera Parte

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Una intensa luz me cegó, y luego sentí como una enorme energía recorría todo mi cuerpo. Segundos más tarde, al fin pude abrir mis ojos nuevamente, y me maraville al darme cuenta de que la máquina para intercambiar cuerpos había funcionado

Lentamente me levanté de la silla, ahora era más fuerte, más ágil, y parecía estar impregnada de una belleza y una sexualidad que nunca antes había experimentado

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Lentamente me levanté de la silla, ahora era más fuerte, más ágil, y parecía estar impregnada de una belleza y una sexualidad que nunca antes había experimentado. Mis sentidos estaban más agudos, y podía percibir el mundo a mi alrededor de una manera completamente distinta.
Había abandonado mi antiguo cuerpo de 93 años, ya muy deteriorado y en fase terminal, y ahora poseía el cuerpo de una atleta olímpica de 17 años llamada Emily.
Me miré en el espejo y no podía creer lo que veía, mi rostro era joven y radiante, mi cabello brillante y mi piel suave como la seda. Me sentía como si hubiera renacido.
Luego incliné la mirada y pude ver mi redondo trasero con asombro en el espejo, observando su esfericidad con fascinación. Mis nuevos glúteos eran firmes y perfectamente formados, y al pasar mis manos sobre ellos, no pude evitar sentir una sensación de firmeza y suavidad que nunca antes había experimentado.
Me sentía increíblemente poderosa, sabiendo que ahora poseía un cuerpo atlético y en perfectas condiciones. Mis piernas, en particular, me daban una sensación de fuerza y confianza que nunca había experimentado en mi antiguo cuerpo. Me dí cuenta de que podía moverme con gracia y agilidad, disfrutando cada paso que daba y sintiendo cómo mis grandes y poderosos glúteos trabajaban en armonía con el resto de mi cuerpo.
Entonces yo volteé la mirada hacia la camilla donde estaba mi antiguo cuerpo, de 93 años que luchaba por respirar, con una sonrisa en mi rostro y una sensación de libertad en mi corazón. Ahora, finalmente podía vivir mi vida como siempre había deseado, disfrutando de la juventud y la vitalidad que tanto tiempo había anhelado.
Sentí una profunda gratitud por la organización ARC, a la cuál acudí para obtener este increíble cuerpo tan joven y atlético.
Por la módica suma de 1.3 millones de dólares, ellos habían secuestrado a esta hermosa adolescente de 17 años, y la habían obligado a intercambiar cuerpos conmigo.
Lentamente me acerqué a la camilla donde estaba "la anciana", y con una sonrisa de satisfacción, tomé su débil mano en la mía. Sabía que todo el mundo pensaría que era la persona mayor que agonizaba en la cama, pero en realidad, ahora yo era quien viviría una vida revitalizada y llena de energía en el cuerpo de Emily.
Aunque sabía que lo que había hecho era moralmente cuestionable y cruel para la joven a la que le habían arrebatado su cuerpo, su vida y su juventud, no podía evitar sentir una alegría increíble por tener una segunda oportunidad en la vida.
Pero por un momento, disfrutaría de las delicias de la juventud, y saldría a correr por las calles, sintiendo la libertad de poder moverme al ritmo de mi nuevo cuerpo joven y poderoso.
"La anciana" empezó a llorar, su respiración se volvió más agitada, y su mano en la mía temblaba. Me miró con ojos llenos de angustia y pude ver la tristeza en su rostro arrugado. Me pareció escucharla decir con voz débil: "¿Por qué? ¿Por qué hiciste esto?".
Me sentí invadida por una ola de culpa y remordimiento. En ese momento, me di cuenta de todo el dolor y sufrimiento que le había causado a esta joven inocente.
Sin embargo, no quería morir, quería vivir. Había esperado tanto tiempo por esta oportunidad, y no podía dejar que se escapara de mis manos.
"Lo siento" fue lo único que atiné a decir antes de empezar a apagar sus sistemas de soporte vital y ver cómo su respiración se volvía cada vez más débil. Sabía que lo que había hecho era terrible, pero no podía volver atrás.
Ahora yo era Emily, y no podía permitir que nada ni nadie se interpusiera en mi camino para disfrutar de esta nueva vida.
Con un nudo en la garganta, salí de la habitación y me dirigí hacia la salida de la habitación. Sabía que tendría que vivir con el peso de lo que había hecho para siempre, pero por ahora, solo quería disfrutar de mi juventud y vitalidad. Tal vez algún día me reconciliaría con la terrible decisión que había tomado, pero por ahora, solo quería vivir.
Ya no era una anciana decrepita de 93 años al borde de la muerte, ahora era Emily, una joven atleta de 17 años con un futuro brillante por delante, y estaba decidida a vivir mi nueva vida al máximo.

Sifonia de cuerpos (Relatos cortos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora