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"Yo solamente quiero hacerte sentir bien"
"Pero todo lo que haces es mirar hacia otro lado"
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Había pasado una hora desde que los dos amigos estaban sentándos en los columpios del parque, lo único que se escuchaba era como Katsuki sorbia su nariz de vez en cuando, luego de a ver llorado como si quisiese hacer una laguna en el parque.
Preocupado Yuki se disculpo por a ver sido tan grosero y haberlo presionado, entro en un profundo pánico al ver como su amigo inquebrantable ante sus ojos, se había derrumbado en un instante.
El albino lo miro con sus cejas fruncidas de preocupación, temía de que Bakugou le hubiera pasado algo muy malo como para ponerlo de esta forma, no estaba seguro si había tenido nuevamente problemas mayores con su madre como en ocasiones pasadas, o si alguien le hizo algún daño tan grande al extremo de dejarlo casi sin estabilidad emocional. Su cabeza máquino tantas posibilidades asustandose de sus propios pensamientos tan retorcidos.
Pero ver a Katsuki tan vulnerable le preocupaba.
—¿Ya te calmaste? —habló por primera vez Yuki, palmio su espalda con suavidad, tratando de transmitir el consuelo que el tanto quería darle.
—Si...
Dudando, Yuki fijando sus ojos en los de Katsuki, volvió a preguntar.
—¿Todo esta bien? —como su hubiera tocado un botón equivocado, Katsuki derramó nuevamente agua— ¿¡Ehhh!? ¡No, no llores por favor! —se levantó del columpio en pánico hacia el rubio, que sollozaba en voz baja. Yuki lo jalo de su espalda, abrazándolo— Tranquilo, todo estará bien.
Katsuki se sujeto fuertemente de la camisa del albino, hundiendo su rostro en el pecho de su amigo, tratando de tranquilizarse nuevamente. Era muy ridícula la situación, hasta podríamos decir que era algo cómica por como Yuki torpemente reaccionaba ante el llanto del rubio.
Soltó un suspiro al escuchar como Bakugou respiraba profundamente, ya calmandose luego de quince minutos de haber llorado.
Yuki tomó entre sus manos, con delicadeza, el rostro de Katsuki obligandolo a que le diera la cara. Su rostro era un desastre, sus ojos, nariz y mejillas estaban inchados y rojos, pero ante los ojos de Yuki era una vista preciosa. Tal vez porque nunca lo había visto así, y posiblemente en su cabeza, sin vergüenza, le encantaría ver de vez en cuando esa expresión tan adorable según sus pensamientos.
