17. Entre Espuma y Media Noche

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Fue un hecho. Se mudaron juntas.

Ya estaban dentro del departamento que pasaría a ser su nuevo hogar y nadie las haría cambiar de opinión. Y había sido en realidad un proceso más fácil del que creyeron.

Fue Freen la que se plantó frente a sus padres y a los de Becky con la decisión ya tomada. Había armado una sola y simple valija y, cuando terminó de bajar las escaleras aquella tarde, sus padres ingresaban a su casa y descubrían la noticia.

Lo único difícil había sido tratar de alejar a sus hijos de los brazos de Naiby que alegaba entre sollozos iba a extrañarlos y continuaba con su discurso de que, aún, era demasiado pronto para esa decisión.

Pero ella ya la había tomado y, ahora, finalmente descansaba sobre el sillón de su nuevo living luego de haber dejado a Morgan dormido sobre su cuna. Le echó una mirada al reloj y se hundió contra uno de los cojines: Becky debía llegar en cualquier momento.

Freen se mordió el labio pensativa y observando fijamente la televisión que yacía apagada. Amaba todo por lo que estaba viviendo, pero no le gustaba ver a Becky al borde del cansancio y llevando sus horas diarias a un límite.

La castaña comenzaba su día antes de las 7 para el Instituto y regresaba a casa seis horas después solo para darse una ducha rápida, almorzar y pasar los minutos que le quedaban hasta las 16 con ella y sus hijos.

Y luego volvía para la hora de la cena, como estaba esperándola ella ahora.

Y todo llevaba casi tres meses recién.

Se recordó a sí misma en los tres primeros meses de embarazo. Donde se colocaba frente al espejo de su habitación, alzaba apenas su remera y observaba su vientre aún plano en aquel entonces y giraba sobre sus talones creando imágenes futuras de cuando las semanas comenzaran a pasar.

Le fue imposible no sonreír al ver que todo ya había pasado.

Y había momentos, como cuando Becky la abrazaba por las noches al dormir, que solía decirle por lo bajo que quería para sus hijos seguridad externa, la misma que ella les había propiciado cuando los llevaba en su interior.

A veces solía sentir que cuando los cargaba, el peso en su espalda no lo soportaba todo cuánto quería. Pero no iba a dejar que alguien ajena a ella o Becky tomara su lugar. Había encontrado las ganas de dejar de ser aquella Freen- capitana de las cheerios que todos detestaban y por el momento no quería retomarlas.

Se puso de pie luego de tamborilear dos dedos en sus piernas y llegó a la mesa por su celular. Cómo odiaba los mensajes cortos de Heidi con un simple "ok" o directamente sin nada solo para hacerle saber que había leído lo enviado por ella.

Arrojó el móvil sobre la mesa ratona al pasar cuando golpearon la puerta y corrió a abrir. Su mejilla quedó en el aire sola cuando Heidi pasó a su lado directo a las habitaciones de los bebés.

Tina en cambio le dejó dos besos y un fuerte abrazo que la hizo sonreír:

- Gracias por venir. De verdad las necesito-

- Para eso somos amigas, Freen. Además, tú sabes que... ¡Morgan! - la castaña cortó su propio monólogo cuando vio aparecer a su novia con el niño en brazos y haciéndole cosquillas para despertarlo-

- Eres un dormilón, holgazán. No haces nada en todo el día. Eres igual a Freen- aseguró Heidi alzándolo al aire con ambos brazos y bajándolo luego para que Tina pudiera acariciarle los cachetes. Freen rodó los ojos y volvió a hablar-

- Créeme que Mon me da trabajo por ambos- aseguró caminando a la heladera y abriéndola para tomar una jarra con limonada y llevarla a la barra. Cuando se acercó con los vasos ya servidos, Tina se acomodó sobre la colchoneta que siempre estaba en el piso y Heidi en el sillón mientras jugaba con Joey sobre sus piernas-

La Causa Perfecta Vr. FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora