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Cuando la noche acabó y el bar se cerró, Nat al fin se vió libre para invitar a Max a su habitación. Se escabulleron ansiosos mientras iban tomados de la mano, parecían otra pareja de recién casados en su dulce luna de miel. Aunque el anillo que Max llevaba en el dedo hacía juego con el de otra persona que no era el pequeño barista.

Al cerrar la puerta tras de ellos, Max empujó a Nat haciéndole chocar de espalda contra la puerta y se arrojó sobre él devorandole la boca, mientras lo acorralaba con su cuerpo.

—He querido hacer esto desde que te conocí —le susurraba entre besos hambrientos. —Eres el niño más precioso que he visto en mi vida. 

Besó el lindo lunar de su mejilla, después el que estaba sobre su labio superior y entonces le introdujo la lengua en su pequeña boca descaradamente, una y otra vez, cogiéndole la boca en señal de cómo se lo cogería con otra parte de su cuerpo.

Nat gimió y le devolvió las ardientes caricias con la misma pasión, enredando los dedos en su cabello negro y tirando, consiguiendo con ello que el más alto se estremeciera. 

Luego metió sus finas manos por debajo de la camisa negra de Max que se ajustaba perfectamente a sus anchos hombros y gruesos brazos, haciéndolo lucir tan delicioso que Nat no había podido apartar la mirada de él durante toda la noche. 

Toqueteó codiciosamente sus abdominales marcados, que se endurecieron a causa de su tacto, mientras Max bajaba sus grandes manos por la retaguardia del más joven hasta agarrar sus nalgas y masajearlas con agresividad por encima del delgado pantalón de tela. Nat subió recorriendo su caliente torso con las palmas de sus manos, provocando que se le erizara la piel a Max, hasta que llegó a sus grandes pectorales, los cuales agarró y amasó entre sus dedos. Max gimió directo en su boca y luego le mordió fuerte el labio inferior con excitación. 

Max no se quedó atrás mientras coló su grueso muslo entre las piernas de Nat para frotar su entrepierna, haciéndole estremecer entre chispas de placer. Al mismo tiempo coló sus grandes manos por dentro del pantalón y la ropa interior del pequeño barista, agarrando sus suaves nalgas desnudas con cada mano, apretandolas, masajeando y jugando con su pequeño trasero mientras el más joven se frotaba contra su pierna y hacía lo mismo con los abultados pectorales de Max.

Luego Nat acarició la extensión de su ancha espalda, arrastrando sus uñas por los firmes músculos provocando que el mayor gruñera en el beso, poniéndose más caliente. De pronto Max se separó, se desabrochó y se quitó la camisa apresuradamente con la ayuda de Nat, después hicieron lo mismo con la camisa blanca del pequeño y quedaron ambos desnudos de la cintura para arriba.

Aprovechando su baja estatura, Nat chupó las clavículas del mayor que lo habían tentado cada vez que se asomaban cuando Max vestía sus holgadas camisetas de playa. Después, sintiendo que aún no tenía suficiente de él, bajó besando y mordiendo por su amplio pecho, sin olvidar dar un poco de cariño a sus oscuros pezones los cuales lamió juguetonamente hasta ponerlos duros, mientras Max bufaba y siseaba sintiendo como su miembro erecto daba brincos dentro de sus pantalones. 

Entonces Nat se inclinó sobre su cuerpo y pasó su lengua por los abdominales duros de Max, dando una larga y obscena lamida sobre ellos. Su piel estaba salada producto del sudor, porque el calor de sus cuerpos era demasiado, parecía que querían fundirse en uno solo. Nat también estaba sudando y una gota de sudor rodó por su pálido y delgado cuello, entonces Max lo tomó por los hombros y se inclinó para lamer la tentadora perla salada desde la base de su cuello hasta su oreja la cual chupó con lascivia. Luego atacó su cuello chupando fuerte, depositando besos húmedos y calientes y dándole mordidas.

[MaxNat] Tentación De Verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora