07: Delirio de la gripe

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Capítulo 7
Simón Garcias

El dolor cara vez se intensificaba en mi cabeza haciendo que abrir los ojos fuera un dolor insoportable, el ardor en mi garganta se comenzaba a intensificar mucho más. Llevaba unas horas intentando dormirme, pero la incomodidad del calor que sentía en este momento no lograba conciliar el sueño y los medicamento que me administre no estaban haciendo efecto en mí.

Intento levantarme, pero el mero es inmediato cuando caigo a la cama nuevamente, victoria entra saltando a mi habitación y frunce los labios cuando ve mi estado.

—¿Estas bien? —pregunta preocupada— ¿estas enfermo?

Ella se acerca para tocar mi rostro y poner sus labios en mi frente.

—Tu cabeza está muy caliente, papá.

—Ya he tomado la medicina —le sonrió.

Ella se queda observándome unos minutos obligándome a recostarme, pero veo que sale de mi habitación con mi móvil en sus manos lo que hace que comience a buscarla por toda la casa para encontrarla en mi oficina hurgando en el aparato. Sonríe cuando me ve y me entrega el aparato.

—Mía viene en camino —informa— tu no puedes cuidarme en esas condiciones, me contagiaras y me enfermare.

­­ —Victoria —llamo su atención cruzando mis brazos— sabes que es su finde semana libre, no tenemos que molestarla.

—Bueno a ella no le incomodo venir —se encoge de hombros— ahora ella será tu niñera.

Enciendo mi móvil negando y reviso el chat que mi hija había abierto.

"Mia mi hermosa niñera, ¿estás ahí?" —S

"¿Señor Garcias?, perdón Simón" —M

"Puedes venir a casa, no me encuentro bien de salud y no quiero contagiar a Victoria sé que es tu finde semana libre. Pero te lo recompensare" —S

"Voy en camino" —M

Victoria se encontraba esperando la llamada de atención que nunca llego debido por que por alguna razón yo también esperaba que ella estuviera aquí ya que me era de mucha ayuda en estos momentos con mi hija, el dolor me martilla una vez mas en mi sien haciendo que me siente en el sofá mientras Victoria juaga con los papeles de mi escritorio gritando. Reviso los últimos corres que Ashton me había enviado y sabía que estaba cometiendo un error al investigarla, pero el dolor en sus ojos me dejaba esa duda de descubrir lo que ella escondía.

El timbre suena y mi hija sale corriendo de la oficina, aprovecho de acostarme en el sofá cerrando los ojos para escuchar sus voces en el pasillo, pongo mi brazo sobre mis ojos y siento como la puerta es abierta.

—Ves —escucho la voz de mi hija— ya hasta parece muerto.

—No lo está, Vic —suelta una pequeña risa— ¿Sabes donde tu padre guarda el número del médico familiar?

—Se encuentra en el teléfono del escritorio —anuncio— el numero cuatro es la llamada directa con él, pero no lo necesito ya me encuentro mejor.

—¡No mientas! Eres pésimo haciendo eso —Victoria llama mi atención.

Abro los ojos para mirarla y ella se encontraba con un vestido negro que se le ajustaba a su cuerpo, era como si se estaba preparando para una fiesta y el mensaje de mi hija interrumpió sus planes.

—Haremos esto peque —dice bajando a su altura— el doctor vendrá, revisará a tu padre mientras nosotras le preparamos algo de comer para que se mejor....

—No es necesario que te quedes —interrumpo— ve a divertirte ¿a eso ibas?

Ella me ignora y veo como se le dificulta caminar por los tacones que llevaba puestos por lo que decide quitárselos para acercarse al teléfono en donde comienza a hablar y dar las indicaciones de mis síntomas. Se mantiene unos minutos más en esa posición y corta la llamada-

—En unos minutos más estará aquí —informa— Vic, puedes ir preparando las cosas para la comida.

—¡si! Sopa de pollo —sale corriendo de la oficina.

—Hablo enserio cuando digo que no es necesario que estes aquí —llamo su atención— puedes irte, yo estaré bien.

—¿Estas enojado? —ella pregunta elevando sus cejas— lo que haga afuera de las puertas de esta casa no debe incumbirle señor, es mi vida privada.

—Desde el momento que entraste por esa puerta —me acerco a ella— firmaste ese contrato tu vida dejo de ser privada ya que formas parte de esta familia.

Noto el nerviosismo en su cuerpo cuando me acerco un poco más sintiendo su respiración cuando choca con la mía, tal vez son delirios del resfrió que llevaba en este momento haciéndome hacer cosas que no estaba acostumbrado. Tomo su cintura para acercarla más a mí, pero la puerta es abierta abruptamente haciendo que nos separáramos de golpe.

—El doctor ha llegado —mi hija informa— ¿verdad que lo curara?

—Eso es lo que intentare —el amigo de la familia responde— ahora, ¿nos podrían dejar a solas?

Ambas asienten y Mia toma la mano de mi hija para salir de la oficina, miro seriamente a Manuel quien se encontraba con una sonrisa genuina. Al ser el mejor amigo de mis padres conocía toda mi historia y lo que había pasado con mi antigua pareja.

Comienza a revisarme y darme las indicaciones de los antibióticos que debería tomarme para que el resfriado no pasara a mayores y se agradara más.

—¿Ya estamos listos? —pregunto y asiente— suéltalo, no te lo guardes.

—Veo que estas rehaciendo tu vida, tus padres estarían felices de saberlo.

—No —mi voz suena cortante— es la niñera de Victoria.

—No fue lo que nuestros ojos vieron —sonríe— no debes tener miedo a sentir de nuevo, Simón.

—No comiences con el discurso de mi madre —tomo el antibiótico— puedes irte ya conoces la salida.

El asiente y cierra su maletín, me deja a solas para que pueda salir de la oficina a buscar a las chicas que estaban preparando el almuerzo. Victoria se había adaptado muy bien a Mía y puedo ver que ambas estaban sonriendo cuando terminaron de cocinar, tomo asiento en la mesa observándolas.

Y me pregunto si ella había sufrido el mismo dolor del desamor como lo experimentado yo hace unos años atrás en donde a ambos nos dejaron con el corazón destrozado.

—Mira papá este es tu plato —dice caminando lentamente— nosotras almorzaremos en la piscina mientras tu descansas.

Asiento y tomo un sorbo.

—Eres una gran cocinera pequeña —beso su frente— Mía quiero disculparme por lo de hace un momento.

—No debes preocuparte —susurra— usted tiene razón, ahora ambos son mi familia.

—No —miro sus ojos— no tienes que explicarme lo que hacer y no fuera de esta casa.

Victoria solo se dedica a ignorarnos y desaparece con su plato por el ventanal que da hacia la piscina.

—Estaba en una cena —sonríe— los padres de mi mejor amigo están en la ciudad y querían verme.

—Lamento que interrumpiéramos tu noche.

—Fue por un buen motivo —se encoge de hombros.

Me quedo contemplándola cuando retira mi plato vacío y las siguientes palabras que salen de mi no puedo evitar decirlas.

—Estas jodidamente hermosa, Mía.








Nuestro simon se está poniendo cada vez más coquero ¿será que ya se viene el primer beso?
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La Niñera (pausada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora