08: Mi familia ya no está en mi vida

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Capítulo 8
Mía Bennett

—Estas jodidamente hermosa, Mía.

Esas palabras saliendo de sus labios me habían dejado estática en mi puesto y el frio que recorre mi espina dorsal hace que mis pelos se pongan de punta, no estaba acostumbrada a que me dieran ese tipo de cumplidos que él se encontraba haciéndome en este momento, si bien el ha dejado en claro que las formalidades entre nosotros no existían me confundía el hecho que mi jefe se fijara en mi siendo la niñera de su pequeña hija.

Tomo una bocada de aire y camino para terminar de lavar los trastos sucios, aun me encontraba incomoda por la situación y esto empeoraba por que sabia que él se encontraba mirándome aun, giro mi cuerpo y se encontraba en su misma posición con esa estúpida sonrisa en su cara.

—Gracias por sus palabras —suspiro— iré a hacerle compañía a Vic.

Camino con mi plato de comida hacia la salida en donde se encontraba la piscina y puedo sentir lo caliente que se encontraba el alimento en esta lo cual me hace prácticamente correr sin quemarme hacia las sillas de descanso que casi tocaban el agua. No tenia idea de lo que estaba haciendo, pero la distracción de la sita de Max y el como ira me habían mantenido mis pensamientos a raya.

—¿Por qué los adultos a veces son idiotas? —ella llama mi atención— se nota a lenguas que ustedes dos se gustan o se quieren.

Rio por lo que ella dice, pero su mirada es seria.

—Los niños pequeños tienen una gran imaginación.

—No saben disimular —se encoge de hombros— y sabes a mí me gustaría tener a una mamá como tú, me gustaría que mi padre pueda ser feliz.

—No se que decirte realmente —dejo mi plato de lado— Tu padre es mi jefe Victoria, no puedo mirarlo de otra manera que no sea esa.

—Soy pequeña pero no tonta, Mía —asegura— y tú a ambos nos haces feliz.

Me quedo en silencio cuando ella se vuelve a sumergir en el agua, no tenia respuesta para lo que ella acababa de decir: su padre estaba fuera de mi alcance, aunque admitiera que era guapo. Me recuesto para mirar el cielo despejado que me daba unas vistas maravillosas cuando las formas de las nubes comienzan a hacerse presentes y aunque viviera una realidad que hubiera querido desde pequeña me sentía orgullosa de conseguir lo que me proponía y de haber salido de esa miseria.

Deje personas que amaba por mi felicidad y que el que estuvieran a mi lado en este momento no estaba en mis planes, de mi madre lo ultimo que supe de las palabras de Lucas era que mamá había tenido una sobredosis en donde luego decidió ir a rehabilitación, pero simplemente desaparecí de sus vidas perdiendo el contacto por completo con esas personas de mi pasado.

—Mía —llaman mi atención pasando sus manos por mi rostro.

—Lo lamento —me acomodo y veo a Simón a un lado de mí— ¿Dónde esta Victoria?

—Se ha ido a cambiar —informa— ¿sucede algo?

—Nada de lo que se deban preocupar.

Él se queda mirándome por unos segundos.

—¿Qué es lo que nos escondes, Mía Bennett? —su pregunta me sorprende— puedes ocultarles a todos tus miedos, pero puedes confiar en mí.

—¿Cuál es la necesidad de saber de mí?

—Por que nos importas —sonríe— me importas, Mía. Y quiero ver que estas bien, se que Victoria es la niña que cuidas, que te pago por hacerlo, pero también quiero que nos consideres tu familia en la cual puedes confiar.

Entiendo a lo que se refiere y decido por abrirme un poco mas con él.

—Diez preguntas —le sonrió— solo diez preguntas podrás hacerme.

El asiente tocando su barbilla.

—¿Tienes familia? ¿Hermanos?

—Llevas dos —rio— si tengo y también tengo a mi hermano, o mejor dicho a mi mellizo.

—¿Dónde están ellos?

—No tengo ni la menor idea —me encojo de hombros— cuando decidí mudarme fue olvidando todo los que dejé atrás, eso lo incluía a ellos.

—¿Alguna vez te has enamorado?

—No o eso es lo que creo, no es que tuviera muchas parejas.

—¿Te sientes cómoda con este trabajo?

—Claro, es lo mejor que me ha pasado hasta ahora —respondo y sonríe— mi antiguo jefe pensaba con la cabeza de abajo.

—La mayoría de los hombres lo hacen —ríe al decirlo— pero podríamos decir que soy la excepción, por que me gusta ver el alma de las personas, ¿Por qué tienes que esconder lo que sientes? 

—Por que los golpes que la vida me ha dado me enseñaron a esconder todo.

—¿Tus flores favoritas?

—Las rosas —admito— porque, si lo ves de mi punto de vista, ellas florecen de un tallo que esta lleno de espinas, y eso es realmente hermoso.

—¿Platillo de comida favorito?

—El estofado de pollo sin duda alguna —miro sus ojos y toma mis manos— Te quedan dos preguntas.

—¿Eres consiente de lo hermosa que puedes llegar a ser?

—No tenia idea, pero gracias por recordármelo —el aprieta mis manos— te queda la ultima campeón, veamos que tienes de bueno.

—¿Qué es la Clínica Psicológica de la doctora Heard?

Suelto sus manos y me quedo paralizada por la última pregunta, estaba en transe en donde las palabras de mí no querían salir miro sus ojos y veo la decepción de ellos cuando se da cuenta que lo he descubierto. Él me había mandado a investigarme encontrando el lugar en donde vengo tratándome desde que llegue a esta ciudad, veo como espera una respuesta de mi parte, pero no quería dársela.

—Mía yo...

—No es momento para que conozcas esa parte de mí, Simón —lo interrumpo cuando se hace el nudo en mi garganta— eres mi jefe como tenemos en claro, pero, aunque nos consideremos familia por el tiempo que paso aquí, no quiero escarbar en una herida que aun intento cerrar.

Entro a la casa en donde Victoria se encontraba en el cuarto de estar viendo caricaturas y subo las escaleras que sabían hacia mi habitación en donde me encierro dejándome caer en la cama, las lágrimas rápidamente llegan nublando mi vista. Él quería descubrir cada parte de mi pasado y eso me lo había dejado en claro, pero no tenía el derecho de investigar sobre mi pasado, no si yo no lo permitía.

Tenia miedo de todo en este preciso momento en donde sabia que el derecho de lo confidencial era una regla importante en esa clínica, pero conocía lo persuasivo que podría ser Simón para conseguir lo que el quería.

Tomo mi móvil llamando a la única persona que estaba al tanto de lo que sucedía a mi alrededor, pero esta llamada salta al buzón por lo que decido marcar nuevamente en donde esta vez si atiende.

—Eres una maldita perra —responde— estaba a punto de coger.

—Max....—susurro entre el llanto— te necesito.

—¡Oye! No llores —dice— ¿Vienes en camino?

El llanto es aun mas fuerte cuando escucho como toma sus llaves y se despide de su cita.

—Se que el llanto no te dejara escuchar muy bien —dice— envíame tu ubicación y en unos minutos estaré allá contigo, mi cielo.

Corto la llamada y hago lo que me pidió enviándole la ubicación en donde me encontraba. Me acurruco en la cama dejándome llevar por el dolor que se estaba sintiendo en mi pecho.






Yo ya quiero que llegue lo bueno.
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La Niñera (pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora