IV

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Mikey descansaba tranquilo sobre una fuerte rama de un precioso árbol que rodeaba la casa del que él consideraba su futuro omega. Sonrió al imaginarse la cara de sus hermanos al ver la preciosura de omega que tendría.

Tontos.

Envídienlo.

Sus ojos se dirigieron rápidamente al cuerpo que se movía entre las flores del patio trasero, apreciando y suspirando ante el bonito silbido en forma de melodía que el omega silbaba. Pensaba que en cuanto Baji le diese el visto bueno a su condición partiría a su manada, no podría llevar consigo al par de omegas por precaución, y se aseguraría de evitar cualquier catástrofe antes de llevarse consigo a ambos chicos. No querría arriesgarlos, a ninguno de los dos.

Por su lado Baji era consciente de la mirada clavada en su persona, más no le daba la atención que realmente su lobo le pedía darle. Simplemente disfrutaba de las gotitas de agua que las hojas de los arboles dejaban caer -pues esa noche había llovido-, quería pensar en el hecho de que debía informar al alfa que ya podría partir a su destino.

Suspiró.

Él hablaba enserio cuando había dicho lo de querer conocer el hogar del alfa, pero sabía que aquello no podía ser. No debía ser. Él y su hermano debían cambiar pronto su ubicación y perderse nuevamente, como cada que se topaban con algún otro cambia formas.

Keisuke sabía que, su destino ya estaba marcado desde el momento en él había decidido dejar su manada, siendo solo un omega adolescente en busca de aventuras que su madre estrictamente le había prohibido. Y vaya que entendió el por qué a la mala, sin embargo, estaba bien, había logrado conocer a Kakucho y se había topado con este raro alfa que le causaba mariposas en el estómago

— Te veo demasiado perdido —. Escuchó a sus espaldas, y su cuerpo se tensó de manera involuntaria — ¿estás bien, Kei?

Y definitivamente sus ojos no debieron aguarde de la manera en que lo hicieron cuando el alfa acortó su nombre de esa forma, porque irremediablemente dejó escapar un sollozó bajito que provocó tener las manos del alfa tomándole de la cintura para darle vuelta, siendo suave.

El omega le apartó el rostro e intentó quitarse, y el alfa simplemente apretó un poco más, no lo suficientemente fuerte para lastimarlo, pero si para mantenerlo en su lugar. Manjiro escrutó con ojos ansiosos a su bonito omega, en busca de alguna herida o algún mal, pero no halló nada.

El alfa respiró hondo y dejó a su lobo mostrarse en sus irises, tintándolos de un rubí precioso.

— Omega — le llamó —, omega estoy aquí. Alfa te protege, no llores por favor —. Susurró bajito, con apenas un ápice de su voz de mando al decir. Él no buscaba regirlo o asustarlo, tan solo quería consolarlo.

El omega lo miró con sus zafiros fijos, un poco opacados, y decidió acortar la distancia para abrazarse fuertemente a él, a su cuerpo calientito y suave.

— Tienes que irte — el omega comenzó, con la cabeza escondida en la hendidura del cuello contrario. No muy cómodo, más si en paz. — Tu cuerpo ha terminado de sanar, no hay más que yo pueda hacer por ti —. Y no va a mentir y decir que no le sorprendió que el alfa lo apretara aún más a su cuerpo, como buscando fundirse con él.

— Volveré. Volveré por ti y por tu hermano — prometió —, cuando solucione los asuntos que tengo con el clan y me asegure de que no los pondré en riesgo al llevarlos entonces, entontes volveré. No vas a escapar de mi tan fácil, porque para mi lobo y para mi tú eres nuestro omega.

Y Baji solo pudo asentir.

Sabiendo que quizás, quizás realmente no lo volvería a ver.

Sabiendo que quizás, quizás realmente no lo volvería a ver

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Mikey dudó.

Por primera vez en toda su vida realmente dudó de si quería volver a su hogar, a su manada, con su familia. Y no lo mal entiendan, él sabe que podría llevar consigo a ambos chicos de una vez, pero el riesgo de que sus enemigos lo emboscaran durante el trayecto a casa estaba y él jamás se perdonaría que alguno de ellos se viera envuelto en todo aquello. Jamás se perdonaría que lastimen al omega que ama.

Miró una última vez en dirección a la bonita choza que lo acogió durante casi medio año y dejó que sus ojos se aguaran ante el pensamiento de que allí, en la habitación que le perteneció durante todo ese tiempo, se hallaba durmiendo el omega del cual ha quedado enamorado. Contuvo las ganas de mandar todo a la mierda e ir por él, porque primero tenía que asegurarse de que en el lugar al que lo llevaría se encontraría a salvo.

Soltó un suspiro y se convenció a si mismo que la decisión que estaba tomando era la correcta, más los pequeños recuerdos de su omega aferrándose a su cuerpo durante todo el tiempo que durmieron le quemaba, porque esperaba que su Kei no tomara su escape como un mal pensamiento en el cual él lo abandonaba. Mikey solo quería irse sin hacer ruido, sin tener que ver más lágrimas en su bonito rostro.

Y tal vez hizo más mal que bien, porque luego de que él se fuera, dentro de esa habitación en la cual pensaba estaba el pobre omega hecho un ovillo, con el cuerpo temblándole ante los fuertes sollozos que morían amortiguados en la almohada, con Kakucho tras de él dándole caricias en forma de consuelo.

Y tal vez hizo más mal que bien, porque luego de que él se fuera, dentro de esa habitación en la cual pensaba estaba el pobre omega hecho un ovillo, con el cuerpo temblándole ante los fuertes sollozos que morían amortiguados en la almohada, con Ka...

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Cortito si, pero lo importante es que actualicé. Honestamente no tenía ni idea de cómo seguirlo, pero ya escribiendo mi cabeza se hizo tremendos escenarios así que, esperenlo.

En el próximo cap habrán apariciones de otros personajes.

Es todo por ahora, bye, bye.

 Aly fuera.


𝑬́𝒍 𝑶𝒎𝒆𝒈𝒂 𝒅𝒆 𝑴𝒂𝒏𝒋𝒊𝒓𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora