ocho

1.7K 164 23
                                    




25/04/2023

LORNA

Me quedé en un shock, pero Federico no tiene porqué saberlo. Un mundial es algo enorme, mataría por ir, pero la facultad de mierda me vive matando a parciales. Mejor me mato yo y listo !!!

No se si puedo ir Fe, tengo que ver bien cuando me clavan los parciales—dije tratando de ocultar la tristeza que me daba no poder irlo a ver. Siendo sincera, ir a la cancha ya es como mi segunda naturaleza, me siento feliz viéndolo jugar, viéndolo hacer lo que más lo hace feliz a él, boludeando con los hinchas, mirando como mete su primer gol—. Te juro que si puedo voy, pero todavía no se muy bien.

Por su parte, él no me puede esconder nada, lo conozco como la palma de mi mano. Podía notar de acá a la China que mi duda le cayó como un balde de agua fría. Sabía que no le gustaba que no vaya a sus partidos, pero no pensé que le podía llegar a afectar tanto que no esté en alguno.

—Voy a hacer todo lo posible por ir, Fe, pero no te prometo nada—le dije con una sonrisa para después tomarle la mano. A lo que me dió una mueca que simulaba ser una sonrisa.

Si me llegan a efectivamente meter un parcial justo cuando es el mundial, juro que voy a prender fuego la universidad.

Está bien, Lor, te juro—me mintió tratando de asegurarme que no le afectaba nada esto—. Lo más importante es que te saques de encima esas materias, ¿si?

Por primera vez desde que le lancé la bomba, sentí que Federico dijo algo genuino. Él quería con todo el poder del mundo que yo vaya a su mundial, pero realmente cree que mi carrera es igual de importante que la suya.

A decir verdad, esa es una de las cosas que poco a poco me fue enamorando de él. Desde que somos chicos que para él ambos somos iguales, ambos importamos de igual forma. Un ejemplo boludo que se me ocurre ahora es cuando nos juntábamos a comer ravioles en su casa, siempre le pedía a su mamá que me cocine los de verdura, aunque a nadie en su casa le gustasen.

No pude evitar sonreírle y apretarle un poco la mano.

Para muchos esto de los partidos puede resultar una boludes atómica, incluso a mi me llega a parecer sin sentido dependiendo del día que se me pregunte, pero para él no lo era. No existe un ser más cabulero que Federico, la cantidad de cábalas y mufas en las que cree debería ser estudiada por psicólogos y expertos, fuera de joda.

Terminamos de comer las porciones de torta que pedimos y nos fuimos a caminar por ahí. Si alguien nos veía seguro pensaría que somos pareja (ojalá). Su brazo rodeaba mis hombros, caminábamos a la par y encima él llevaba mis cosas de la universidad y yo tenía puesto uno de los joggings suyos que me regaló hace unos años. Digno que cualquier romance de Hollywood según mi parecer.

Caminamos por todos lados, fuimos a Calle Corrientes, al Ateneo, a boludear por recoleta. Cualquiera que no nos conociera pensaría que estábamos en una cita. Incluso yo, si no fuese Federico quien está conmigo, pensaría que es una cita.

Nos fuimos en bondi al planetario para poder mirar el atardecer mientras tomábamos unos mates. Mirábamos a la gente pasar e imaginábamos que podría ser de sus vidas, que podrían estar diciendo, de dónde venían, hacia donde se dirigían.

Esta actividad podría parecer simple, pero eran estos momentos de hacer "nada" y boludear con él que me llenaban el corazón de forma constante. Todos los días de mi vida podrían ser una sucesión de momentos así con Federico y yo sería totalmente feliz, solo digo.

—Esa chica corre como si estuviera yendo a frenar al amor de su vida antes de que haga alguna pelotudes—dije medio al borde de dormirme. Mi espalda contra su pecho mientras él se apoyaba en el pasto, mis piernas en medio de las suyas.

—O capaz como si fuera a reencontrarse con el amor de su vida luego de no verlo por años—me respondió Fede—. Mira a ese señor sentado en el banco de allá. Él parece estar esperando a que uno de sus hijos venga con sus nietos. Pero al parecer lo dejaron plantado, porque ya se está haciendo de noche y sigue sin venir nadie.

Nos quedamos en silencio un rato. Había veces que las posibilidades de que nuestras imaginaciones sean reales simplemente nos ponían a pensar.

—Creo que ya deberíamos ir volviendo Fe, se está haciendo tarde—dije rompiendo con el silencio que se había formado.

—Quedémonos un rato más Lor, esperemos a que se haga más de noche—replicó desestabilizándose levemente para pasar uno de sus brazos al rededor de mi cintura.

A ver . . . si me lo pide así no veo razón por la cual yo me podría negar a su petición.

Está bien, pero solo un rato—respondí haciéndome la enojada, lo que le hizo largar una carcajada leve mientras me miraba a los ojos.

Dios Federico, dejá de mirarme así que no solo me enamoro mil veces más de vos sino que también pienso que es mutuo y creo en mi cabeza mil novecientos cincuenta y un escenarios de como seríamos como pareja. Teneme un poco de piedad, soy solo una chica.

Escuchemos un poco de música, dame tu celular que pongo—lo escuché decir mientras mi cabeza reproducía imaginaciones de citas y momentos cursis entre nosotros dos. Alguien que me pase la pasti de la esquizofrenia lo antes posible, por favor.

Le pasé el celular preparada para escuchar algo de Wos u otro de los que escucha él, por lo que me tomó por pura sorpresa cuando del parlante de mi celular empezó a sonar una melodía bastante conocida. Mucho más cuando después empezó:

One look, dark room
Meant just for you

¿Federico puso You Are In Love de la nada? ¿Que bicho le picó?

No hay forma de que él sepa que hace años pienso en que esta sería nuestra canción si fuéramos novios.

No dije nada al respecto para no arruinar el momento con cualquier insinuación, preferí simplemente disfrutar y mantener mis opiniones para mi.

Con el pasar de las canciones, me di cuenta de que puso una de mis playlist, más específicamente, la de canciones románticas de Taylor. Él no tenía forma de saberlo, puesto que el nombre no era más que una serie de emojis rosas o tiernos. No obstante, interiormente no me podía sacar la idea de que fue el destino que hizo que entre todas mis playlists elija justo esa.

Vas a matarme un día de estos, Federico Redondo.

pep-talk; FEDERICO REDONDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora