Cuando te conocí.

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Pov: Franchesca

Esa madrugada, dónde no podía permanecer estática en la cama, me di cuenta de que realmente no era lo que esperaba. Dormir en la universidad no me hacía sentir como lo planee.

Miraba al techo y todas las ilusiones e imaginaciones que me había hecho previamente se estaban yendo a la basura. "Quizás mañana sea un mejor día" fue todo lo que pude pensar antes de subir la música en mis auriculares e intentar dormir.

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Abrí mis ojos tratando de acomodarme a la luz del día, aún estaba medio dormida, pero la desesperación al ver a mis compañeras de habitación ya listas para ir a clases me hizo salir del estado somnoliento de manera violenta. Rápidamente, miré el teléfono y me di cuenta de la hora "Son las 6:30"- Grité en mi mente, para luego ir a tomar rápidamente una ducha.

"Dios mío, no puedo creer esto. Tengo que estar lista para el desayuno a las 6:45 y mis compañeras de habitación no se dignaron ni siquiera a despertarme"- Repetía una y otra vez en mi mente, mientras me vestía.

Sin perder el tiempo, salí de la habitación y me dirigí a mi aula de clases. Llegué al lugar y una chica bastante linda me pidió sentarme a su lado. Para ser sincera, no la podía reconocer, a pesar de que ella me hablaba con tanta comodidad. Viendo aquella situación, no tuve más remedio que fingir con una sonrisa que la recordaba.

"Hey ¿Cómo has estado?" Fue mi reacción a aquella chica.

-Sinceramente muy bien ¿Y tú?- Respondió.

-Muy bien, por cierto ¿Eres aquella chica que conocí por el grupo de WhatsApp?- Pregunté curiosa, no podía fingir solo conocerla, sin recordarla.

-No. Soy aquella que conociste el día de las inscripciones ¿Recuerdas?- Expresó

-¡Sí, recuerdo!- Exclamé con emoción. No podía crecer que había olvidado aquella joven linda e inteligente.

Ella fue la única amiga que tuve esos días, los demás no volteaban a verme, pero siempre estuve acostumbrada a ser un 0 a la izquierda, así que no había problemas. Pasaron los días y por fin llegó el último día de clases de la primera semana. 

Ese día, pasó algo bastante peculiar, unas chicas muy inteligentes llamadas Laura y Patricia me pidieron ser parte de su grupo. La emoción me llenó el ser, por fin alguien había volteado su mirada hacia mí, así que no me pude negar. "Por supuesto" fue mi única respuesta a su petición.

Así con el tiempo, nos hicimos bastante cercanas, ellas se volvieron especiales para mí. Una noche como cualquier otra, habían un montón de tareas por hacer, pero la hora de ir a la habitación ya había llegado.

-Hoy puedes dormir en mi habitación si te apetece- Sugirió Patricia

-Creo que es una genial idea- Agregó Laura

Sinceramente, no quería molestarlas, pero en mi habitación no me sentía lo suficientemente cómoda, así que, con algo de miedo, accedí a su petición.

Llegué a su habitación y me di cuenta de que habías dos chicas más. Una de ellas era llamada Violeta. Su rostro era brillante y emanaba seguridad a cualquiera que la veía. Su sonrisa radiante me hizo sentir bienvenida en el instante en el cual entre.

Mientras que, por el contrario, había otra chica. Esa mujer llamada Lianny era callada y emanaba autoridad y seguridad. Al instante que mis ojos chocaron con su bello rostro, me di cuenta de lo atractiva que era. Aún así, producía en mí un miedo indescriptible, un sentimiento de querer dejar el lugar y salir corriendo. Esa mujer era bastante callada y madura, al menos eso aparentaba, una chica con una vida perfecta, pero que nadie tenía acceso a conocer. Ella no habló demasiado, sólo escucho toda la noche nuestros murmullos.

Así pasó el tiempo, de vez en cuando me quedaba en aquella habitación de visita y me hacía más cercana a aquellas tres divinas chicas, pero por alguna extraña razón, no podía acercarme a una de ellas. Se sentía como si una pared de hierro nos separara a una de la otra.

Aunque, no puedo negar que por momentos si habían ciertas conexiones, así que asumí que esa era su personalidad y creí que realmente éramos amigas. Sin darnos cuenta, terminó el primer cuatrimestre. Las cinco chicas más unidas que nunca, agradecimos habernos conocido ese cuatrimestre antes de vacaciones. 

Ese último día, esos minutos antes de la breve despedida fueron los mejores. Cantamos canciones tristes, gritamos y bailamos sin saber que hacíamos, pero lo disfrutábamos, éramos felices. 

-Reproduce "yo quisiera amarla" de Romeo- Sugerí 

Las demás chicas aceptaron sin titubeo, así que, comencé a gritar dicha canción con todo el sentimiento, hasta que una voz fría me sacó de mi mundo de colores "Franchesca cállate" fue lo que escuche, entonces, giré mi rostro y ver el semblante apático de Lianny hizo que todo mi mundo cayera sobre mí, por alguna razón desconocida, aún sabiendo que Lianny no amaba mi presencia, seguía considerandola una amiga, e incluso, la mayor parte de mí estaba dispuesta a hacer de todo para poder caerle un poco bien. Por misteriosos motivos, algo de mí quería tener su validación, y esa misma parte haría todo lo necesario por obtenerla. 

Ese día no volví a cantar con tanta fuerza o emoción, sin conocer el porqué, el "cállate" de aquella chica fue suficiente para que mis ganas de seguir disfrutando el día se fueran a la basura. 

Luego de varios minutos, salimos a la puerta y al fin nos despedirmos. Cada una fue a su hogal, y sin más, definitivamente habían iniciado las vacaciones.

Porque eres tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora