CAPÍTULO 11

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«¿Por qué?»

Su mente estaba llena de esa incógnita y solo aumentaba su confusión mientras observaba la espalda de su compañera.

—¿Por qué prácticamente te echaron de tu asiento? -ahí estaba, su curiosidad siendo incapaz de ser controlada y expulsada en una pregunta directa, cruda y específica, una emoción que él sintió podía demostrar frente a ella.

Por un momento, después de que sus palabras abandonaran su boca se preguntó si podrían ser hirientes. Él siempre había sido alguien que se caracterizaba por ser completamente sincero, restándole importancia al hecho de si era hiriente o no en el proceso, no obstante, la idea de causarle dolor a la franco-china no fue de su agrado.

Ella lo regresó a ver y le dedicó una mirada cansada y de cierta manera dolida, pero en el fondo, si observabas sus ojos con la suficiente precisión, podías observar algo que no se asemejaba ni en lo más mínimo con el dolor: había ira y resentimiento, sentimientos que se teñían en el abismal azul marino de sus iris... y sin permiso ni consentimiento le robaban el aliento.

Tuvo que desviar la mirada porque era demasiado intensa la profundidad de la emoción, del potencial y el poder.

—Directo al grano, eh Félix —le dijo divertida, pero con una pizca de recelo.

«Curioso», pensó al notar el tono, y comportamiento algo desconfiado que estaba adoptando, aun así, notó que la desconfianza no era por él, más bien, se debía a una inseguridad interna, algo que la hacía sentir en peligro, como si esperara que lo que sea que ella le fuera a contar, produciría una reacción negativa, así que ella se preparaba para recibir un golpe,no físico, emocional.

—Por supuesto Marinette, tengo cierta intriga de saber cual es una razón lo suficientemente buena como para sobreponer a una mocosa lengua suelta... —la observó con sinceridad, sinceridad que él sabia fue notada por ella —a ti.

—¡Oh!, me siento halagada —dijo con diversión, esta vez completamente pura.

El inglés observó el asiento frente a él y la invitó a sentarse con la mirada, como si fuera él el dueño de la casa y anfitrión del encuentro.

La franco-china, siendo la verdadera dueña del hogar no pudo evitar reírse. Un sonido cantarín que se colaba en sus oídos y se grababa en su cerebro.«Encantador»

—Bueno, ahora que te encuentras más calmada, te importaría explicármelo.

—Claro —tomó el asiento que se le era cedido y se acomodó —, antes de eso, ¿por qué la llamaste lengua floja?

—Porque parece no controlar lo que sale de su boca. Es una mocosa fraudulenta y molesta. —le explicó recordando como se había pegado a su primo y como este obviamente se sentía incómodo con eso.

—¿Fraudulenta?

Mendax1, Marinette —hizo un gesto con su mano restándole importancia, pero al mismo tiempo dando a entender lo obvio.

—Si no me equivoco... ¿es mentirosa en latín, verdad? —el rubio asintió satisfecho con su conocimiento. «Magnífico»

—Desde que puso un pie en el salón no paraba de hablar como cotorra, disculpa el vocabulario —dijo fingiendo arrepentimiento —, locuaz, y cada palabra que decía, no era más que una mentira que ni siquiera se esforzaba en estructurar de manera correcta.

—¿Te diste cuenta... de que mentía?

—Por supuesto, solo es necesario tener tres dedos de frente para poder descernir entre una mentira y una idiotez, y todo lo que ella decía era una idiotez. ¿Por quién me tom... —la regresó a ver y el resto de sus palabras se atascaron en su garganta, cortando su monólogo arrogante.

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Parfait pour moi (felinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora