Prólogo: Te encontraré

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Abrió los ojos, confundido por el lugar en donde estaba. Se levantó del piso y echó un vistazo a su alrededor, estaba definitivamente seguro de que no era el callejón en donde se había quedado dormido.

--¿Dónde estoy?-- Se preguntó en voz alta. Sentía que ya había estado ahí, pero no podía distinguirlo.

Era extraño, parecía que el ambiente era morado, como si únicamente hubiese luces de ese color iluminando todo el lugar.

Escuchó unos pasos atrás suyo. Se dio media vuelta rápidamente, para ver a una chica de espaldas que le costó un poco identificar.

--¿Cassie?-- La niña no le contestó. Parecía concentrada.

Se acercó un poco más, llegando a apreciar lo que parecía estar haciendo. Estaba... ¿Hackeando? Una especie de... Cabeza de conejo flotante. Lo hacía con una herramienta, como una especie de llave, la cual estaba pintada como... ¿Glamrock Freddy?

Entonces, como si fuera un click, pudo descifrar en donde estaba. Era el Mega Pizzaplex, pero no el que recordaba. Estaba todo sucio y destrozado, como en ruinas.

¿Qué hacía ella aquí? El lugar no parecía estar exactamente en servicio. ¿Habría ido a buscar algo... O a alguien?

--Cassie, ¿Qué haces aquí?-- Le dirigió la palabra otra vez, aunque tampoco le respondió. No parecía que lo ignorara, de hecho, era como si no lo escuchara.

La chica terminó de hacer eso y esa cosa pareció desactivarse. Cuando volteó, pudo ver que llevaba una máscara, una máscara que él conocía muy bien.

Pero de repente, apareció una especie de fantasma con forma de conejo, más como un holograma. La niña rápidamente se sacó la máscara, revelando que, en definitiva, era su amiga. Y aún más alucinante, cuando se sacó la máscara, el conejo desapareció.

--¿Qué diablos está pasando?-- Dijo en voz alta, sabiendo que ella ni siquiera lo escucharía.

Pero de repente, como si fuera un parpadeo, estaba en un callejón, acostado sobre unos cartones. Se sentó sobre donde estaba y miró a su alrededor. ¿Estaba... Soñando?

Limpió sus ojos para sacarse las legañas y despertarse un poco. Dejó a un lado el periódico que cubría sus piernas, como si fuera una manta. Miró el callejón otra vez, desorientado por el repentino cambio de escenario. Había sido... Demasiado real.

Desde que había escapado de ese lugar, las pesadillas sobre el Mega Pizzaplex no habían sido algo raro. Pero en definitiva, ninguna de las pesadillas que había tenido se asemejaban a esa. Ni mucho menos que involucraran a su amiga.

Salió del callejón, viendo los coches pasar por la calle. El cielo estaba anaranjado, ya era tarde, tal vez las cinco. Ahora que lo pensaba, no había visto a Cassie desde su cumpleaños. Tal vez su inconsciente le quería decir algo, podría ser que la extrañaba... Nah, que tontería tan cursi. Debe ser algo más.

Emprendió su caminata hacia la casa de su amiga. Iría a saludarla para perder el tiempo, ni que hubiera algo más que pudiera hacer. Lo único sería ir a un refugio para gente sin hogar y fingir que sus padres estaban ahí para que no lo mandaran a un orfanato, pero ese lugar era endemoniadamente aburrido. Prefería pasar el rato con su única amiga.

En realidad, aún no lo habían llevado a un orfanato porque a nadie le importaba ver a un niño con ropa sucia y malgastada. O esa era su creencia.

Después de unas horas, llegó a la casa. Solía hacer largas caminatas para llegar a cualquier lado, y tampoco es como si le importara perder su tiempo.

Se escabulló para llegar al patio trasero. En realidad, no le importaba mucho ser visto. Los padres de Cassie nunca estaban en casa, era una niña solitaria la mayoría del tiempo. Al igual que él.

Buscándote entre las ruinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora