♡ : CAPÍTULO X

240 25 3
                                    

A Jeongin le desesperaba que después de ese beso, una semana atrás, solo se habían dado otros escasos tres besos.

Sabía que su hyung era vergonzoso y que él no era exactamente una persona muy atrevida, pero él realmente esperaba que la situación cambiara a una más… Amorosa. Así que ahí estaba, un poco malhumorado, con Sunghoon en su regazo, quién comía una galleta, esperando a su ahora novio, con el ceño fruncido y viendo fijamente la puerta, esperando que esta se abriera. Y cuando lo hizo, como si no lo estuviese esperando desde que se fue -al trabajo-, se levantó del sofá con el niño en brazos y se dirigió a la habitación de este, donde dejó que el pelinegro terminará su galleta para proceder a ponerle su pequeño pijama. Acostándolo en la cama, acarició su cabello antes de besar su frente y arroparlo.

—Buenas noches, mi vida, duerme bien.— le miró, quitando los ojos serios que tenía desde que había escuchado la puerta y le volvió a besar, esta vez en ambas mejillitas.

Salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado de no hacer mucho ruido, pues el niño ya se encontraba durmiendo.

—Hyung.— llamó al mayor, asomando su cabeza por la puerta del cuarto, y cuando este le vio, acostado cómodamente sobre la cama, entró a esta, sentándose en el lado contrario al del castaño, en la cama.— tenemos que hablar, escúcheme bien.

—¿Qué pasa? ¿Todo bien, pequeño?— le sonrió levemente y Jeongin formó un puchero en sus labios.

—Si, bueno, dentro de lo que cabe.— desvió su mirada y Hyunjin se enderezó y sentó, colocando su gran mano sobre la suya.

—Cariño, ¿Todo bien?— sintió su corazón golpear fuertemente contra su pecho y su respiración agitar. Alzó sus cejas.

—¡Ya! ¡No sea lindo!— golpeó con su puño la cama, deshaciéndose de su pantuflas y subiendo sus pies a la cama.— ¡Se supone que estoy molesto con usted!

—Ah, perdón, pequeño, pero ¿Qué hice mal?— río nervioso.— Dios, no llevamos ni un mes y ya la cagué.— rascó su nuca y el pelinegro volvió a formar un puchero.

—No, no, hyung, no, yo… Solo estoy exagerando, es que…— suspiró.— Usted y yo solo nos hemos dado cuatro besos desde que empezamos y yo…— llevó una mano a su sonrojada mejilla, de repente avergonzado.— Yo quiero más, más besos y más… De usted, más amor y cariño y abrazos y eso, ya sabe.— bajó la mirada, avergonzado, de repente sintiendo que lo que le molestaba tanto era, simplemente, ridículo.— Perdón, estoy siendo inmaduro.— rascó su brazo derecho.

—Oh… No, no estás siendo inmaduro y no te tienes que disculpar. Lo siento, pequeño, no pensé que te molestaría, como tú no te acercabas a mí, creí que no eras de besos, ya sabes.— ladeó su cabeza, tomando su mano y jalándola hacia sí, acostándose de nuevo y haciendo al pelinegro caer junto a él, con sus rostros cerca uno del otro.— De todas formas, si querías un beso, solo me lo tenías que dar, o no sé, pedírmelo.— acarició su mejilla.— ¿Crees que yo no me estaba volviendo loco por las ganas de querer besarte? Solo me aguanté porque pensé que de otra forma te incomodarías, quiero que seas feliz conmigo como yo lo soy contigo y no quería arruinar todo por mi necesidad.

—Lo siento, hyung, es verdad que igualmente yo no me acerqué a usted, si fue estúpido de mi parte molestarme, lo siento.

—Lindo, por favor,— colocó ambas manos sobre los cachetes del menor, apretándolos, haciendo a los finos labios abultarse.— Deja de disculparte y, repito, no es estúpido, ¿Si?— acarició la mejilla contraria.— te voy a besar, ¿Ok?

—Está extraño que pregunte, no lo haga.— dijo, acercándose despacio a su pareja, su corazón a mil.

