Alaridos de niños pequeños era lo único que se escuchaba, las voces de los trabajadores tomando órdenes y otros corriendo de allí para acá con los pedidos.
—Bienvenido a McDonald's, ¿puedo tomar su pedido?
Lo único que debía decir durante ocho horas consecutivas, todos los días. Todo el griterío le ocasionaba una jaqueca de los mil demonios, no veía la hora para llegar a su acogedor departamento y tomarse una ducha relajante, para luego ponerse a ver series sin parar junto a su diminuto felino.
De alguna manera había que mantenerse, no seguir estudiando fue la opción que Oliver decidió tomar, pero al menos logró tener un empleo donde la paga es... pasable. Suficiente como para mantenerse a él y a su mascota.Su compañero de trabajo, golpeó de manera juguetona su hombro al verlo tan perdido. Las ojeras debajo de los ojos de Oliver era una clara afirmación de sus horas de sueño arrebatadas.
—Hey, te veo algo perdido Oliv, ¿nuevamente sin descansar bien por estar investigando sobre el marketing? —Exclamó curiosamente el muchacho de melena castaña.
–¿Es tan notorio? —Murmuró ladeando su cabeza hasta apoyarla en su propio hombro y así observar al chico.
—Hombre, te ves cómo si un camión te hubiera pasado por encima. A este punto morirás antes de sentir tu primer beso.
No era extraño que su amigo supiera lo de sus fracasos en el amor, podría jurar que con el vozarrón que éste tenía, se enteraron hasta los clientes recientes de sus frustraciones amorosas.
—Olvida eso, Liam. No tengo planeado compartir mis babas con alguien más, es repugnante. —Hizo una mueca de disgusto ante solo imaginar la escena de dos bocas juntarse y que un delgado hilo de saliva fuera lo único que se viera al separarse.
El menor no quiso discutir más el tema y simplemente salió del lugar de descanso para tomar su turno correspondiente y atender a los clientes que iban llegando.
Fue un alivio para su alma que aquel mocoso entrometido se haya retirado del lugar, dejándolo al fin solo.
Tomó su teléfono, desbloqueandolo con su huella dactilar para así adentrarse a su red social favorita, Instagram.La primera plana que tuvo fue una publicación de gatitos pequeños, como amaba a esos peluditos todos esponjosos con olor a leche. Aburrido siguió bajando hasta cansarse.
Se exaltó al ver la hora que marcaba el dispositivo, 19:50 PM, en diez minutos debía salir del lugar y seguía ahí cómo fracasado muriendo de amor con posteos de animales.
—Maldición. —Guardó energeticamente su celular en el bolsillo del pantalón. Se levantó de aquella silla algo dañada para así quitarse todo su conjunto de empleado e irse por fin a su casa.
No era sorpresa alguna que ya estuviera oscuro, detestaba llegar tan tarde a su hogar, lo único que levantaba su ánimo era saber que su pequeño gato lo estaría esperando para una pequeña sesión de lamidas en la cara. Carajo que la lengua de aquél animal parecía una lija desparramandosé por toda su mejilla.
Su departamento no era el mejor de todos, de hecho, se había encontrado varias veces al minino batallar con uno que otro ratón. No podía darse todos los lujos, lo importante era estar cómodo pero tampoco ser un desastroso borrego y vivir en la mugre.
Piso siete, bajó del elevador sosteniendo la llave de su puerta en manos, escuchando desde antes los maullidos del micho esperando por darle la bienvenida.
Tironeó con algo de dificultad la perilla y así abrir la puerta de madera, escuchando el chillido insoportable de la misma.–Hola, pulgoso. Extrañaste tanto mi presencia como yo la tuya. —Tomó al animal en brazos, acariciando con la uña de su dedo índice detrás de la oreja de este, sintiendo y escuchando el diminuto ronroneo de satisfacción.
Fastidiado por ver que el peludo no tenía mucha comida y eso significaba una desapacible salida de compras. No era lo suyo, no le gustaba salir de por sí, suficiente tenía que tolerar trabajar para tener alimentos en buen estado.
Tiró bastante comida de gatos en un plato pequeño pero espacioso, dejándolo en el suelo para que aquella bestia comiera.—Ahora si me disculpas, me toca devorar algo de alimento a mi. —En contestación, el felino ni siquiera lo miró, solo movía su cabeza como si tuviera pequeños espasmos al comer.
En un plato hondo, se sirvió algo de cereales y un poco del yogurt de frutilla que le quedaba. No era una cena decente, pero se había olvidado salir de compras, entonces era eso o comer los ratones moribundos que se escondían detrás de sus paredes.
Arrastrando sus pies hasta su habitación, soltó un largo y cansador bostezo. Sus ojos ardían de una manera muy soportable, no molestaba pero reflejaba el cansancio que su cuerpo tenía.
Conectó su celular y se deshizo de su vestimenta, quedando cómodamente desnudo.—Mhm. —Un balbuceo salió de su boca al escuchar su teléfono vibrar. Encendió la pantalla mirando con pereza la notificación reciente.
"@lucashussain empezó a seguirte."
—Mañana será otro día. —Susurró para si mismo y en cortos minutos quedar en un sueño tan abrazador que hasta a Morfeo le daría envidia.
Mañana será un nuevo día para Oliver.
Morfeo: El dios de los sueños.
Desapacible: Que resulta desagradable.
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤHOLAAA, me voy a presentar brevemente. Soy la autora de esta pequeña historia, me llamó Camila.
Comencé a escribir este romance de dos jóvenes a través de las redes sociales, porque he visto que muchos andan pasando por amores virtuales o a distancia (me incluyo), entonces me gustó la idea de comenzar a redactar algo sobre ello.
Espero que la historia sea de su agrado, y cualquier duda, mi Instagram se encuentra en mi perfil.PD: Por ahora, subiré capítulos todos los días. 🫶🏻
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Atado A Tu Amor
Novela JuvenilOliver Driscoll era aquél muchacho que no tenía expectativas en el amor. Solitario pero a su vez, aquella soledad era su comodidad. A sus veintitrés años jamás había experimentado aquella cliché palabra que se llama "amor", pero eso cambió cuando co...