Consecuencia

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Quackity presionaba su boca con fuerza, tratando de evitar que cualquier sonido saliera de esta.

Spreen se encontraba arremetiendo contra su cuerpo, dando embestidas suaves por estar hablando.

—. El señor de Luque te ha estado buscando, dijo que te fuiste con Quackity, pero no lo encuentran ‐ dice Farfa, hablándole desde una distancia precavida.

—. No lo sé, terminé de hablar con él y me comencé a coger a esta preciosura - responde, apretando las piernas del menor, dejando en la piel blanca la marca de sus dedos.

—. Bueno, si lo ves avísale a de Luque y Clay - responde, acariciando su sien por los actos de su amigo —. Y deja de hacer eso en lugares como estos, la prensa no te dejará olvidarlo si te descubren.

Spreen tarareo una respuesta, agachando su mirada para ver el rostro rojo y fruncido del menor, quien hacía todo lo posible por contener sus gemidos.

Lo tomó de las caderas y presionó con fuerza, haciéndolo retorcerse en el asiento, mientras que sus piernas se tensaban hasta el punto de dolerle.

Spreen posó su dedo sobre sus labios, sonriéndole —  Él sigue aquí - susurra, haciendo al menor lagrimear.

Quackity apenas podía respirar de lo mucho que se contenía, comenzándose a marear. Pero gemir por ese chico significaría una derrota mucho más humillante que cualquiera.

Spreen sonrió con sorna, relamiéndose los labios.

—. ¿Irás al buffet? - pregunta Farfa, mirando su teléfono.

—. ¿No te Irás? - pregunta Spreen, alzando su mirada para ver a su amigo.

—. ¿Qué tiene? No es la primera vez que presencio esto. En realidad, me molesta más que no invites, siempre lo haces - responde su amigo, guardando el teléfono.

Spreen frunció el ceño. No podía invitarlo porque no estaba con cualquier persona sin importancia, y porque lo que estaba haciendo era casi un crimen.

—. Te invito en la noche, vete - responde, intentando deshacerse de su amigo.

—. Bien, pero que tengan buen culo, sabes como me gustan - le respondió, retirándose del lugar.

Spreen sonrió, comenzando a sentir como el menor apretaba su pene con más fuerza.

Agacho la mirada para verlo, encontrándose con la sorpresa de que su miembro sobresalía del menor.

—. ¿Me sientes? - preguntó, agachándose para apoyarse en al asiento y moverse mejor.

El menor negó con la cabeza repetidas veces, aferrándose con fuerza a los asientos.

—. Y-ya - pide, lloriqueando —. No puedo más, e-es muy grande.

Spreen sonrió por sus palabras, bajando la intensidad para que el menor tomara aire.

—. ¿En serio? Por como vistes creí que te habrías metido con pollas más grandes - dice, burlándose y ofendiéndolo.

El menor frunció el ceño, dándole a Spreen el espectáculo más lascivo. Con su rostro sonrojado, las lágrimas acumuladas en sus ojos y esa mirada de protesta y rebeldía.

Spreen sonrió, presionando más contra el cuerpo del menor.

—. Mierda, ¿s-se hizo más grande? - Quackity presionó su vientre con las manos temblorosas, sintiendo aquel miembro duro en su cuerpo.

El mayor no dijo nada, apretó sus piernas y las llevo contra su cuerpo, acomodándose completamente en el carro para embestir con mayor facilidad.

Quackity arqueo su espalda al eyacular, sintiendo que sus piernas dolían por lo fuerte que se tensaban sus músculos.

—. N-no puedo, ya - se queja, jadeando y conteniendo la respiración cada que quería gemir.

—. ¿Ya? No me he venido ni una vez y tú ya llevas tres, no seas egoísta - le responde, acercándose a su cuerpo para morderlo y dejar marcas muy notables.

Quackity no pudo contener los gemidos por causa de las mordidas, sintiendo su cuerpo estremecerse de pies a cabeza.

Enredó sus brazos alrededor del cuello del mayor y suspiro en su oído, repartiendo besos suaves por la oreja, haciéndolo estremecer.

No podía contra Spreen, y como dirían: si no puedes contra tu enemigo, únete a él.

Sabía que Spreen no se correría si iban a ese paso, debía de hacer algo si quería terminar pronto.

—. Eres tan grande - jadea, acariciando su cabello azabache —. Me gusta.

Spreen frunció el ceño, acercándose para morder su cuello con fuerza y callar sus palabras.

El mayor se alejó para meterse por completo en el auto y cerrar la puerta, acomodando al menor en el asiento, haciendo que el espacio sea más reducido entre ellos y disminuyendo la entrada de aire.

—. A-así no, te siento más profundo - dice el menor, clavando sus uñas en los hombros del mayor.

Spreen sonrió, marcando un vaivén acelerado y profundo, haciendo que Quackity se retorciera en el asiento, eyaculando de nuevo.

El menor se sentía sobreestimulado, comenzándose a marear por la actividad física y la falta de aire.

Se acercó a Spreen y como último recurso mordió su cuello, succionando la piel y gimiendo bajo, dándole suaves lamidas a la marca.

Spreen oculto su rostro en el cuello del menor, suspirando para contener el gemido ronco del orgásmo.

El mayor se alejó, saliendo del menor y escuchando un sonido obsceno al hacerlo. Se quitó el condón y lo ató, para luego acomodarse la ropa.

—. Suerte mañana - dice, saliendo del carro y dejándolo ahí, hecho un desastre.

Quackity apenas podía moverse del cansancio provocado por las sobreestimulaciones, sintiéndose agotado y cansado.

Sus piernas y el cuerpo entero le temblaba.

Suspiró pesado, como pudo se levantó para vestirse, poniéndose las prendas con cuidado.

Salió del auto y cerró la puerta, sosteniéndose del techo de este para no caer.

No soportaba el dolor en los músculos de sus piernas, eso gracias a que nunca se ejercitó lo suficiente para soportar algo como eso.

Entró al hotel, e inmediatamente fue rodeado por personas preguntando dónde y con quién estuvo.

—. Estoy muy cansado, quiero ir a mi cuarto - dice, interrumpiendo a todos.

Pasó la gente y llamó al elevador, encontrando a Spreen salir de este.

Se quedó quieto, mirándolo como si esperara algo, que obviamente no sucedió. Spreen pasó al lado suyo viendo su teléfono como si nada, ignorándolo.

Entró al elevador y miró como el mayor seguía su camino.

¿Qué esperaba? ¿Era tan fácil y emocional como para creer que lo que hicieron haría un cambió entre ellos?

Llegó a su habitación y se duchó. No tenía ganas de vestirse, por lo que sólo se dejó ir contra su cama y se durmió, cayendo en un profundo sueño.











No puedo creer que escribí esto en la escuela.

Dios, perdóname, pero no me siento culpable.

Ya la corregí, no vuelvo a escribir desde el teléfono lptm 

Piloto - SpreeckityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora