"―¿¡Por qué tenías que arriesgar tu vida por él!? ―aquél grito, resonó en mi cabeza como un martillo golpeando la pared repetidas veces―. No me hubiera importado si él se hubiera ido, pero tu... agh.
Trate de volver a encerrarme en mi cuarto, pero la puerta delató mi presencia con un chillido. Papá miró la puerta de reojo, y entonces se puso de pie, y se giró a verme.
―Sal ―ordenó. Abrí al puerta con cuidado, y salí de mi habitación. La sala olía completamente a alcohol―. Tu... por tu culpa ―comenzó a hablar, arrastrando las palabras. Tomó un plato con comida que tenía―. ¡Por tu maldito egoísmo, Sofía murió! ―lanzó el plato a mis pies, lo cual me hizo pegar un brinco del susto, después, corrió a la cocina, y comenzó a lanzar los platos por todos lados―. ¡Por tu maldita culpa, Sofía murió! ―rugió, rompiendo todo a su paso.
No pude mantener la mirada en alto, solo me mantuve quieto como una maldita estatua llorando en silencio con miedo. Tenía miedo de papá, jamás lo había visto comportarse de esta manera, parecía como si la oscuridad lo hubiera consumido. Se había transformado en un monstruo que destruía todo a su paso. Todo por mi culpa, porque yo había matado a mamá.
Escuché cómo rompía todo a su paso, y soltaba maldiciendo en medio de su llanto, hasta que finalmente se detuvo, y solo lo escuché caminar, hasta pararse delante de mi.
―Lo... lo siento ―susurré entre el llanto. Tenía miedo.
―Tus tontas disculpas no traerán a mi amada Sofía a la vida ―escupió―. Tu... de ahora en adelante, vive como una maldita rata, y no te atrevas en pensar en desaparecer, ¿entiendes?"
―... Esta bien, gracias ―escuché la voz de Dioniso.
En el dorso de mi mano, sentía unas suaves caricias. Caricias, de las cuales no era extraño. Ya recordaba, a veces, cuando me llegaba a enfermar gravemente, también sentía esas caricias y unas leves palabras reconfortantes.
―Todo estará bien, Stellan.
Así es, este suave susurro, esa cálidez.
―Mamá ―murmuré, mientras intentaba abrir los ojos.
Cuando los pude abrir, y aclarar mi vista, me encontré con Elena a un lado, mientras Dioniso observaba del otro lado de la camilla.
―¡Rápido, hijo, ve por el doctor! ―ordenó Elena, quien parecía feliz de verme despierto. Instintivamente, regresé la mirada hasta mi mano, la cual estaba siendo acunada por las cálidas y suaves manos de Elena, ella pareció darse cuenta, y sonrió tímidamente―. Lo siento... ―intentó apartarlas, y antes de que pudiera hacerlo, la sostuve con fuerza.
Ella siempre estuvo ahí, incluso si yo nunca pude darme cuenta. Ella siempre me cuidó como si fuera suyo.
―Gracias ―susurré.
Ella me sonrió, y negó con la cabeza.
―Querer proteger a nuestros hijos, es parte de ser madre ―respondió.
Apreté los labios.
―Perdón... perdón por nunca llamarte... mamá ―era extraño llamarla de esa manera, pero no era incómodo.
―No tenías porqué hacerlo, porque sin importar si lo hacías o no, yo de igual manera de protegería y cuidaría de cualquier manera ―respondió finalmente.
―Yo...
Por la puerta, entraron Dioniso, una doctora y... ¿Asher?
Pero esta vez, no lucía tan pulcro y compuesto como generalmente solía ser. Su cabello estaba completamente despeinado, y la corbata de su traje se encontraba aflojada, mientras los primeros botones de su camisa estaban desabotonados.
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The Secretary is an extra
Random¿Qué pasaría si un día te dieras cuenta que solo eres un extra dentro de una novela gay donde el personaje masculino principal es tu jefe y tu eres su secretario? "Decidí vivir mi vida de esta manera porque pensé que estaría mejor, ¿por qué no parez...