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Cuando mi alarma sonó, la apagué sintiendo un leve dolor de cabeza.

La relajación de ayer se había desvanecido.

Ugh, ya no era tan joven como antes. No debí de haber bebido tanto, además, por haberme ido a dormir hasta tarde por preparar los papeles para el Sr. Clark, me sentía mareado y la cabeza me dolía.

Cuando entré al baño, me miré a los ojos. No era la primera vez que me desvelaba, tampoco era la primera vez que me sentía de esa manera, pero por alguna razón, se sentía completamente diferente. Supongo que era porque ahora me estaba dando cuenta de la vida tan infeliz y vacía que estaba viviendo.

Volví a sentir esa opresión en mi pecho, ¿de verdad estaba sintiendo pena por mi mismo? Me sentía tan patético. Decidí ignorar aquél hecho, y tomar una pastilla para el dolor de cabeza. Rápidamente me metí a bañar.



Al llegar a la casa del jefe, otra vez me sentía impresionado por lo grande y bonita que era. ¿Algún día podría pagarme algo así? Probablemente no, debería de nacer de nuevo para hacer algo como eso.

―Oh, Sr. Blendhardt ―me saludó Socorro, la señora que le ayudaba al Sr. Clark.

―Buenos días señora Socorro, ¿cómo está? ―saludé con una gran sonrisa.

―Muy bien, ¿qué tal usted? ―preguntó devolviéndome la sonrisa.

Y por primera vez, me lo pensé unos segundos

―Trabajando duro ―respondí finalmente con una sonrisa.

Ella rió por mi respuesta.

―Como todos, muchacho ―me palmeo el hombro―. El Sr. Clark esta en su habitación y en unos momentos comerá algo, ¿vas a acompañarlo? ―preguntó.

¿Aun no bajaba a comer? Se suponía que por estos momentos estaría tomando su desayuno.

―Hmm, no creo, yo voy a...

De pronto, unos pasos apresurados se escucharon desde las grandes escaleras del pasillo, asomándose con el cabello goteándole, seguramente porque no hacía mucho que se había salido de bañar, pero estaba completamente vestido. Excepto por algunos botones de su camisa que aun se encontraban desabotonados

―No, sírvele al Sr. Blendhardt también, va a tomar el desayuno conmigo ―ordenó el Sr. Clark―. Hoy llegaste más temprano de lo habitual ―respondió.

Miré la hora en mi reloj, alcé las cejas sorprendido

―Lo siento mucho, creo que me adelanté demasiado ―me disculpé sintiéndome nervioso, nunca había cometido un error como este.

El negó levemente con la cabeza.

―No te disculpes ―lo miré a los ojos, y aunque su semblante era serio, sus ojos transmitían tranquilidad.

Asentí saliendo de mi trance.

―Esta bien.

―De echo, esta justo a tiempo, porque no sabía qué corbata usar, ¿me ayuda Sr. Blendhardt? ―preguntó elevando ambas cejas.

Se parecía al gato negro que vive por mi edificio, cuando me pedía que le diera comida extra, era... ¿tierno? Me di una bofetada rápidamente, ¿pensé que el jefe era tierno?

Al darme cuenta dónde estaba, la señora Socorro y el Sr. Clark me observaban atentos y asustados.

―Ah sí, claro, yo le ayudo ―respondí evitando su mirada.

The Secretary is an extraWhere stories live. Discover now