𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐅𝐈𝐑𝐄, 𝖺𝖾𝗀𝗈𝗇 𝖺𝗇𝖽 𝖺𝖾𝗆𝗈𝗇𝖽 𝗍𝖺𝗋𝗀𝖺𝗋𝗒𝖾𝗇

𝐜𝐞𝐫𝗼. 𝗍𝗁𝖾 𝖻𝗂𝗋𝗍𝗁 𝗈𝖿 𝗍𝗁𝖾 𝖽𝗋𝖺𝗀𝗈𝗇

primer acto ━━ la princesa del norte
nacimos para arder juntos

𝟢𝟢𝟢. ━━ EL NACIMIENTO DEL DRAGÓN :

        RHAENYRA TARGARYEN SE ENCONTRABA EN PROCESO de parto desde la madrugada, un parto difícil había dicho el maestre. El bebé estaba volteado y no tenía indicios de querer salir, y el esposo de la princesa no quería tomar una decisión que pudiera perjudicar a la madre. El rey había ignorado las peticiones del maestre de abrir a la princesa como hicieron con la difunta reina Aemma, el viejo rey no deseaba que su hija muriera como lo hizo su madre.

La reina consorte mordía sus uñas con nervios, claramente no estaba en buenos términos con la heredera, pues le había declarado la guerra en su boda, pero no evitaba el sentirse nerviosa por la joven, deseaba estar a su lado, pero aquellos tiempos ya habían terminado.

La princesa gritaba y pujaba con fuerza, rogando a los dioses que aquel niño saliera de una vez, pero parece ser que los dioses le habían dado la espalda a la joven madre.

Ser Laenor lloraba por el sufrimiento que su esposa pasaba, deseando estar a su lado para ayudarla, pero las parteras habían sido específicas de que el no podía entrar.

El maestre Mellos había salido de la habitación con una mueca, con las puertas abiertas, los gritos de la platinada se escuchaban más fuertes, poniendo de nervios a los reyes.

── Mi rey. ── Viserys miró con esperanzas al gran maestre. ── No hay nada que podamos hacer, hay que abrir-

── ¡No! ── interrumpió con un fuerte grito. ── ¡No mataré a mi hija por tus malditos consejos!

── ¿Enserio no hay nada que podamos hacer, gran maestre? ── preguntó la reina igualmente esperanzada.

── No, majestad, hemos intentado todo, la princesa no puede expulsar al niño.

Las lágrimas comenzaron a mojar las mejillas del Velaryon.

── Salven a mi esposa, sin importar que cueste la vida del infante. ── el hombre abrió los ojos con sorpresa y miró al rey esperando su aprobación.

En la privacidad de sus aposentos, la princesa Rhaenyra lloraba, había logrado expulsar al bebé luego de largas horas. Había tenido que hacer mucho esfuerzo para que el infante pudiera estar en la posición correcta, pero debía de tomar una pronta decisión.

── Vamos, mi princesa, el maestre está por entrar. ── dijo ansiosa la partera.

── Mi niña. ── ella sollozó sin querer soltarla.

── Le entregaremos la niña a Lord Stark junto a su carta.

Rhaenyra besó la frente de su hija y susurró algunas palabras.

── Mi princesa Helaerys, volveré por ti, mi dulce niña, recuérdalo. ── la pequeña comenzó a llorar cuando fue separada de los brazos de su madre.

── Lo lamentó mucho, princesa. ── se disculpó la doncella, pero la platinada no le devolvió la mirada.

Ese mismo día, todos fueron notificados que la primogénita de la princesa heredera nació muerta. Todos lamentaron la pérdida de la pequeña princesa, orando a los dioses por la heredera al trono.

Mientras ella lloraba en los brazos de su esposo pidiendo perdón por lo que hizo, el solo podía consolarla y llorar con ella.

── Tuve que hacerlo. ── ella sollozó. ── Tuve que apartar a mi niña, a mi primogénita, solo para protegerla.

── Lo lamentó, Nyra, esto no debía de ser así. ── los sollozos se volvieron más fuertes y ella se aferró a los brazos de su esposo.

En el norte, una semana después, Lord Cregan Stark recibió en sus brazos a la princesa Helaerys Targaryen, jurando a los antiguos dioses que protegería a la niña como si de su propia hija se tratase.

── ¿Cual es su nombre? ── preguntó el lord del norte a la doncella frente a el.

── Helaerys, mi lord, Helaerys Targaryen.

── Helaerys Targaryen, primogénita de la princesa Rhaenyra y princesa del norte.

La doncella realizó una reverencia y dos guardianes de dragón se aproximaron con un caldero que contenía un huevo negro con escamas rojas.

Sabía que el norte no era un lugar adecuado para que un dragón se criara, pero la princesa Helaerys debía de tener algo que la mantuviera cercana a su familia.

En el castillo de Pentos, el príncipe Daemon recibió la noticia de que su primogénita con la mujer que amaba había fallecido, el lloro en los brazos de su esposa como nunca lo había hecho, lamentándose de no haber estado del lado de su amada.