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El tiempo siguió su curso, y la amistad entre los mundos de My Hero Academia y Konoha floreció con cada encuentro y experiencia compartida. Kiyoko se convirtió en un puente entre ambos mundos, actuando como embajadora de la armonía y la comprensión.

En una calurosa tarde de verano, Izuku invitó a Kiyoko a dar un paseo por los jardines de U.A. Los pétalos de las flores danzaban con la brisa, y el sol teñía de dorado el cabello rojizo de Kiyoko. A lo largo del camino, el sonido de sus risas llenaba el aire, mezclándose con el canto de los pájaros.

- Gracias por estar siempre a mi lado, Kiyoko-san - expresó Izuku con gratitud, mirando a la ninja con ojos brillantes.

- No tienes que agradecerme, Izuku - respondió Kiyoko, devolviéndole una cálida sonrisa -. Ha sido un honor conocer a un héroe tan valiente y determinado como tú.

Izuku se detuvo bajo la sombra de un árbol y miró a Kiyoko con timidez, llevando una mano a la nuca.

- Kiyoko-san, hay algo que quiero decirte - murmuró, sus mejillas ligeramente sonrojadas.

La curiosidad brilló en los ojos de Kiyoko, y asintió con dulzura, alentándolo a continuar.

- Desde el momento en que nos conocimos aquel dia que caiste sobre el escritorio de Aisawa-sensei, algo cambió en mí - admitió Izuku, su voz llena de sinceridad -. Tú, tus habilidades, tu coraje... me has enseñado tanto y has sido mi inspiración para ser un mejor héroe.

Kiyoko se quedó sin palabras, emocionada por las palabras de Izuku. Tomó suavemente sus manos entre las suyas y le dedicó una mirada llena de cariño.

- Izuku, tú también has sido mi inspiración - confesó Kiyoko, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza -. Tu dedicación y determinación me han recordado por qué elegí ser una ninja. Tu amistad ha iluminado mi camino en este mundo desconocido.

El ambiente se llenó de una cálida y tierna atmósfera mientras sus manos se entrelazaban. El sol parecía brillar con más intensidad, como si celebrara el nacimiento de algo especial entre ellos.

Izuku tomó aire y reunió toda su valentía. Sabía que este momento era importante, y no podía dejarlo pasar.

- Kiyoko-san, he estado pensando mucho en ti... - dijo Izuku, su voz ahora un susurro lleno de emoción-. Cada día que pasa, siento que mi corazón late más fuerte cuando estoy contigo. Me has enseñado tanto sobre la valentía, la amistad y la importancia de proteger a los demás. Y, si me lo permites, me gustaría estar a tu lado, enfrentando juntos cualquier desafío que se presente.

Los ojos de Kiyoko se llenaron de sorpresa y alegría al escuchar las palabras de Izuku. Su corazón latía desbocado, y una sonrisa radiante se dibujó en sus labios.

- Izuku... - murmuró, luchando contra las emociones que amenazaban con desbordarse-. Tus palabras significan mucho para mí. Has tocado mi corazón de una manera especial.

El viento parecía susurrar palabras de aliento mientras los dos héroes se miraban, encontrando en los ojos del otro un reflejo de su propia alma.

- Kiyoko..., ¿quieres ser mi compañera en esta aventura llamada vida? - preguntó Izuku con ternura, un brillo de esperanza en sus ojos verdes.

Kiyoko sonrió conmovida, sus emociones a flor de piel.

- Por supuesto, Izuku - respondió con una voz suave y segura, apretando con suavidad las manos del joven héroe -. No puedo imaginar un camino sin ti a mi lado. Seré tu compañera en esta aventura, enfrentando juntos lo que venga.

El corazón de Izuku dio un salto de alegría mientras una inmensa felicidad lo invadía por dentro. La emoción que lo embargaba se reflejaba en su mirada y en la sonrisa que se dibujó en sus labios. Sin poder contenerse, tomó el rostro de Kiyoko entre sus manos y se acercó para sellar su promesa con un suave beso.

El beso fue tierno y lleno de significado, uniendo sus almas en un pacto silencioso que trascendía las palabras. Izuku sabía que había encontrado en Kiyoko algo único, algo que trascendía las fronteras de los mundos y las dimensiones. Juntos, estaban destinados a compartir una aventura inolvidable.

Con el sol resplandeciendo sobre ellos, se abrazaron con cariño, dejando que sus corazones se comunicaran en el idioma universal del amor y la complicidad. Las manos de Kiyoko acariciaron suavemente el cabello de Izuku, mientras él la apretaba contra su pecho, protegiéndola como el héroe que era.

A medida que sus corazones latían al unísono, supieron que esta unión trascendía las diferencias entre sus mundos. Eran dos almas afines que, en medio de universos separados, se habían encontrado para complementarse y florecer juntos.

El mundo a su alrededor pareció desvanecerse por un momento, dejando solo a Izuku y Kiyoko, perdidos en el eco de sus latidos. El tiempo parecía haberse detenido, y el destino parecía haberlos guiado hasta ese momento de encuentro.

- Kiyoko, eres mi heroína - susurró Izuku, su voz cargada de emoción y gratitud.

Kiyoko sonrió, dejando escapar una risa suave y melodiosa.

- Y tú, Izuku, eres mi ninja protector - respondió con cariño, sus ojos brillando con una chispa especial.

Se separaron unos centímetros, pero sus manos permanecieron entrelazadas. Ahora, estaban unidos por algo más profundo que una amistad o una alianza. Eran dos almas que habían encontrado su hogar en el corazón del otro, dos corazones que latían al unísono.

Los días que siguieron estuvieron llenos de aventuras, risas y complicidad. Izuku y Kiyoko continuaron entrenando juntos, apoyándose mutuamente en sus respectivas misiones y desafíos. Siempre estaban allí el uno para el otro, recordándose constantemente que, sin importar las adversidades que enfrentaran, juntos podían superar cualquier obstáculo.

La noticia de su romance se extendió rápidamente por los dos mundos, y tanto héroes como ninjas celebraron su unión con alegría y felicidad. Se había creado una conexión especial entre sus comunidades, una que trascendía las barreras dimensionales y fortalecía los lazos de amistad y comprensión.

Una ninja en Boku no Hero AcademiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora