Dos.Era desesperante, mucho más de lo que soportaba. Quizás si en los últimos tres días había podido dormir más de 6 horas era mucho.
Sus trabajos y actividades estaban atrasadas y había obtenido una T de Trol con Snape en la última investigación que debía hacer sobre las maldiciones imperdonables; Nott le había dado una pluma a la inversa de la tienda de sortilegios Weasley y todas sus palabras habían quedado al revés, ella había estado muy cansada para notarlo.
Se miro en el espejo del baño y se lavo la cara, sujeto su cabello en una coleta y cerro los ojos en el silencio del baño.
Podría quedarse dormida ahí si se lo proponía y no asistir a las últimas clases,–le pediría a Zabini que le pasara los apuntes– Sin embargo le pareció lo suficientemente asqueroso como para salir inmediatamente e ir a la buhonera para mandar una carta, después, iría directo a su habitación que debía estar sola a estas estancias y dormiría hasta el día siguiente.
No tardo en llegar ahí, estaba cerca como para caminar rápido protegiendo su cuerpo bajo su capa larga y pesada de invierno. No tardo en darse cuenta que no estaba sola y que debía compartir el campanario con una melena rubia enredada.
Luna Lovegood. O Lunática; para cualquier persona que quisiera.
Estaba muy cansada como para fastidiarla en realidad. Además, aquel lugar olía a mierda como para quedarse más de lo debido.
–Oh, hola Amelia. –Dijo la pequeña niña, con una vocecita suave después de un rato mientras Amelia buscaba en su bolso la carta. –Uy, ¿estás enferma? Te vez terrible.
Los orbes claros de la peli negra la miraron, pero ni siquiera tenía fuerza para amenazarla con cuidar sus palabras, solo quería ir a su cama.
–¿Que tal? –Fue capaz de responder mientras tomaba la carta y levantaba la vista buscando a su lechuza.
Leila.
Diviso el pelaje oscuro y los ojos amarillos observarla desde lo alto con una carta en su pico, para volar hacia ella cuando la peli negra estiró el brazo.
–Estoy bien, –Dijo Luna simplemente, mirando la lechuza negra de Amelia. –Que bella lechuza tienes. ¿Cual es su nombre?
Amelia tomo la carta de su lechuza y acariciando su plumaje. Se lo dijo en un hilo de voz.
–Que bello nombre. –Su agudez fue cortes, no añadió nada más, sin embargo tampoco se fue.
Fue incomodo por un momento para Amelia, quien estaba revisando a su lechuza antes de enviarla a su próximo viaje ante la atenta mirada de Lovegood.
Los ojos azules de la rubia la observaban con intensidad, parecía querer grabar lo que hacía la peligra o preguntarle algo quizás.
–¿Ya has enviado tu carta? –Amelia dijo con fingida indiferencia para romper el silencio, no podía negar que Luna le ponía un poco los pelos de punta, más si estaban a solas.
–Oh no he enviado ninguna. –Comentó indiferente. –Me gusta pasar el tiempo aquí, con las lechuzas.
La azabache la miro con escepticismo. –Pasas tus horas libres en este lugar? ¿En invierno? —Luna asintió. —¿Con mierda y huesos de ratas a tus pies?
–Así es, nadie suele molestar aquí, ademas es un paisaje invernal muy hermoso de ver aquí en el campanario. –Explico finalmente. Amelia tuvo una picada de culpa. No solía prestarle mucha atención a Lovegood, pero de vez en cuando no se le escapaba alguna broma o burla. Luna continuó hablando.–La que parece que no tiene mucho tiempo libre eres sin duda tu...
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Pure blood.
FantasyElla sabe que no es buena idea, igualmente lo hace. Amelia Grindelwald de la casa Slytherin empezó a notar como Draco Malfoy decaía cada vez más, sabía que no debía involucrarse pero nunca tenemos control de nuestro destino. ¿O si?