#4 Anécdotas y espera

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El Lago de los Quagsire era un hermoso y extenso cuerpo de agua ubicado a las afueras del pueblo, no muy lejos de una ruta principal. Las orillas eran fangosas, había abundante vegetación y estaba rodeado por terrenos de cultivo, por lo que no era raro ver, a lo lejos, Miltank, Tauros y otros Pokémon de granja.

Cayó la tarde. Los Quagsire parecían haberse olvidado del problema que causaron en la mañana. Las primeras estrellas se asomaron iluminando el agua donde los Pokémon flotaban junto a las esferas que habían robado de las zonas cercanas.

En lo alto de una colina, mirando hacia el lago, estaban los Entrenadores tomando la merienda. Jeslín y su Lickitung comían mango. Camila, que a penas había llegado, trajo galletitas de chocolate hechas por ella misma. Había café, té y una manta, como si fuese un picnic.

Riolu, que había hecho un gran esfuerzo, descansaba sobre el cuerpo de la Arcanine dorada que también estaba durmiendo. Había un Donphan acostado en el suelo, mirando hacia la ruta, y un Mimikyu escondido entre los arbustos.

—¿Tienen más Pokémon? —preguntó Camila.

—Sí. Ya comieron, así que los regresamos a sus Pokéball para que no sea tan caótico —le dijo Shera, que llamó con la mano a su Mimikyu para darle una galletita.

Hubo un largo silencio hasta que a Camila se le ocurrió otra pregunta. —¿Qué tal la Liga Agua Cristal? La final fue hace unos... ¿Tres meses? Recuerdo haber visto algunos de los combates, pero la escuela no me ha dejado verlos todos.

La Liga Agua Cristal fue una Liga de Campeones organizada por una región vecina, la 'Región Arbór'.

—Sí, mi hermano y yo eramos representantes de la Región Fluvia —respondió Honrey.

—¿Quién fue el campeón? —preguntó Camila.

—Yo. Cuando terminó el torneo, alcancé los 24 puntos —contestó Firwe.

—Yo estuve primero e invicto todo el maldito torneo hasta que... —Shera miró enojado a Honrey.

—No me mires, yo terminé cuarto —se excusó Honrey.

—Hubiera ganado —murmuró Shera.

—¡Tendrías que haberle ganado a Firwin! —se metió Jeslín.

De a partes, contaron la historia completa, hablaron un poco de cada combate, otro poco de estrategias, e hicieron algunas bromas.

Cuando cayó la noche noche y tuvieron que prender una lámpara, además de usar repelente, Camila preguntó por Jeslín.

—Mi hermano la encontró en estado salvaje y decidió adoptarla como su alumna. Aunque también recae en mí algunas cosas, supongo. Viene de otra región vecina y está aprendiendo —respondió Firwe.

Las dos muchachas se miraron. Jeslin aún tenía toda la cara manchada de mango.

—¡Pero no aprende! ¡Le tengo que explicar todo mil veces! —se quejó Honrey.

—Cállate a la mierda, viejo tonto —le respondió Jeslín, y comenzaron a insultarse.

—¿Y cómo llegaron hasta aquí? Entiendo que Shera debía volver, es el Líder del Gimnasio de la zona y se encarga de resolver estos problemas, ¿pero ustedes tres? —preguntó Camila.

—Cuando terminó el torneo, nos quedamos tres meses en Región Arbór, ya luego vinimos para acá para conocer esta región. Estábamos cerca cuando Shera nos llamó para que lo ayudásemos con este quilombo —dijo Firwe.

—Sabía que podía volverse problemático —añadió Shera.

—¿Y por qué se quedan aquí? Es decir, aquí, aquí, en el lago ¿No es mejor que vayan al Centro Pokémon a descansar? Si los Quagsire vuelven al pueblo, se van a enterar de todas formas —continuó interrogando Camila.

—Estamos esperando. No a los Quagsire, sino a lo que podría hacer la policía —dijo con cierto pesar, el Líder de Gimnasio.

—Si algo así sucede, que seguro va a suceder, Jeslín se va a encargar de protegerte —le ordenó Honrey a su alumna.

Camila no entendió bien a qué se referían hasta que, antes de la hora de la cena, dos camionetas negras descendieron desde la ruta hacia donde estaban acampando. La muchacha se puso de pie, algo temerosa, y Jeslín la tomó de la mano para llevarla hasta un escondite, detrás de altos árboles. Lickitung regresó a su Pokéball, pues una criatura rosada de más de un metro de alto llamaba mucho la atención; y en su lugar una Roselia apareció.

—No toques a mi Rosalía, aún no controla sus puntos tóxicos —le murmuró Jeslín a Camila, ya ubicadas en el escondite.

De la camioneta bajaron séis hombres, policías con mala expresión. Y a su encuentro fue Shera. Los otros dos Entrenadores se quedaron más atrás.

Lo que pasó en Pueblo MetztliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora