Capítulo 4: Rosas azules

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— Habrá reglas, ¿Entendido? — habló Katsuki con un tono cargado de molestia, era quizá alrededor de las tres de la madrugada cuando había sido despertado por los murmullos de un fantasma inquieto que al parecer no podía esperar a que despertara a sus horas. Izuku se encontraba sentado en el suelo sobre sus rodillas tapadas por la manta fantasmal que vestía observando desde abajo a Katsuki quien lo apuntaba de manera incriminatoria.

— Lo siento — dijo en un tono bajo, Katsuki casi gruñe.

— Dije "¿Entendiste?" maldito espíritu jodido, ¿Ni siquiera sabes entender palabras tan simples? — si había algo que le molestaba al punto de tener cero paciencia era trabajar por varias horas en la computadora, que se vaya la luz y no se haya guardado nada, y que lo despertaran de su sueño después de un día agotador. Se contenía de ser más brusco, tampoco quería tener el cuarto hecho polo norte.

— Sí... entendí — bajó su mirada después de unos segundos aceptando el regaño, era consciente de que había sido su culpa en un principio por haber hecho demasiado ruido cerca del rubio.

— Primero, cada quien en su puto cuarto por las noches, por algo no tiré tus cosas para convertirlo en mi oficina — un escalofrío recorrió su ser en Izuku al pensar en esa posibilidad — no lo haré, idiota. Sólo tienes permitido despertarme cuando haya una emergencia, ¿Quedó claro?

— Más que el agua — asintió.

— Bien, tienes prohibido meterte al baño cuando yo esté usándolo. No quiero fantasmas metiches cerca en momentos así, nada de murmullos extraños en mi oído ni que me escondas cosas, basta de esos juegos infantiles — volvió a asentir — por ahora es todo, no puedo pensar en nada más que en morirme en la cama ahora mismo — ni siquiera tenía ganas de maldecir por más tiempo, decidió dejarse caer sin ganas en su sitio de descanso consiguiendo dormir casi de forma inmediata.

Izuku frunció levemente el sueño con lo último que Katsuki había dicho antes de salir de la habitación para dirigirse a la suya.

— No es tan agradable morir en tu cama — dijo con un puchero antes de acostarse en su propia cama y acomodarse debajo de las sábanas. Agradecía que podía hacer muchas cosas que hacía antes de ser como era ahora, excepto disfrutar de beber y comer. Extrañaba demasiado la cocina de su madre.

No recordaba demasiado de su vida, a veces algunos recuerdos venían a él como pequeños fragmentos que se desbloqueaban al ver o hacer cosas en concreto como si fuese puzzles mentales. Pero al menos sabía lo necesario a este punto de su existencia, tanto tiempo solo fue clave para desbloquear la mayor cantidad de recuerdos posibles, los primeros años había sido un martirio.

Todo le generaba recuerdos nuevos. Tocar una flor era recordar a su madre cuidar de ellas y sonreírle cuando lo veía llegar de la escuela. Ver la televisión era verse viendo algunas series infantiles de super héroes o viendo alguna película triste donde tanto él como su madre terminaban llorando y riendo al final. Subir las escaleras y sentir el correr de su perro saliendo de su habitación para saltarle encima en cuanto tocaba el primer escalón.

Uno tras otro. No podía volar ni un metro por la residencia sin obtener a cambio varios recuerdos, tan pequeños, sin relevancia en un inicio, pero que poco a poco comenzaron a llenar su alma de sentimientos. Eran eso, momentos cotidianos cargados de tantas emociones que hicieron de él un fantasma más "vivo" que nunca, era muy diferente a su versión original.

Sombrío, sin motivación, sin curiosidad, sin "vida". 

Ahora era extraño desbloquear nuevos recuerdos, pero no apresuraba las cosas, estaba seguro que si encontraba uno sería en su momento indicado. Se centró en repasar recuerdos bonitos como jugar con su perro o ayudar a su madre con el jardín para poder sentirse tranquilo y dormir a gusto, no sentía la necesidad básica de hacerlo, pero esto ayudaba a recuperar energías que solía usar para mover cosas o usar sus "poderes".

Renta de ultratumba [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora