Co-protagonista de mi vida

Prólogo - Parte 2

—Él... Él está vivo —susurró, mientras la miraba fijamente a los ojos.

—¿Qué? No, eso es imposible.

—¿Por qué? ¿Porque está escrito en ese papel del que solo salen mentiras, rumores y alguna que otra verdad? —se irritó.

—¡No! ¡Porque si estuviera vivo, habría vuelto hace mucho tiempo!

—Quizás tenía motivos para no volver. No sabe que te conozco, no se lo he dicho.

La chica se llevó las manos a la cabeza y comenzó a caminar por la sala, estresada. De su boca solo salían constantes "No", como si tuviera la esperanza de que negándolo se volvería menos real, pero la verdad era que tenía bien asumido lo que estaba pasando.

Finalmente se detuvo, respiró hondo y con decisión, pidió:

—Llévame con él. Tengo muchas dudas y solo él puede responderlas. Era el más cercano a...

—¿A quién?

Suspiró, pensando rápidamente en cómo podría evitar el tema porque, una vez más, había dicho algo que no debía.

—Dime dónde está y luego te responderé lo que quieras, ¿sí?

Él asintió, feliz, ignorando el horror que estaba sintiendo ella. Entonces ambos salieron de la casa y subieron al coche, emprendiendo el largo camino.

Mientras esa ansiedad constante apenas la dejaba respirar, sus oídos sufrían un pitido leve y su vista iba de aquí allá rápidamente, sin un objetivo fijo. Mirar por la ventana del copiloto tampoco la ayudó, incluso si ver el paisaje a su alrededor siempre era tan gratificante, y ni siquiera la presencia de la persona que iba consigo, que siempre lograba mantenerla en calma, podía parar el latido veloz de su corazón, asustado de ver la realidad.

Siendo más precisos, asustado de ver una parte de la realidad.

"Consecuencias".

Aquella siempre había sido la palabra más terrorífica para ella y, ahora que estaba a punto de darse de bruces contra estas, lo que más le aterraba era no ser capaz siquiera de imaginarlas y el saber que lo que la hacía incapaz de ello era que no tenía ni idea de qué desencadenó todo, aparte de que fue aquello que la cambió.

¿Decepción? ¿Abandono? ¿Algo peor?

¿O quizás ni aquel al que iba a ver después de tantos años tendría respuestas?

Sí, esa sin duda era la peor opción: no salir nunca del bucle constante de falta de información en el que se había convertido su vida desde el día en que, sin saberlo, había empezado a perder tanto.

Pero aunque la vida apriete a todo el mundo, la decisión de ahogarse recae en cada uno.

Y así estaba sucediendo.

Frente a frente con el hombre, que ya no era lo que solía ser, se trataba de la vida apretándola.

La decisión de ahogarse o no ante lo que estaba por venir era suya.

¿Qué elegiría?

¿Qué elegirá, qué elegirá?
Eso el tiempo lo dirá.
Si tú también buscas respuestas, las encontrarás.
Solo tienes que seguir el camino, que abajo continuará.

Vayamos a buscar a otra pequeña familia, en un lugar totalmente opuesto a todos los presentados anteriormente.