CAPÍTULO CATORCE
—¿Qué quieres qué? —Pregunta Enzo abriendo los ojos como platos.
—Cantar.
—Para empezar ¿Cómo entraste aquí? —Pregunta histérico—Todo sabemos que fuiste tú la que metiste en problemas al señor Ivanović.
Y dale con lo mismo.
—¿Vas a ayudar sí o no? —Me llevo las manos a la cintura y lo fulmino con la mirada—Solamente quiero cantar una jodida canción, míralo como una despedida y te juro que no me vuelves a ver, no es que traiga una bomba conmigo esta noche.
Me ve de pies a cabeza buscándola— ¿Por qué debo confiar en ti?
—Porque tus clientes me aman.
Se da por vencido y me deja pasar al camerino. Todo sigue tal y como lo dejé la última vez que estuve aquí, hasta un par de aretes sobre la isla de granito cerca del tocador.
El mismo donde me folló como un animal cuando vino acompañado por la hermana de Luther, nunca me había sentido tan celosa toda mi vida. Sonrío para mis adentros al recordarlo, tan decidido, tan caliente y hambriento por sentirme pelo a pelo con él.
Me limpio un par de lágrimas y me voy al closet, el mejor vestido, la mejor joya, los zapatos más elegantes y la mejor canción esta última noche en el Trilogy Montreal de Aleksei Ivanović.
Un largo vestido color verde... me gusta más el verde de tus ojos.
Un escote demasiado sexy para la ocasión...pero es perfecto.
Zapatos de tacón negro... como a él le gustan.
Cabello suelto... que me recuerdan cuando lo hacía puño con sus grandes y fuertes manos.
Labios color carne... los mismos que le gusta recorrer con la yema de sus dedos.
Un largo collar de oro, con un colgante hasta mi corazón... un Halo.
Nuestro Halo.
Camino por el largo pasillo por última vez, viendo la punta de mis pies y contemplando las paredes oscuras que dan hasta el escenario.
Le doy una señal a Enzo y éste asiente con la cabeza, las luces se apagan por un segundo, camino hasta el centro del escenario y cierro mis ojos.
Si él está esta noche aquí, no me importa.
Cantaré una última vez en su bar, donde lo conocí, donde me incitó, fascinó y atrapó. Ésta es la única forma de sentirlo cerca, compartiendo con él algo que nunca fue mentira, el amor por cantar.
No necesito presentarme, la gente ha estallado en aplausos y gritos para que cante.
Pero no sonrío.
La canción empieza a sonar y ya mis ojos están derramando lágrimas al momento en que tomo el micrófono y lo llevo hasta la altura de mi boca para cantar.
No debí haber huido
Me hubiera quedado si lo dijeras
Podríamos arreglarlo todo.
Pero sólo
Nos tiramos la culpa de adelante para atrás
Tratamos el amor como un deporte
Finalmente el último golpe fue tan bajo
Yo aún estoy sobre el piso
No me atrevo a ver ninguno de los lugares donde él solía verme cantar. No me atrevo a levantar la mirada ni a limpiar mis lágrimas.
ESTÁS LEYENDO
La Profesional (Libro 3) (Ya en Físico y Audiolibro)
RomanceLo logré. ¿Lo logré? Yo no lo entregué, él dejó que se lo llevarán, me miró por última vez y pronunció las palabras malditamente correctas que me desgarraron el corazón y el alma. ¿Esa es su excusa? Ahora queda la otra parte de la historia, la que t...