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No entendía lo que estaba pasando, es decir; ¿Por qué? ¿Acaso se lo merecía? ¿Era esto alguna clase de castigo por algo que había hecho? Había sido un imbecil, un completo imbecil al dejar a Tony solo y ahora se lamentaba profundamente pero al mismo tiempo se preguntaba ¿Eso de que le servía? Ya no podía regresar y cambiar las cosas, solo le quedaba enfrentar lo que estaba pasando y tratar de superarlo, juntos.

Tony llevaba tiempo sintiéndose mal, no eran solo los constantes e intensos dolores de cabeza que le volvían la vida imposible también llevaba varios meses en los que de manera inesperada se sentía desorientado, apenas siendo capaz de guiarse hasta su propia habitación para intentar descansar.

Su vista se volvía borrosa y le dificultaba realizar sus tareas constantemente pero nunca le pareció nada grave, siempre asumió que solo se estaba volviendo viejo.

Hasta ese día. Cocinaba junto al más alto la cena así que tomó la botella de vino para llevarla a la mesa cuando perdió el conocimiento.

No supo que sucedió hasta que despertó en el hospital, terriblemente confundido.

-¿Stephen?-. Su voz temblorosa sonó en la habitación, rompiendo el silencio.

-Oh Tony, por fin despiertas-. El médico se acercó hasta su pareja, viéndolo con preocupación. -Amor...-.

-¿Qué pasa? ¿Qué me está pasando? ¿Hay algo malo conmigo?-. Se apresuró a preguntar, sintiendo su pecho oprimirse. -¡Dime!-.

-Tranquilo, tranquilo...-. Murmuró intentando calmarlo. -Por favor quédate tranquilo, no digas esa clase de cosas-.

-Algo está mal conmigo... Puedo sentirlo ¿sabes? Siento que hay algo malo-.

La mirada llena de preocupación del cirujano fue su única respuesta.

El castaño rompió en llanto y Stephen se acercó para abrazarlo, dejándolo ocultarse en su pecho. -Tony... Escúchame por favor, sea lo que sea que esté sucediendo lo resolveremos, te lo prometo-.

-No prometas cosas que no podrás cumplir-.

-Lo cumpliré, cueste lo que cueste... No puedo perderte Anthony, no puedo permitirmelo-.

No de nuevo, no de esa manera.

Un tiempo después abandonó la habitación de su esposo para poder charlar con sus colegas sobre el estado de su pareja. Le sugirieron que permaneciera ingresado en el hospital y ellos se encargarían de realizar algunos exámenes más para intentar descubrir cuál era la causa de los síntomas que había estado presentando aunque ya tenían una leve sospecha sobre lo que podría tratarse.

-¿Stephen? Oh gracias al cielo-. Una mujer alta y rubia se acercó hasta él, se trataba de la mejor amiga de Tony y también una buena amiga de él.

-Virginia... Gracias por venir-. Se abrazaron con fuerza, pudiendo sentir su preocupación. -Le alegrará que hayas venido a verlo, estoy seguro-.

-Tranquilo...-. La mujer se separó del abrazo, viendo el rostro cansado, preocupado y ansioso del cirujano. -Ve a casa e intenta descansar un poco, me quedaré aquí con él todo el tiempo que lo necesite-.

-No hace falta-.

-No, por favor ve a descansar... Puedes volver mañana cuándo estés mejor, Tony necesita que estés con él, sí, por supuesto que te necesita pero sabes que comenzará a sentirse peor si sigue viéndote así-.

Accedió al escucharla y se fue del hospital cuando pudo despedirse de su esposo, dejando que Pepper le hiciera compañía y se quedó más tranquilo pues el genio se veía genuinamente feliz de verla.

-¿Qué pasa Tony? Sabes que nos preocupamos por ti ¿Por qué no dijiste nada?-. Preguntó la mujer, buscando una respuesta, un porque.

-No lo sé, no me sentía tan mal al inicio y pensé que era algo temporal, que pasaría pronto y volvería a la normalidad sin más complicaciones... Jamás me imaginé llegar hasta esto-.

La rubia suspiró, acariciando el cabello del mayor.

-Está bien Tony, estos médicos son maravillosos y seguro pronto estarás de vuelta en casa-.

