CAPÍTULO 3

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Las clases posteriores transcurrieron con normalidad. El tan ansiado timbre qué anunciaba la hora del receso sonó.

El rubio inglés se levantó de su asiento, la decepción creciente en su pecho.

Todas las clases que había tenido en las primeras horas ya eran de su conocimiento, pues las había recibido en sus clases particulares.

Y como si eso no fuera pitufisuficiente(lo siento tenía que escribirlo), tenía que soportar las miradas de recelo y desagrado de sus compañeros, según ellos disimuladas.

Estaba llegando al punto de poner en duda su decisión de"llevar las cosas por la paz".

Se contuvo de exhalar un suspiro.

Bajó los escalones en dirección a la banca compartida de su primo. En el transcurso compartió una mirada con la franco-china.

-Adrien... -intentó decir, sin embargo, se silenció lentamente al notar como el antes nombrado guardaba rápidamente sus cosas y esquivaba de manera muy obvia su mirada

«¿Qué será esta vez, una sesión fotográfica o tal vez su padre le ordenó regresar temprano para el almuerzo?» pensó el inglés

Como si su familiar hubiera leído su mente le informó-Félix, lo siento mucho, de verdad quisiera pasar el receso contigo... pero tengo que regresar para el almuerzo a mi casa. Esa fue la condición que padre me impuso para tener el permiso de estudiar aquí-sus palabras llenas de pena, decepción y tristeza y unos ojos de cachorro acompañando el discurso.

El rubio inglés resopló-Tranquilo, en realidad ya lo ví venir. Buscaré a alguien más que me muestre el colegio. Buena suerte primo-se dio media vuelta con toda la intención de retirar su presencia de aquel lugar. Una idea llegó a la mente del modelo e inmediatamente interrumpió la acción de su familiar.

-Ya se que no puede ayudarte-le comunicó. Buscó a alguien con la mirada; al encontrar a aquella persona sonrió y gritó su nombre-¡Marinette!

La aludida dio un respingo pues no esperaba ser llamada, cabe recalcar que su atención se encontraba mucho más centrada en el agarre en su muñeca propinado por su mejor amiga.

La morena de anteojos en el momento exacto en que el timbre había sonado agarró su muñeca y la arrastró, digo, guió fuera del salón.

Al escuchar su nombre, inmediatamente detuvo la acción de su amistad.

-¿P-pasó algo Adrien?-preguntó de manera atropellada.

El nombrado negó con la cabeza-Tranquila Marinette, no es nada malo-tranquilizando a la aludida-lo que pasa es que quería pedirte un favor-explicó.

-Por supuesto, ¿de qué se trata?

-Podrías mostrarle el colegio a Félix-alzó sus manos como con intención de orar o aplaudir, a la altura de su pecho-¡Por favor!-añadió con voz aguda.

¿Cómo podría negarse a un Adrien que literalmente se lo estaba rogando? o aún mejor ¿Cómo podría negarle algo a adrien?

-Por supuesto que...-intentó refutar la morena, sus palabras fueron interrumpidas por la peliazul-Por supuesto que sí Adrien-dijo de manera automática.

-¡Gracias Marinette!-exclamó el modelo, acercándose a ella y abrazándola en señal de agradecimiento.

El rostro de la agradecida se tornó rojo de la vergüenza, y balbuceos fueron exclamados de su boca.

-¡Chica, no puedes hacer eso!-chilló la morena, interrumpiendo el tan placentero momento en el cual se encontraba la franco-china.

-¿Por qué no?-cuestionó de manera inocente la de iris azules.

Parfait pour moi (felinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora