5. Baila conmigo

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El ensayo aquel día había finalizado antes de lo habitual. Puesto que, Tzuyu había sufrido una pequeña (nada grave según se les informó después de una media hora en la que Jihyo no les permitió moverse hasta saber el estado de salud de su novia), caída durante el interludio de What is love.

Sana se percató que después de unos minutos la sala había quedado casi vacía de no ser porque ella y Momo aún seguían ahí.

Seguramente algo ahí arriba estaba revolcándose en su sufrimiento. Justamente tenía que ser Momo quién estuviese ahí. Quién sino. Después de que un día a mitad de la noche como a las tres de la mañana para ser exactos descubrió (descubrió, tenía que ser idiota. Era inconsciente hasta para sus propios sentimientos) que estaba irremediablemente enamorada de la mujer, que esos ojos rasgados la seguían hasta en sus sueños. Desde ahí, a la mañana siguiente, las cosas entre ellas se habían vuelto extrañas.
Sana era, más cuidadosa a su alrededor intentando que la mujer no notase absolutamente ningún indicio del sentimiento que le quemaba el pecho volviéndose distante en el proceso.

— ¿Ya te vas? —cuestiona la fémina con sus enormes ojos castaños posados sobre ella, mirándola como un cachorro asustado. Sana quería besarla.

Sana negó con el cabello moviéndose en torno a su cabeza. Momo alargó su mano y quitó los mechones anaranjados cerca de su rostro, la mujer menor sintió que el corazón se le salía por la garganta.

—Podríamos ir a comer —dice. La cautela se desliza en las sílabas pronunciadas por la pelinegra como si supusiese la negativa de antemano.

Sana no quiere negarse. Pero si personalidad es tan dolorosamente obvia que su corazón corría peligro si estaba unos momentos más a solas con la mujer.

—Lo siento, Momo —espeta en un susurro—, pero tengo algunas cosas que hacer.

La expresión en el rostro de Momo decayó. Y Sana estuvo a dos segundos de golpearse, por haber provocado que la expresión de la mujer cambiase tan abruptamente.

—Oh, discúlpame, es que estos últimos días he notado cierta distancia entre nosotras y si he hecho algo mal para ello quería disculparme con una comida.

Sana se patea internamente. El querer proteger a su corazón ha hecho sentir mal a Momo, y joder pero Sana se cortaría un brazo antes de querer dañar a la mujer hermosa parada justo ahí, frente a sí. Con un suspiro, y la boca acomodada en una expresión neutra Sana dice;

—Está bien. Cancelaré los compromisos, comer contigo es más importante que cualquier cosa.

El rostro pálido de Momo se coloreó de rosado y Sana creyó que no había nada más bonito que las abultadas mejillas de la fémina sonrosadas.

Al salir del lugar, ninguna habló. Sana lo intentó, podía decirse, pero ninguna palabra logró salir de su boca. Solo estaba ahí, hipnotizada por la belleza sublime de la pelinegra.

Comieron sumidas en un silencio ligeramente incómodo. Hasta que, la música de fondo en el restorán que eligieron aquella ocasión cambió abruptamente a una melodía lenta que hizo que Momo elevara la vista de su plato con expresión pensativa. 

—Nunca he bailado un lento —espeta. Con la vista al frente mirando más allá de Sana, quién voltea y encuentra una pareja quiénes espontáneamente se levantaron de su silla y comenzaron a bailar.

Sana parpadea. Está a punto de decir algo, pero Momo le interrumpe con una anécdota de baladas que en realidad Sana no presta atención porque está más concentrada en el movimiento de las manos de la mujer cuando habla.

Todo termina de manera abrupta.
Sana está en su cuarto cuando es, nuevamente, consciente del correr del tiempo. Piensa en un plan. En algo espectacular dónde poder -al fin- decirle a Momo lo que pasa por su mente desde hace algunos meses. (Años, en realidad, le corrige su mente en un venir de algún recuerdo aleatorio con la pelinegra en la que la mira exactamente igual que ahora).

Se lo dice la mañana después a Jihyo, quién solo está ahí mirándola fijamente, y luego se encoge de hombros diciendo que se había tardado. Sana le muestra el dedo corazón. Obviamente.

Era jodidamente obvio que la mujer sabía lo que sentía por Momo incluso antes que ella, porque nuevamente era la última en enterarse de todo.

Jihyo le grita algo. A Sana no le importa particularmente, siempre es igual. Y cuando está a punto de amenazarla con llamar a Tzuyu, ella aparece con el rostro acomodado en una expresión neutral.

—Me está molestando —dice. Jihyo hace una mueca, y le empuja.

— ¿Y ese vendría siendo mi problema por? —cuestiona Tzuyu con sus facciones inamovibles. Ni siquiera elevó una ceja o movió los labios más que para hablar. La intimidaría de no ser porque sabe que no mataría ni una mosca.

—Eres su novia. Controla a este animal.

Jihyo hace un sonido ofendido. E intenta golpearla nuevamente, sin embargo la expresión de molestia en el rostro de Tzuyu le hizo retroceder.

— ¿Nos ayudarás entonces? —cuestiona la líder con esos grandes ojos como los de los búhos dirigidos hasta la más alta del lugar

— ¿En qué? —cuestiona Tzuyu con esa vocesita suave que le caracteriza cuando se dirige a Jihyo.

—Momo —se limita a responder. Y con ello las dudas se disipan y Tzuyu tiene de hecho, la misma reacción que Jihyo encogiéndose de hombros y diciendo que ya era hora, que estaba harta de verlas danzar alrededor de la otra y no hacer nada al respecto.

Cuando Sana está a un segundo de decirle algo llegan las demás a prisas, la casta confirma en un rápido vistazo a los rostros cansados de las otras que Momo aún no estaba allí. Entonces, les informó a todas lo que haría.
Ni siquiera se sorprendió cuando ellas sonrieron cómplices, de nuevo, compuso una mueca de cariñoso fastidio porque a estas alturas dónde todas parecen saber más de sus propios sentimientos que ella misma, no había nada más que hacer si era sincera.

En fin. Alrededor de cinco minutos después, finalmente el rostro sonrojado de Momo se asomó por la puerta ocultando sus facciones de Jihyo para no ser regañada por la mujer.

Transcurrieron tres horas. Todas estaban cansadas, pero Sana estaba ansiosa, además.

— ¡hey! —dice cuando está cerca de la mujer pelinegra.
Esta le sonríe. Y es casi dolorosa la reacción instantánea de su estómago cuando se cierra. Joder, es hermosa, tanto que le duele.

— ¿Sucede algo?

Sana asiente.
Momo espera.

Luego la sala es invadida por el sonido de una canción lenta que alguna de las chicas colocó de acuerdo al plan que Sana ideó.

— ¿Quieres bailar conmigo?

Está vez. Momo asiente y Sana extiende su mano y la dirige hacia el centro del lugar el cual se encuentra extrañamente vacío (tiene que sospechar sobre algo, quizás, se cuestiona en el fuero interno).

—Siempre.
Sonríe. Y, Sana siente el corazón estancarsele en la boca.

—Me gustas —espeta con la zurda firme en la cintura de la morena, y la otra apartándole un mechón de cabello en medio de otro lento que bailan.

Momo se limita a sonreír.

—Tú también me gustas, Sana.

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Esto, en realidad, era parte de un reto para la página Es de Fanfics en facebook pero soy una puta irresponsable y no alcancé a escribir a tiempo, así que lo subí en este compilado pq noté que hace más de un año que no actualizo :D

se vienen cositas para este compendio✨

Y hacia el final siempre volveré a ti |SaMo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora