NEANDERTAL CAVERNÍCOLA Mary Ferre

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NEANDERTAL

CAVERNICOLA

Mary Ferre

Copyright © 2015 Mary Ferre Todos los derechos reservados

ISBN-13: 978-1511722063
Copyright © 2015 Mary Ferre

CONTENIDO _____________________________________
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Epílogo

PRÓLOGO
Sostengo en mis manos el pijama que tantas veces se puso para mí, paseándose de un lado a otro mostrándome su dulce cuerpo y moviendo esas caderas que hacían endurecerme. Su aroma es lo que me tiene absorto de placer. Día y noche tengo su perfume inyectado en mi piel como si fuera el motor de mi vida, lo que todavía me impulsa a seguir respirando.
De hecho, creo que sobrevivo gracias a este trozo de tela que se escapa entre mis dedos y no porque me guste el dibujo de una gata bastante fea, es por el significado que esto conlleva.

Mi Nancy.

La echo de menos como si no hubiera un mañana, nunca hubo un mañana desde el día que la dejé marchar. Aún recuerdo como giré mi coche para ir a buscarla y como los hijos de puta de sus amigos me lo impidieron, se creían que por llamar a la policía me iban a detener. ¡No! Nadie me detuvo. El agente Phillips no pudo detenerme, pero sí alejarme. Tuve que ver desde la oscuridad cómo Molly y el otro la sostenían en brazos, con la cabeza hacía atrás, llorando entre lágrimas y jadeando mi nombre en sollozos a gritos. Ese día murió una parte de mí con ella, mezclándonos con el mismo dolor en diferentes almas, verla derrotada por mi culpa me mató y me mandó al jodido infierno. Lugar en el que hoy en día me refugio. Ya no hay luz, vida, alegría, o brillo, solo monotonía. Ya no. Se acabó. No hay momento del día en que cada uno de mis pensamientos estén dedicados a ella y no hago un jodido movimiento sin que ella aparezca en mi mente. Nancy Sullivan es todo lo que sé, todo lo que conozco y todo lo que quiero en mi vida. Todavía no puedo creerme que la perdí por quién era, por quién soy y muy a mi pesar por quién seré. Ya no existo sin la mujer que amo, no puedo desprenderme de mí mismo si ella no está junto a mí, si ya no voy a volver a besarla, ni va a sonreírme como siempre lo hacía. Nunca voy a aceptar que mi Nancy es parte de mi pasado, que ya no es mi presente, ni será mi futuro. Mis ojos llorosos me nublan los cinco sentidos, no siento ni padezco, no pruebo una gota de la vida que ya perdí cuando la vi marcharse, ya no hay nada que me haga volver a ser quién fui.
Guardo con queja el pijama debajo de mi almohada porque he escuchado ruidos en el pasillo. Alguien viene a tocarme los cojones y no lo soporto, voy a aplastar el cráneo de quién osa a molestarme a estas horas. La indecencia del personal hace que me den ganas de quemar todo esto y hacerme un gimnasio exclusivo para mi uso y disfrute. Si no necesitara tanto estar aquí, lo haría con mucho gusto, aunque mí Nancy me haría cambiar de idea al convencerme de que esta gente necesita un sitio donde estar. Mí Nancy, mi dulce Nancy. Tan sólo su nombre hace que tiemble de emoción, un sentimiento que olvidé con el paso del tiempo.
Suspiro con arrogancia ante la jodida visita, solo me queda un día de dulce tortura en el que solo existimos ella y yo.
- Señor Trumper, la cena.
- No son las seis.
- El Doctor Smith dijo que...
- ¿Eres un novato? - Sí, señor.
- ¿Quién te ha dado permiso para entrar?
- El Doctor Smith ha ordenado que se le traiga la cena pronto porque su avión sale a las diez.
- ¿Qué jodido avión? Aún no es viernes.
- Discúlpeme señor, pero hoy es viernes.
Le miro con odio y desesperación. El joven capta con inteligencia lo que quiero trasmitirle y se va porque sabe que cualquier movimiento en falso puede hacerle perder su vida.
En la habitación hay un jodido olor a brócoli que detesto, Nancy jamás lo cocinaba porque no puedo comerlo y ¡diablos!, ella cocina mucho mejor que la comida que he probado en mi vida; quiero que mi novia cocine para mí. A medida que intento comer esta mierda que tengo en la bandeja empiezo a guardar mis cosas, o mejor dicho, sus cosas. Su pijama, sus bragas, su sujetador, su camiseta y todo lo que había en la secadora cuando se marchó, todo me pertenece y la insto a que venga a buscarlo. Anhelo verla con su ropa, aunque sin ella también, especialmente esta ropa interior celeste combinaba con el brillo de sus ojos y,

NEANDERTAL (02) CavernicolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora