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SAHARA
Beber hasta perder el conocimiento nunca estuvo en mis planes de vida, ese no era mi estilo y mucho menos el de Khiss, que se encuentra tirada en el piso durmiendo en una posición algo extraña, creería que está muerta si no fuera por su leve respiración. Trato de recordar qué fue lo que sucedió con exactitud ayer, pero todo recuerdo se vuelve negro pasada la media noche, mi sexto sentido me dice que estoy olvidando algo importante, más no recuerdo qué.
Me siento acomodándome entre las almohadas que están detrás mío logrando ver toda la habitación desde otro ángulo, un sillón está sepultado por ropa de todos los colores, hay zapatos por doquier, las maletas no las logro encontrar a simple vista, casi escondido en el rincón se encuentra un vestido blanco acampanado al parecer, una tiara reposa sobre el peluche de pingüino sobre el sofá más grande y por último el portátil de Khiss permanece abierto sobre la pequeña mesa de centro. Parece que pasó un huracán en esta habitación.
Huracán no, pero sí dos chicas con más alcohol que sentido común en la sangre.
No volveré a tomar alcohol nunca jamás.
Ni tú te lo crees
No ayudas.
Esa jamás fue mi intención
Lentamente me levanto sosteniendo mi cabeza, sintiendo que si no lo hago se podría caer, me arrastro con la poca fuerza que tiene mi cuerpo hacia el baño, tomo una ducha fría para poder disipar un poco la resaca, realizo mi rutina de limpieza facial y me preparo para definir mis rizos, me lleva al rededor de una hora hacerlo y ahora tengo los brazos entumidos, pero me siento feliz por el resultado.
La belleza duele.
Salgo del baño en bata, buscando entre el montón de ropa mi vestido floreado favorito, cuando lo encuentro Khiss comienza a removerse, despertando al fin de su larga siesta.
- Se despertó la bella durmiente - bromeo.
- Bella siempre, y durmiente también- ambas soltamos a reír.
- Pediré desayuno a la habitación, ¿Qué vas a querer? - estira el cuerpo y se ve igual o peor que yo cuando desperté.
- Un café y un bowl de yogurt con frutas, por favor - asiento marcando a recepción para pedir nuestra comida, mientras mi amiga se encierra en el baño.
Me termino de vestir cuando tocan la puerta, voy a abrir con la idea de que era nuestro desayuno, pero la chica en la puerta no es ninguna trabajadora del hotel.
- Sahara querida, que gusto verte, te vez hermosa - la observo analizándola, su cabello es castaño, lleva un vestido verde esmeralda que se amolda a su delgada figura, con un par de tacones negros y en sus manos lleva un enorme bolso que combina con su atuendo, por un instante no sé quién es, pero luego la recuerdo como una de las amigas de Khiss que llegaron anoche.