—Bueno.— el mayor llevó su mano a la nuca del pelinegro, acercándolo rápidamente a su rostro, pegando sus bocas. Segundos pasaron para que empezará a mover sus labios y, como últimamente pasaba siempre que se encontraban juntos, sus iban corazones a mil. Después de todo, era el primer beso “de verdad” que compartían. Jeongin se levantó lentamente, sin despachar sus labios, para posicionarse sobre las caderas del mayor, colocando sus manos en el rostro contrario. Hyunjin le abrazó, intentando, de alguna manera, acercarlo más a él, apretándolo. Cuando la falta de aire se hizo presente, dejaron sus labios unidos, sin embargo, no había movimiento alguno y solo trataban regular sus respiraciones.

—Hyung, lo amo, ¿Sabía?— sonrió por el roce de sus labios, sus ojos cerrados.

—Y yo a ti, ¿Lo sabías?— preguntó el castaño de vuelta.

—Ahora lo sé.— se quedaron en esa posición un buen rato, el menor sobre Hyunjin, abrazados.— se está haciendo tarde, debería…

—Quedarte, deberías quedarte.— lo apretó más, si es que era posible, contra sí.

—Ah… Pero no tengo ropa.

—Adivina, yo sí.— dijo y volvió a besar sus labios.— Por favor.— rogó y el más bajo sonrió.

—Está bien, pero búscame ropa que me abrigue mucho, que hace frío.— se bajó del castaño, estirándose sobre la cama, a la vez que el contrario se levantaba en dirección al armario.

—Yo te puedo abrigar…— dijo, sacando un gran y grueso suéter del clóset, tirándolo sobre la cama, cayendo en la cabeza del menor.

—¡Hyung! ¡Si tiene algún problema, arreglémoslo como los hombres de verdad!— exclamó el pelinegro, parándose sobre sus rodillas, alzando su puño, fingiendo enojo. El mayor río, sacando un pantalón holgado, también tirándolo sobre la cama, solo que sin pegarle al menor.

—¿Quieres pelear?— preguntó acercándose a la cama y sentándose. Jeongin gateó hasta él.

—No, quiero una guerra…— hizo una pausa, sentándose sobre el regazo del mayor, quién casi saltó de sorpresa.— De besos, rawr.— sonrió y le guiñó, poniendo sus manos sobre los hombros de Hyunjin.

—Wow, ¿En serio?— preguntó, soltando pequeñas carcajadas.

—Por supuesto, hyung, ¿Por quién me toma?— frunció su ceño, falsamente molesto.

—Bueno.— tomó el rostro de Jeongin entre sus manos, besando cada parte y rincón, su frente, sus mejillas, su nariz, su barbilla, sus pómulos, sus párpados y, por último, sus labios, los cuales permanecían con una sonrisa sin dientes.

Besó los labios impropios varias veces antes de comenzar a mover los suyos, siendo correspondido. Su corazón casi se le sale por la boca cuando el pelinegro se alejó para besar su cuello, aun así, se dejó hacer, acariciando, con ambas manos, la espalda baja del menor.

Pero cuando sintió a Jeongin moverse sobre él, sintió que podría morir, así que, un tanto exaltado, colocó sus manos en las caderas contrarias, buscando detener el movimiento, razón por la cual el menor se alejó de su cuello, con el ceño fruncido y un puchero en sus labios.

—¿Qué pasa?— preguntó el pelinegro, empezando a acariciar su cabello.

—¿No deberíamos detenernos antes de que esto se salga de control?— preguntó y la mejillas del más bajito se tiñeron de un suave carmesí.

—Hyung, si usted no quería debió decirme.— bajó la mirada, susurrando avergonzado.

—Pequeño, si quiero,— acarició su mejilla antes de abrazarlo y Jeongin colocó su cabeza sobre su hombro.— solo no quiero que te arrepientas.— pasó su mano por la espalda contraria, de arriba a abajo.

—¿Cómo rayos me voy a arrepentir? Yo fui el que empezó todo.— dijo el pelinegro, besando la mejilla del mayor.

—Solo… No sé.— separó al menor y pegó sus frentes.— entonces… ¿Todavía quieres? Solo tenemos que ser silenciosos, Sunghoon tiene el sueño ligero.

—Hyung, silencio es mi segundo nombre.— le sonrió unos segundos antes volver a besarle.

A Babysitter A Single Dad ❁ HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora