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EVANGELINA MONTSERRAT

Ha pasado un mes desde que comencé a trabajar en Marketing in the world y hoy por primera vez voy a cobrar mi primer sueldo. Estar en la empresa me hace sentir un poco indiferente, a veces me atoro de tanto trabajo que me cuesta realizar, porque no estoy acostumbrada a estos pasos agigantados de empresas internacionales a las que todos anhelan llegar.

Martin Farrell sigue trabajando, no habla ni un poco, y de hecho yo trato de ignorar lo mas que puedo al respecto, pero es inevitable, con solo mirarlo mi corazón siente algo tan extraño.

Llegó a la oficina, me siento a trabajar, un poco perdida, sin embargo Martin entra enojado a la oficina sin nisiquiera mirarme.

—¿Cómo puede ser Eugenia? —levantando la voz— ¡Nos robaron 2 millones de dólares! —expresa Martin.

Bajo mi mirada incómoda y sigo escribiendo en la notebook.

—La verdad que no se, Martin, ya hablamos con el contador, necesitamos chequear estos números, pero Juan Pablo no contesta su teléfono.

—Siempre lo mismo con Juan Pablo, bueno, no sé, intentaré chequear, pero la verdad que no entiendo de números.

Levanto mi mirada y pienso «es mi momento»

—Disculpen —digo con un poco de miedo.

Martin me mira junto a Eugenia Villalba.

—Se que aquí solo hago las agendas de reuniones, pero puedo ayudar, soy contadora —les recuerdo.

—No hace falta ya contactaremos con Juan Pablo —responde seca Eugenia.

Martin se acerca a mí sin desviar su vista.

—Perdón señorita Montserrat, puedo enseñarle —indicando su notebook.

—Si —me levanto de la silla de escritorio y voy hacia su escritorio.

—Confio en ti —dice con sus ojos más celestes que nunca— es la parte de archivos internacionales están los archivos adjuntos —indica preocupado.

Eugenia se aleja molesta.

Muerdo mis labios y busco la carpeta.

—¿Puedo pedirle una hoja y un bolígrafo? —pregunto mirándolo.

Martin busca rápidamente sin decir una palabra y me lo entrega.

Comienzo a escribir los números, en el papel mientras Martin no deja de mirarme tan atentamente. El problema era complicado, sin embargo si había algo que me encantaba y apasionaba eran los números. Tarde alrededor de veinte minutos, sacando números, cálculos y resultados, pero llegue a la recta final y mire a Martin.

—Aquí está el error —muestro la cuenta y lo remarco con un resaltador.

Martin sonríe hasta con sus ojos.

Bajo mi mirada un poco incómoda.

—Eres lo mas bonito que ha pasado en mi dia —penso en voz alta, y miró a Eugenia— Dile al idiota de Juan Pablo qué ya lo hemos resulto —regresa a mirarme— no sabe cuanto se lo agradezco.

Trago saliva un poco incómoda de la forma que me mira.

—¿Ha desayunado? —pregunta.

Me niego con la cabeza.

—Bueno, vamos a tomar el desayuno, recompensa por lo que ha hecho.

—Señor Farrell debo terminar mi trabajo —contestó apenada.

MI ERROR FUE AMARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora