Prólogo.
"Tal vez creo que me excedí un poco", comento algo desinteresado el hombre rubio, quien sostenía un trozo de papel en sus manos.
En dicho papel estaba dibujado el rostro de el con la leyenda, se busca muerto.
"Acaban de aumentar 6 veces más la recompensa por mi cabeza", dijó, no estando particularmente nervios o preocupado por tal echo.
Tal vez, y solo tal vez, creía que se habia excedido solo un poco, al aver asesinado a un ejército de mil hombres con sus propias manos y armar.
Hablando de esta última, el ojiazul movió sus ojos hacia su katana apoyada cómodamente en el suelo de madera en la que se encontraba sentado ahora mismo.
"Supongo que no se puede evitar", declaro, al mismo tiempo que dejaba salir un suspiro, cuando algunas personas aparecieron en el patio de la casa en la estaba descansando.
"Uzumaki Naruto, Por oden del Daimio quedas arrestado", uno de los hombres que seguramente eran los oficiales encargados de mantener el orden en la ciudad, hablo.
Levantando la vista de su arma, el rubio observó a mínimo unos 40 hombre detras del que había hablado.
"¿Supongo que no podemos arreglar esto con una poco de té una agradable charla?", Comento con algo de sarcasmo, justo antes de que una flecha dirijida directamente hacia su ojo derecho fuera partida por la mitad, antes siquiera de que tuviera la oportunidad de acercarse más.
"Tomaré eso como un NO", susurro, para acto seguido ponerse de pie, y tomar su katana ya desenvainada con ambas manos.
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"Ya no puedo quedarme mas tiempo en esta casa", comento como si nada el rubio, mientras se alejaba a paso relajado del sitio donde yacían los cuerpos sin vida de 39 personas.
El único sobreviviente de esa masacre, por que no podia ser llamada de otra forma, corrió con todas sus fuerzas en dirección contraria al rubio, listo para informar a su daimio sobre el monstruo humano al que habían enviado a capturar.
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"Me preguntó si podre conseguir algo de ramen", comento naruto mientras se adentraba a un pueblo.
Caminando por las calles del lugar, este parecía estar algo apagado, era un poco comprensible, ya era algo tarde por la noche.
Chasqueando los dientes, el rubio no pudo evitar su decepción al no poder encontrar un puesto de ramen abierto.
"Maldición, supongo que tendre que conformarme con dango otra vez", comento, ya que habia visto al menos un lugar abierto el cual solo vendia dango.