Park Jimin es un chico que jamás ha experimentado lo que es el amor propio.
¿Por qué no puede amarse a si mismo?
Jamás le enseñaron como hacerlo.
Y a pesar de todo, existía una persona con el poder de darle a Jimin la fortaleza que necesitaba, o de...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Caminar por aquellos largos pasillos siempre fue un martirio para cualquier persona; lleno de empujones y alumnos metidos en su propio mundo, sin molestarse por notar a su alrededor y chocando de vez en cuando con alguien. Todos gritando al mismo tiempo sin hacerse entender, simplemente producir un enorme caos colectivo que taladraba los oídos. Si, un infierno en tierra.
Y no existía alguien que odiara tanto las multitudes como Park Jimin. Su cuerpo parece volverse más pesado que de costumbre, demandando que en su mente solo domine la idea de su cuerpo expandiéndose más y más con el paso de los segundos.
Lógicamente imposible, pero así era como se sentía al tener que abrirse paso frente a un montón de desconocidos. Puede sentir las miradas ajenas colarse entre su ropa; pareciendo completamente desnudo y expuesto.
Era momento de ingresar a su nueva aula y todo lo que quería era encontrar un pupitre hasta el fondo del lugar. Hasta entonces, sus uñas serían apresadas por los dientes del rubio en un pobre intento de calmar ese creciente cosquilleo doloroso instalándose en su pecho.
..........
- ¡¿Qué?!
-Ya te he dicho que no tienes que gritarme en los oídos, Hoseok. - Se removió molesto en su asiento. No soportaba el ruido y menos repentinamente.
Restando importancia al asunto, el pelinegro continuó la lectura de su libro, el cual tuvo que posponer cuando su energético amigo insistió en encontrar respuestas ante aquellas declaraciones provenientes de su persona.
-Pero no puedes simplemente dejar la banda...Yoongi, a ti te encanta estar ahí.
La expresión del pelinegro se tensó por unos segundos antes de que su mandíbula apresara todo ese amargo sabor que comenzaba a surgir desde su pecho hasta colarse entre su lengua. Aquellas pobladas cejas se fruncían mientras su mente intentaba apagar todo el ruido que esas simples palabras habían logrado encender en su interior.
Hoseok tenía razón.
La mente de Yoongi era un caos todo el día, ni siquiera siendo capaz de escapar de ésta misma, incluso en sueños. De alguna manera se encargaba de atormentarlo aún en pesadillas. Y desde hace bastante tiempo decidió rendirse ante ella.
Nunca ha podido ganar contra su propia mente, inconscientemente volvía a caer dentro de ese abismo; la ansiedad parecía envolverlo desde la cuna hasta arrullarlo con su propio llanto. Entonces, ¿por qué estaba dispuesto a dejar aquella única salida que lograba calmarlo cuando nada lo hacía?...
-Tú amas la música. - Hoseok mantenía esa expresión de angustia desde los últimos veinte minutos.
-No dije que no lo hiciera. - En serio necesitaba que el castaño dejara morir el tema, no tenía ánimos de discutir sobre algo que ya estaba decidido y no podía cambiar por más que él mismo quisiese. - ¿Trajiste la tarea de historia?