Capítulo 01⛔️

662 29 0
                                    

Lilithia.

Estoy agotada.

Le hablé al aire. Al maldito aire caliente y sofocante de mi hogar: el inframundo.

Ser hija del gobernante del inframundo deja de ser divertido cuando pasas de ser la que tortura a la torturada.

Tenía una mejor tarea escogiendo las torturas para cada alma que llegaba, me hacía llamar  la reina de las pesadillas, pero por un pequeño desliz y desacuerdo con mi padre fui degradada y obligada a ocupar el puesto de un demonio de bajo rango. 

Xyron, mi querido y odioso hermano, alias el ladrón de esperanzas, disfrutó de mi derrota, incluso hizo una fiesta al pie del río de almas perdidas. Es un idiota. 

En lugar de apoyarme, festejó que sería la segunda al mando después de él ya que nuestro querido padre decidió tomarse unas vacaciones. No subió a la tierra, sigue en el inframundo, en su pequeña casa llena de almas entristecidas que le alegran los días con su llanto y dolor constante. 

Me encontraba recibiendo a las nuevas almas, se reciben muchísimas a diario pero solo las más revoltosas llegaban hasta mí. La tarea era simple, recibirlos, hacerles entender que ya estaban muertos, luego el papeleo ¡papeleo!, eso ni siquiera se hacía cuando el otro demonio se encargaba. 

Debía registrarlos y luego hacer una especie de charla para que se resignen a pasar la eternidad sumidos en un sufrimiento constante. La parte más divertida, pero ahora también la más difícil, era quitarles los poderes. 

Luchar contra esos malditos era mi pan de cada día, una lucha sin mucho sentido, ninguno podía morir estando en el inframundo. Y no se me permitía desaparecer sus almas sin el permiso de Xyron o de mi padre. Y a Xyron le divertía mucho verme sufrir. A mí me gustaba sufrir, pero vamos, siglos y siglos de sufrimiento por el mismo motivo es cansado. Ya no me divertía luchar de esa forma, se volvió aburrido. 

Tampoco podía sacar provecho de los poderes que les quitaba, ya que todos eran encapsulados y guardados en un archivero viejísimo bajo mil llaves en el templo del juicio.

No todas las almas los tenían, de hecho ni siquiera me podía explicar como es que los conseguían. 

Xyron trató de explicarme una vez, eran almas vengativas que permanecieron en la tierra o que poseyeron cuerpos que se encontraban a punto de morir, y se hacían poderosos cuando mataban. A más muertes, más poder. 

—¿Te diviertes?

Su voz tosca y burlona hizo eco en mi pequeña oficina improvisada. Xyron entró de repente sentándose ruidosamente frente a mí. Los papeles que estaba llenando pasaron a segundo plano cuando detrás de él entraron dos tipos llenos de tatuajes y encadenados. Respiré pesadamente al ver lo que me esperaba.

—Cómo nunca. 

—Hermanita.— pronunció con voz chillona.—¿Has ido a ver a papá?

—Vaelgrem ha ido por mí.— fingí que tenía la cosa más interesante del mundo sobre mi escritorio para no caer en sus juegos.

—Ya, por eso estás donde estás.— dijo y se puso de pie rodeando mi escritorio hasta quedar frente a mí.— ¿Sí sabes que aunque envíes a Vaelgrem y a todo su séquito llorón no vas a lograr que papá piense que realmente estás enojada? Morlock te conoce como la palma de su mano.

Apreté mis ojos con fuerza y me toqué el puente de la nariz. Me daban ganas de quemar hasta las cenizas su cabello rojizo y dejarlo pelón. Odiaba que tenga razón. Estaba enojada con papá, claro que sí pero el enojo se me pasó con los años, para ser exactos, doscientos años. 

The Uncanny Counter and the Shadow Princess [Fanfic] (Temporada 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora