once

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26/04/2023

LORNA

Cuando me desperté no me tomó mucho tiempo darme cuenta que me encontraba encima de Fede. ¿Me sorprendió la posición? Obvio, lo último que recuerdo antes de dormirme era simplemente tener un brazo y una pierna cruzados encima suyo. ¿Me sentí extrañada? En lo absoluto, despertarme así se sintió de lo más familiar del mundo, incluso si nunca había pasado antes.

Decidí quedarme un rato quieta, apreciando un poco este momento que seguro tarde en volverse a darme. Al rato me di cuenta que Fede también se estaba despertando, por lo que pretendí seguir dormida para no quedar en evidencia y ver su reacción ante la situación. La posición en la que estábamos facilitaba las cosas, puesto a que no le daba el ángulo para ver que yo estaba fingiendo mi sueño.

Habrán sido unos diez o quince minutos en los que él estuvo despierto, pero durante ese tiempo no paró de acariciarme los brazos y la espalda. Incluso se dió el tupé de dejar algunos besos encima de mi cabeza antes de seguir durmiendo.

No me quiero ilusionar, capaz que estoy viendo cosas donde no las hay. Pero a su vez creo que ya es tarde para no ilusionarme, las mariposas ya están en mi panza.

Una vez que su respiración volvió a ser pesada, me permití dibujar cosas sin sentido al costado de su torso, usando la punta de mis dedos de la forma más tenue posible. Un rato después, giré mi cabeza para quedarme mirándolo un rato antes de empezar mi día.

Como sé que es una morsa cuando duerme, y que no lo despierta ni un camión pasándolo por encima, me atreví a ayudarme con los brazos para nivelarme a su altura y quedar cara a cara con él. No puede ser tan perfecto el reverendo hijo de re mil puta, debería ser ilegal. Se veía tan tranquilo durmiendo que daban ganas de darle un beso, pero soy medio pichona como para animarme a eso, así que me conformé con un beso en el cachete antes de levantarme a preparar el desayuno.

Antes de cruzar el umbral de la habitación de Fede, me acordé que todavía nos quedaba el helado que pedimos anoche. El cuarto de chocolate que pidió solo para mí. Así que decidí volver a mi posición en la cama y seguir durmiendo un ratito más hasta que Fede me despierte. No le hace mal a nadie, ¿no?

Me volví a acomodar y, como era de esperarse, mi querido amigo ni se inmutó. Esta vez decidí que, en vez de usar su pecho de almohada, colocar mi cabeza en el espacio entre su hombro y su cuello, y poner una almohada ahí. Capaz que quedaba muy en evidencia que me desperté y decidí seguir con la posición, pero al menos me evitó la torticolis. Prioridades.

Apenas mi cabeza tocó la almohada concilié mi sueño. Era increíble la paz que manejaba en ese momento. Se podría estar cayendo el mundo afuera que yo ni enterada, para mí sólo existíamos él y yo. Lo que es el amor che, me doy vergüenza hablando así.

₊˚‧︵‿꒰୨ 🧿 ୧꒱‿︵‧˚₊

Me desperté de una forma inesperada. Federico me había corrido de encima suyo, y estaba sentado contra la cabecera de la cama respirando de forma demasiado violenta. La puta madre, nunca me contó que habían vuelto sus pesadillas. Lo bueno es que no estaba llorando como otras veces. No pareciera estar triste, sino asustado.

Activé como si me hubiesen dado tres cafés negros de una, odiaba verlo así. Me senté arriba de unas almohadas para quedar nivelada con él, pasé mi brazo por atrás de sus hombros, y lo atraje hacia mi cosa de que escuche mis latidos. No hacía esto desde que teníamos dieciséis años, y para ser sincera no lo extrañaba para nada. Sus brazos rodearon mi cintura y se aferraron fuerte. Se me partía el alma.

pep-talk; FEDERICO REDONDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora