Tras los susurros.

Me veo en la obligación a hablar apesar del dolor y el miedo, de lo que fue y es para mi un hecho aterrador con respecto a la muerte de mi familia.
Mi familia era de un pequeño pueblo que actualmente ya no tiene tantos habitantes, quiero creer que fueron a la gran ciudad a unos 700km de ahí. Nunca he sido fan de los lugares de campo, algo ahí me transmitía una energía la cual no me hacía sentir del todo comodo, mi sueño de pequeño siempre fue vivir en la ciudad, y aunque ahora vivo en una, tengo recuerdos de mi infancia en aquel lugar.

La historia que les voy a contar sucedió cuando tenia uno 6 años, por allá en el 2005. A mi madre le gustaba llevarme a visitar a mis abuelos, quienes vivían en un lugar aún más rural, como a una hora del pueblo.
Actualmente no se dura tanto para llegar, pero en aquellos años el camino en autobús era bastante difícil.

El lugar donde viven era muy pequeño; el centro del pueblo tenía una iglesia, un parque y las típicas cantinas. Sin embargo, ellos vivían unos 10 minutos en auto o 30 caminando, en un lugar muy apartado algo raro en esa zona. No había mucha luz; la mayor parte del tiempo se utilizaban lámparas y cuando todo estaba apagado, no podías ver ni la palma de tu mano. Algo que me extrañaba de ese pueblo, era que sus habitantes preferían no mirarnos o así lo notaba yo.

El terreno era bastante grande, ya que mi abuelo se dedicaba a criar vacas, gallinas y otros animales. Incluso detrás de la casa había un río al cual para llegar debías bajar por una montaña llena de árboles y maleza.

La visita fue por motivo de la Navidad; por lo tanto, había otras personas reunidas en la casa. Los más grandes estuvieron bebiendo y hablando durante gran parte de la noche sobre algunos temas sin relevancia para un niño de 6 años. Sin embargo, en un momento de la noche, comenzaron a hablar sobre experiencias paranormales, algo que desde siempre me ha gustado mucho y llamado la atención.

Mi abuelo contaba que últimamente había encontrado algunos de sus animales muertos como si hubieran sido devorados por algún otro animal, siempre tenían un hueco enorme en el estómago, pero por alguna razón, nunca se comía en el resto, solamente sus viseras. Comentaba que talvez sería producto de algún puma suelto, algo que no es tan común pero posible. De igual manera más de una vez había escuchado silbidos provenientes de los oscuros potreros frente a la casa, lo cual es imposible porque, como les dije, el lugar estaba realmente muy apartado, con calles de terracería muy oscuras como para llegar fácilmente.

También contó algo que le ocurrió esa noche después de ir a encerrar una de sus vacas con un ternero recién nacido. Iba regresando a la casa, siempre acompañado por sus perros, cuando estos comenzaron a ladrar desesperadamente, fijando su mirada en uno de los árboles más altos que había en el lugar. Cuando volteó para ver a qué le ladraban, logró ver una sombra negra en una de las ramas viéndolo fijamente con unos ojos brillantes que sobresalían de la oscuridad.

Mi abuelo comenzó a correr, dejando tirado algunos baldes que utilizaba para llevar alimento a las vacas. Llegó a la casa gritándole a mi abuela para que le ayudara a buscar una escopeta que tenía guardada para defender a su ganado en casos de emergencia. Sin embargo, no tuvo respuesta; mi abuela no estaba en la casa, por lo que salió preocupado a buscarla. Viéndola salir de uno de los gallineros, rápido le contó lo que vio en el árbol, y mi abuela solo se rió, diciéndole que estaba imaginando cosas y que seguramente era el cansancio por ser tan tarde, y lo convenció de ir a dormir.

El relato que contó mi abuelo aquella noche que estábamos reunidos terminó ahí. Para ese momento, dos de mis tíos habían ido a dormir, al igual que mi abuela. Cuando la reunión llegó a su fin, mi padre, junto con mi abuelo y los esposos de mis tías, decidieron ir a tomar a una cantina del pueblo. Por lo que nosotros no nos quedó más remedio que ir a dormir también. Iba a ser la 1 de la mañana, y aún no lograba conciliar el sueño.