El médico llegó a la casa que compartía con su esposo pero esta vez no se sentía tan afortunado. Sintió algunas lágrimas escaparse de sus ojos mientras veía el espacio vacío a su lado, el espacio de Tony en aquella cama.

-No... Por favor mí amor, no me dejes de nuevo, no puedo perderte, no quiero perderte otra vez-. Cerró sus ojos, buscando relajar su mente y su cuerpo.

Volvió a su realidad al abrir los ojos. En su realidad su cuerpo se encontraba más desgastado, delgado y cansado mientras una mancha de color negro se extendía hasta sus antebrazos.

Se pusó de pie, levantándose de entre el círculo de velas que estaba a su alrededor y se dirigió hasta la biblioteca, buscando desesperadamente entre varios libros.

-¿Stephen?-. Esa voz. ¿Qué hacía ella ahí?. -Stephen soy yo... Solo quería asegurarme de que estuvieras bien-. Se traslado hasta la sala principal del santuario, encontrándose con aquella mujer.

-Estoy bien-. Aseguró mientras mantenía aquel libro en sus manos.

-Te ves... Diferente-. Palmer mantuvo su mirada sobre él, sintiendo ese aura rara proveniente de él. -Stephen, ¿qué has estado haciendo? Hace mucho que nadie sabe nada de ti y desde lo de Tony... Nos preocupamos por ti, yo me preocupo-.

-Estoy completamente bien-.

-Sé cuando me estás mintiendo-. Dio un par de pasos, buscando acercarse pero se detuvo al verlo retroceder. -Sé que perderlo ha sido difícil pero no te hagas esto, no entiendo por lo que estás pasando, claro que no pero no tienes porqué castigarte así-.

-Hay muchas cosas que no entiendes-.

-Prefiero mantenerme ignorante sobre ellas que tener ese conocimiento y darle un mal uso... Sólo déjame ayudarte-.

Tony había muerto, no pudo salvarlo, no pudo prevenirlo, no pudo hacer nada más que verlo agonizar en sus últimos segundos de vida, una vida que había decidido sacrificar para que millones más pudieran sobrevivir, por vidas que para Strange no valían la pena cuando las ponía en una balanza con la del genio.

¿Cómo se suponía que viviera así? Consumido por la culpa y la soledad terminó rompiendo las reglas, solo quería volver a ser feliz y encontró el universo perfecto.

Se encargó de eliminar a su yo de esa dimensión y tomo su lugar, había sido fácil. Después solo intentó e intentó hasta que logró acercarse a Tony.

En esa dimensión seguía siendo un genio pero no un héroe, no habían héroes ahí. Si no hay héroes no puedo perderlo, eso fue lo único que pensó.

Tuvo una segunda oportunidad, empezar de cero junto al hombre que amaba y tener la vida perfecta. Sin accidente, sin perder su trabajo, sin perder a Tony, sin perder nada más en la vida.

O eso era lo que esperaba en esa nueva oportunidad, hasta que todo cambió con aquel incidente. Genuinamente estaba enamorado y preocupado por su salud. Sabía que los médicos podían hacer su trabajo pero también era conciente de que la ciencia tenía un límite y con la desesperación que comenzaba a sentir, decidió volver a su realidad solo para buscar alguna solución entre los libros de hechicería del santuario, necesitaba salvarlo esta vez.

-No necesito ayuda, no soy uno de tus pacientes-.

-Stephen...-.

-¡Ya basta! No quiero seguir escuchandote, solo vete...-. Presionó aquel libro contra su pecho con su mirada fija en la mujer. -Ya vete, por favor-.

La doctora lo observó un momento y finalmente se rindió, saliendo del edificio sin dirigirle la mirada y sin más palabras.

Podía ver como el dolor había consumido al Stephen Strange que había conocido años atrás, solo quedaba un cascarón vacío que buscaba desesperadamente algo de concilio.


Nota: No recuerdo bien como iba el tema de deambular y cambiar de realidades así que disculpen si no se apega a lo que vimos en Multiverse of Madness(? Igual espero que estén disfrutando leyendo esto <3

𝒓𝒐𝒎𝒖𝑻 | 𝑰𝒓𝒐𝒏𝑺𝒕𝒓𝒂𝒏𝒈𝒆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora