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MARTIN FARRELL

Agonizo, no hay contención, palabras, nada para este momento, porque siento que vuelvo a morir. Corro, como un loco hacia el estacionamiento bajando los 12 pisos por escaleras porque no soy capaz de esperar el ascensor y llegó al estacionamiento, manejo como un loco, no me importa nada.

Lloro con toda mi locura, no puedo más, siento que voy a morir porque este camino ya lo hice una vez al hospital donde mi hija y mi mujer murieron, no puedo más. Entró al hospital Italiano y corro a la recepción.

—Quiero saber de mi mujer y mi hija, por favor —desesperado.

—Aguarde un momento.

—¡Ahora! Ya, es ¡Mi hija y mi mujer! —grito desesperado.

Un médico aparece detrás.

—Lo atiendo, yo —le indica a la secretaria— acompáñame.

Siento que me voy a caer mientras camino, y me detiene.

—Señor, la situación es crítica.

—Por favor no lo diga.

—La niña se ha fracturado el brazo, y golpeado demasiado, está siendo atendida por los especialistas la están operando de urgencia, pero su mujer... —hace silencio.

—Por favor.

—Está muy grave, ha cubierto a su hija por los vidrios, fue un impacto muy grande, tenemos miedo de que pueda convertirse en un derrame cerebral, por ahora solo puedo decirle que espere lo peor.

¿Si te mueres? Me muero contigo.

Mi corazón se ha roto más de lo que imaginé, siento que agonizo con cada segundo, minutos que llevo aquí, ¿Por qué no le dije que la amaba? ¿Por qué te dañe tanto mi amor? La vida está siendo tan cruel que estoy reviviendo la misma situación de hace muchos años atrás, no puedo más quiero morir, la he juzgado demasiado y me doy cuenta que mi vida sin ella no es vida.

Ya no tengo lágrimas, las he derramado todas, tengo mis ojos rojos de tanto llorar, mi alma en pena, y todo aquí es agonía.

Natalia llega a los minutos, junto a su marido y llora.

—Dime por favor que están bien.

Me niego con la cabeza.

—Eva está muy grave.

Natalia se sienta y comienza a sollozar.

—Natalia estás embarazada, debes irte de aquí, estás mal —le indico para que se vaya de aquí.

—¿Mi niña?

—Me muero, me muero con ella Natalia si les pasa algo, te lo juro por mi hija Malena.

Natalia me abraza, mientras le indico a Gonzalo que la lleve a tomar algo para que se tranquilice.

No me muevo de aquí, sigo esperando, sin embargo el médico sale.

—Padre de Merlina Farrell Montserrat.

Me levanto de inmediato.

—Aquí estoy.

—Acompáñame.

Lo sigo y entró a una sala, en donde solo quiero llorar por lo que estoy viendo, todo me recuerda a Malena, está en la misma sala, con los mismos cables, toda lastimada y apenas va a cumplir cinco años, mi niña aun nos queda compartir ese cumpleaños de princesa que te prometí.

—Mi niña —tocó su rostro todo lastimado.

—Ha sido una operación complicada, pero está bien, es una guerrera.

MI ERROR FUE AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora