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Y ahí estaba yo, sentada en la sala de organización de misiones como un miembro más del cuerpo militar de Parabellum.

Sonreí para mí, contenta de haberlo conseguido y de hacer lo que más me gustaba.

— Bien, nuestra teniente se encuentra como rehén de un grupo terrorista que pretende sacarle información clasificada, vuestra misión es rescatarla viva — dijo nuestro superior, remarcando la última palabra —. Tenéis la información en las carpetas que acabamos de repartiros, saldréis en una hora.

Subí al helicóptero, vestida con mi uniforme y con mis pistolas atadas a los muslos mientras apretaba contra el pecho la carpeta con la información de la misión.

Estaba en el equipo de rescate, mientras otros se encargaban de vigilar los perímetros y otros se encargaban de mantener en los helicópteros preparados para el despegue rápido.

Nos dejamos caer nada más tocar suelo el helicóptero y echamos a andar con las armas preparadas hasta la sede del enemigo, situado en una vieja fábrica industrial abandonada.

Me había preparado, me sentía preparada para esto, rescataríamos a la chica y nos iríamos.

Al principio todo fue bien, entramos sin contratiempos en la base, eliminando a enemigos con rapidez y eficacia, escondiendo los cuerpos para que no saltaran las alarmas cuando vieran uno desangrándose en el suelo con un tiro en la cabeza.

Avanzamos en silencio, con el mismo pie y dividiéndonos en cada intersección hasta que solo quedamos un soldado y yo frente a una puerta que no sabíamos a donde llevaba.

Contamos hasta diez, escuchando con atención por si había movimiento detrás.

Tras asegurarnos de que estaba despejado irrumpimos en la sala.

Allí estaba ella, inconsciente atada a una silla con una mordaza.

Avanzamos mirando en rededor, hasta llegar a nuestra camarada. Cuando estuvimos junto a ella empecé a desatarla mientras mi compañero controlaba los alrededores.

Conseguí desatarla y me la eché al hombro, caminando hacia la puerta por la que habíamos entrado.

Atravesamos gran parte de los pasillos sin nadie que nos detuviera, hasta que llegamos a la primera intersección.

Unos hombres venían corriendo por los pasillos laterales y empezaron a dispararnos.

Cargué a la agente sobre los hombros y eché a correr mientras mi compañero me cubría las espaldas.

¿Dónde estaban los demás? ¿Habían caído o se habían ido? Dudaba que hubieran abandonado, por lo que, que los enemigos vinieran por sus caminos solo podía significar una cosa, que estábamos solos en la sede.

Empecé a escucharles cada vez más cerca mientras nos disparaban.

Sentí la fuerza del impacto de un disparo contra mi cuerpo, pero no sentí dolor alguno mientras seguía corriendo.

No me detuve a pensar, sino que seguí corriendo, saliendo del complejo y perdiéndome en la naturaleza de camino a los helicópteros.

Los vigías se deshicieron de los enemigos desde sus posiciones mientras yo me dejaba caer en los asientos de un helicóptero, dejando a la chica a mi lado.

Le habían dado, le habían dado en uno de los tiros que nos habían dado.

Ella lo había recibido por mi al haberla estado cargando en la espalda y ahora estaba pálida mientras el tejido de su torso se empapaba con su sangre.

— ¡Mierda! ¡Mierda y más mierda! — exclamé mientras me arrancaba un trozo de camiseta y presionaba contra la herida de bala con fuerza.

Mi compañero se acercó respirando con fuerza por la carrera, parecía estar bien, cansado pero sano y salvo.

Le coloco sus dedos sobre la yugular y se quedó así durante casi un minuto para después negar con la cabeza.

— Esta muerta — dijo en un susurro, mirándome con pesar —. Dejala, no puedes hacer nada por ella, hemos fallado.

— No, no hemos fallado, no está muerta — negué.

— Ey, escuchame — dijo mi compañero, rodeando mi rostro con sus manos y dirigiéndolo al suyo para que nuestro ojos se encontraran — Está muerta, dejala descansar en paz, has hecho todo lo que has podido.

— No es verdad, sabes que no es verdad, no he hecho todo lo que podía porque si no estaría viva y no lo está — susurré.

Venganza silenciosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora