Sonrisas Inexistentes|| Harry Styles.

《 5 》

"Frío y Caliente,

Dulce y Amargo,

Cerca y Distante,

¿Podrías darme una pista?''

Un tenue crujido, un leve suspiro y ya me encontraba con el sentimiento a flor de piel. Los músculos de su espalda se marcaban al alcanzar la pintura. El almizcleño olor de su masculinidad invadía el lugar. Me sentía perdida, pero al mismo tiempo sabía que este era mi lugar.

Le miré desde mi posición; una maraña de sudados cabellos atados en una coleta castaña de suaves hebras, una fuerte y tonificada espalda, un trasero torneado dando paso a unas imponentes y trabajadas piernas.

Sentir la inspiración que su cuerpo desprendía era complicado al tenerlo desnudo delante de mí. Logro mantener mi errática respiración calmada mientras el chico termina de pintar.

― ¿Querrías dejar de hacer esto? ―la fuerte y ronca voz de Harry retumba por todo el salón haciéndome estremecer. El miedo a ser vista recorre con lentitud cada fibra de mi ser.

―No tiene caso querida, sal de ahí y encarame.

Trago duro. Me ha pillado. Salgo de mi escondite y torpemente balbuceo:

―P- perdón.

Él gira lentamente dejándome ver todo su cuerpo. TODO.

― ¿Qué haces aquí? ―su respiración era irregular, su semblante frío, sin expresión alguna.

Temblé, en ese momento deseé fervientemente no estar en ese lugar, no ahora, no con él. Harry no había notado mi presencia, no hasta ahora, en realidad. Si no sabía que yo estaba allí, 《Hasta hace unos segundos》 ¿Con quién estaba hablando hacia unos momentos? Era obvio que no conmigo.

Miro mi alrededor buscando algún indicio de que otra persona se encuentre aquí. Al no encontrarla vuelvo mi mirada hacia Harry.

―Joder, te he preguntado algo ¿Qué mierda haces aquí?

Muerdo mi labio en señal de nerviosismo mientras él sólo se dedica a mirarme impasible desde su lugar. Mi vista no puede evitar mirar hacia abajo ¿Se habrá dado cuenta de su desnudez?

―Me gusta verte.

De repente, no sé de donde salió tal valor para comentarle eso. Una sonrisa engreída se asoma por las comisuras de sus labios. Se posiciona delante de mí, extiende un brazo y me jala bruscamente hacia sí.

Toma mi mano y la lleva rápidamente a su miembro. Jadeo en sorpresa. Su verde mirada me traspasa, es intensa. Tan rápido como aprieto el montículo, suelta un gruñido y sus ojos se oscurecen en evidente lujuria.

Nuestros pechos suben y bajan a un compás acelerado. La estancia se llena de gimoteos por parte del rizado. Paseo mi mano lentamente por todo su pene, sintiendo como se endurece más con cada caricia. Inclina la cabeza hacia atrás soltando leves maldiciones cuando acelero mis movimientos. Empuja mi cadera haciéndome tropezar y caer torpemente hacia atrás. Se pone de rodillas acomodándose entre mis piernas, las enrollo alrededor de su cadera y él se acerca a mí manteniendo su peso apoyado en sus manos.

Devora mi boca ferozmente mientras intenta deshacerse de la remera que llevo puesta, forcejea con ésta hasta que cae por alguna parte del salón. Su lengua se pasea deliberadamente por mis labios, no pidiéndome, sino obligándome a darle paso a mi boca. Gimo alto cuando, en un hábil movimiento se deshace de mi sujetador turquesa.