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"Hay alguna razón por la que hallamos terminado?"
"¿Hay una rehabilitación solo para ti?"
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20 de abril, una fecha muy importante para los señores Bakugou y el día en que su hijo comenzaba a entrar en la adultez, lamentando los buenos momentos que pasaron juntos cuando este solo era un niño gruñón y malcriado, aunque sigue siendolo, pero recordando sus actitudes pasadas podria decirse que habia madurado e iba por buen camino.
Ese día Katsuki cumplía dieciocho años, se sentía un poco presionado al saber que tendría que ser mas responsable de sus acciones de ahora en adelante. No sentía miedo de salir al mundo y explorarlo, estaba muy dispuesto a enfrentarlo con valentía y orgullo. Así sonaba en su cabeza, pero todos sabemos que eso no es posible; hay situaciones que te llevan a momentos inolvidables que hacen que aprendas más de la vida, ya sea para bien o para mal.
Eran las diez de la mañana, y despertó por unos toques en la puerta que sin esperar una respuesta se abrió de golpe, dejando ver a su madre y a su padre con un pastel y un regalo en mano. Rodó los ojos, con un pequeño sonrojo al sentir vergüenza de la situación; su padre tenía un gorro que decía "Feliz 18 años Katsuki" y una foto de el abajo de las letras, su expresión no era del todo buena en esa fotografía por ser tomada a la fuerza por su mismo padre. Mitsuki, de igual forma, tenía un gorro con el mismo diseño y una caja de regalo. Los señores Bakugou entraron al cuarto con una sonrisa enorme y abrieron sus bocas para empezar a cantar.
—¡Happy birthday to you! ¡Happy birthday to you! ¡Happy birthday~ querido Katsuki, Happy birthday to you!
—Dios mio, ya estoy muy grande para que hagan estas cosas. —murmuró cubriendo su cara roja de la vergüenza.
Aunque no le molestaba del todo esta clase de detalles por parte de sus padres, amaba como hacían hacerlo sentir bien aunque le avergüence. Y sabemos muy bien que el rubio es tan orgulloso que no lo admitiría, sino trataría de esconderlo.
—¡Sopla las velas hijo! —alentó Masaru con una sonrisa tierna que tanto lo caracterizaba.
—¿Es necesario? —se quejo quitando la sabana de su cara, soplo las velas que hizo a sus padres sonreír más alegres por como su hijo seguía la celebración después de estar quejándose.
